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Es todo exuberante, barroco, recargado. Toda la concepción misma de la procesión de la Oración del Huerto lo es. Pero al mismo tiempo es vistosa, ... simbólica, digna de ver, desde luego. Casi por sí misma permite reconocer en imágenes todo el desarrollo de la Pasión de Cristo, desde la Sagrada Cena, hasta la crucifixión y muerte de Jesús.
Impresiona el número de pasos que desfilan en esta tarde-noche del Jueves Santo, una docena, y resaltan por encima de todos los dos grandes tronos finales, titulares de la cofradía y que recorren las calles del centro de Palencia cargados a hombros por decenas de hermanos, más de un centenar en alguno de los casos.
Y ante este despliegue de músculo cofrade, las calles también responden. Ni un alma más cabía en el recorrido inicial por la Calle Mayor, y no digamos nada de los entornos de los Cuatro Cantones, donde la concentración de público era tan elevada que las calles Don Sancho y La Cestilla se encontraban prácticamente llenas.
Porque el espectáculo en ese punto del recorrido, demasiado recargado para el gusto de muchos cofrades del resto de hermandades, es al margen de cualquier consideración, uno de los momentos álgidos de la Semana de Palencia. Los hermanos de la Vera Cruz bailan el paso del Virgen entre los hitos de piedra del cruce de los Cuatro Cantones entre los aplausos del público, para dar paso poco después a la llegada del gran trono con la Santa Vera Cruz. Y es aquí donde se desatan las emociones. Los cargadores, para salvar esos hitos de piedra –aunque en el fondo no sea necesario, puesto que las andas caben entre ellos–, levantan el paso sobre las cabezas y avanzan a paso ligero para atravesar todo el cruce. Aplausos, algarabía y mucha emoción. Una plasticidad soberbia que contrasta con los momentos iniciales de recogimiento, con el canto del Ave María por parte de una soprano o la oración por los difuntos, con minuto de silencio incluido.
De esta forma, la procesión de la Oración del Huerto se transforma en uno de los desfiles de mayor impacto de la Semana Santa de Palencia, con un acto final de despedida en las puertas de la capilla de la Vera Cruz que también despierta una gran expectación por la vistosidad del baile de los cofrades con los pasos a hombros.
La procesión tuvo además este Jueves Santo espacio para el anecdotario con la baja de una de las carrozas durante el recorrido. Al poco de comenzar la procesión, cuando la cabeza prácticamente no había alcanzado aún la zona de Villandrando, el paso de Las lágrimas de Pedro sufrió la rotura del eje de una de las ruedas, lo que provocó que quedase trabada en la Calle Mayor, a la altura de la calle de Los Soldados. Los cofrades, al comprobar que la reparación no era posible se vieron obligados a retirar la carroza, con lo que se dieron imágenes insólitas como el adelantamiento de unos pasos a otros, con el fin de restaurar el orden de la procesión.
Así, el cortejo continuó con una imagen menos, lo que provocó no pocos comentarios entre el público que no se había enterado del percance y que al contemplar el paso de la procesión mostraba su extrañeza por la ausencia de una de las carrozas tradicionales, con más de cien años.
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