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Segovia bajó la persiana al pasado año con 1.723 fallecimientos, lo que supone un aumento del 4,2% con respecto a 2023, cuando se ... contabilizaron 1.652 finados. Esto convierte 2024 en el sexto ejercicio del último medio siglo en el que la provincia lamentó más pérdidas personales. Así se extrae de la reciente documentación hecha pública por el Instituto Nacional de Estadística (INE) en la que da cuenta de las estimaciones de defunciones registradas, semana a semana, durante el año que se despidió hace menos de un mes. Esos más de 1.700 segovianos que perdieron la vida representan, por lo tanto, una de las mortalidades más elevadas desde 1975, donde el organismo estatal fija el inicio de la serie histórica que recaba los óbitos anuales en cada territorio.
A pesar de esa posición en el luctuoso ranking de cursos más letales, hay una anualidad que, por desgracia, sobresale sobre todas. Se trata de 2020, momento en el que irrumpió con toda su fiereza la pandemia del coronavirus. La expansión veloz y mortal de la covid-19, su incidencia y la intensidad de los contagios, particularmente letales en organismos vulnerables y débiles de segovianos ancianos aquejados por otras patologías crónicas que el virus agravó hasta la muerte, hicieron estragos. Fue el territorio nacional que más esperanza de vida perdió. En el primer año de la covid-19, se acortó la longevidad más de tres años: de 84,7 a 81,2.
La provincia fue de las más castigadas de España en las primeras oleadas. Aquel año fatídico, lamentó un total de 2.448 fallecimientos. Fueron unos meses en los que los segovianos padecieron el segundo mayor exceso de mortalidad de Europa en una primavera terrible.
El cuarto año con más defunciones desde 1975, tal y como recogen las estadísticas del INE, fue 2022, periodo en el que aún los coletazos de la covid-19 eran mortíferos. Más lutos incluso que el curso que le precedió, ya que 2021 acabó con 1.672 óbitos en total, un 4% menos de los que se produjeron a lo largo del siguiente año, como especifica el Instituto Nacional de Estadística en su informe sobre estimaciones de defunciones en cada territorio del país.
Gracias a esos descensos postpandemia, Segovia logró registrar la menor tasa de mortalidad de la última década. La caída generalizada de las mascarillas, la relajación de las restricciones, el retorno de la actividad cotidiana sin mirar por aforos o distancias, al menos sin una norma que lo regulara y limitara los movimientos, no fueron sinónimos de que el coronavirus se hubiera esfumado.
Según los números que manejó la Consejería de Sanidad de la Junta, la infección estuvo vinculada a 245 muertes en 2022, trece más que en el ejercicio anterior. En el primer año de crisis pandémica, una de cada tres defunciones estuvieron vinculadas a la covid. A lo largo de los cerca de tres años que se prolongó por aquel entonces la alerta sanitaria, en la provincia fallecieron 1.250 personas con coronavirus.
La peor semana en cuanto a las pérdidas humanas fue la número 14 del trágico 2020, en torno al primer día de abril. Fallecieron 249 segovianos. A continuación se sitúa la semana justo anterior de ese mismo año, cuando hubo que lamentar 236 muertes en la provincia. Los tres siguientes periodos más mortales también se localizan en las primeras andanadas de la pandemia del coronavirus, en la primavera de aquel curso. Las semanas 15, 12 y 16 contabilizaron 164, 109 y 91 fallecimientos, respectivamente.
Es el intervalo que va, aproximadamente, entre el 16 de marzo y el 13 de abril. En esas cinco semanas de la incipiente primavera de hace un lustro, 849 segovianos perdieron la vida. De ahí, el exceso de mortalidad en el que se fijó el análisis de la oficina estadística comunitaria Eurostat, que cifró en un 630% el aumento de las muertes en la provincia de Segovia.
La primera semana fuera del periodo pandémico con más lutos es la séptima de 2015, la del 9 de febrero. Como se deduce de las estimaciones publicadas por el INE, a lo largo de esas siete jornadas perecieron 63 personas.
Los fenómenos meteorológicos adversos, sin mucho menos llegar a alcanzar las cotas de mortalidad que lamentablemente sembraron las olas más severas de la covid-19, también están detrás de picos que marcan repuntes en las cifras de óbitos. Al repasar el último decenio a partir de los datos publicados por el sistema de monitorización MoMo, desarrollado por el Instituto Carlos III con la finalidad de supervisar la mortalidad diaria por todas las causas, hay periodos de temperaturas extremas que también influyen en la evolución de la mortalidad.
No hay que retrotraerse mucho en el tiempo para detectar el más mortífero de los últimos diez años. Se trata de 2024, que en su cómputo global hubo que lamentar 38 fallecimientos en Segovia. En el periodo que va desde la semana 30 a la 33, la provincia lloró la pérdida de 27 vidas atribuibles al calor excesivo que cayó en esas jornadas que van desde el 22 de julio al 18 de agosto. Precisamente solo en ese octavo mes, el sistema de monitorización de la mortalidad informa de 19 defunciones, que se suman a las diez que se habían producido en julio por unas temperaturas anormalmente elevadas.
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En este análisis, la anualidad de 2022 resultó más letal de lo normal por culpa de un verano por momentos asfixiante por sus oleadas de calor. De hecho, la semana 29 (del 18 al 24 de julio) ha sido la más mortal en diez años en la provincia de Segovia, si se atiende a las defunciones achacables a unas temperaturas atípicas por lo altas. En esos días, el Instituto Carlos III tiene registradas once pérdidas humanas atribuibles al calor.
En el conjunto de los doce meses, 2022 cerró con 33 fallecimientos desencadenados por unos valores meteorológicos extremos. Las acometidas térmicas empezaron antes que en otras temporadas estivales. En junio se lamentaron siete óbitos. Luego, desde el 11 de julio hasta mediados de agosto, la sucesión casi ininterrumpida de olas de calor dejó tras de sí la huella letal de 26 segovianos fallecidos.
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