Santa Eulalia revive su pasión por la Esperanza

Al cielo con él; a ese cielo con nubes que quiso aguantar y respetar (aunque las previsiones apuntaban lluvia) la procesión y oración de los Cinco Misterios de la Hermandad de Nuestra Señora de la Soledad Dolorosa, Cofradía del Recogimiento, con la espectacular salida del Santísimo Cristo de la Esperanza. No las tenían todas consigo, pero la procesión pudo empezar con normalidad. Por si acaso, la cofradía manejaba diferentes opciones en el caso de que la lluvia hiciera acto de presencia.

Dentro de la iglesia, los costaleros (24) atendían las razones de los capataces, ultimando todo el ritual y desmontando los diferentes elementos para que la imagen pudiera salir, con paciencia y mucho cuidado, por la puerta de la iglesia; fuera, una multitud esperaba pacientemente. Tres golpes con el llamador, un movimiento al unísono y los costaleros alzaron el paso en la primera 'levantá'. Un «ole» y aplausos, con una dedicatoria especial para los que ya no están por culpa de la pandemia.

Fue el inicio del recorrido de la procesión. De ahí, la comitiva pasó por Puente Muerte y Vida, la plaza de Somorrostro (donde tuvo lugar el primer misterio). San Franscisco, plaza del Azoguejo (segundo misterio), Cervantes, Juan Bravo, plaza del Corpus, Isabel la Católica, Plaza Mayor, Catedral (tercer misterio y estación penitencial. Debía continuar por la Plaza Mayor, Isabel la Católica, plaza del Corpus Juan Bravo, Cervantes, plaza del Azoguejo (cuarto misterio), San Francisco, Plaza de Somorrostro, Puente de Muerte y Vida, José Zorrilla, para finalizar en la iglesia de Santa Eulalia (quinto misterio), a eso de las 23:00 horas. Pero la lluvia que empezó a caer pasadas las 21:00 horas llevó a la cofradía a decidir que el Cristo permaneciese en la Catedral.

La procesión tuvo una connotación especial ya que hay que añadir la celebración del décimo aniversario de la constitución del grupo de costaleros del Santísimo Cristo de la Esperanza. En la Catedral tuvo lugar el rezo del tercer misterio y fueron recibidos por el obispo de Segovia César Franco, capataz honorario. Es la segunda vez que esta procesión llega a la Catedral, de manera excepcional.

A primera hora de la tarde, y con los dos ojos puestos en el cielo, el vía crucis infantil de la Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad, en el barrio de San José. demostró que los pequeños también saben lo que es el sentimiento cofrade. Algunos lo viven dentro con sus familiares, otros porque están acompañados de sus amigos. Para todos supone una alegría. La procesión de los niños recorrió también con majestuosidad las calles del barrio.

Los pequeños derrocharon la misma ilusión o más que los adultos portando las imágenes elegidas. Eso sí, con materiales más ligeros y no tan pesados para que los niños pudieran desarrollar los pasos de una manera más cómoda. En miniatura, sí, pero cargados de sentimientos que recogen la pasión de Jesucristo.

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