El Santuario del Henar acoge su primera toma de hábito
La hermana Fuencisla de la Misericordia pasa de postulante a novicia en un acto muy emotivo celebrado en el santuario de la patrona de Cuéllar y su tierra
MÓNICA RICO
Cuéllar
Domingo, 13 de diciembre 2020, 13:36
El santuario de Nuestra Señora del Henar se estrenó ayer en una toma de hábito, la de la hermana Fuencisla de la Misericordia de Dios, que pasó, a sus 33 años, de ser postulante a novicia. Hasta el lugar se desplazó desde Viana de Cega, en Valladolid, donde las Carmelitas Samaritanas del Corazón de Jesús, orden a la que pertenece, tienen establecido el noviciado y donde la monja regresará para continuar con su formación, tras lo cual profesará, es decir, tomará sus votos.
Publicidad
El emotivo acto se celebró durante una eucaristía que oficiada por el sacerdote madrileño Ricardo Quintana, muy vinculado a la comunidad de hermanas carmelitas samaritanas, junto con el rector del santuario, Carlos García. En el mismo la hermana Fuencisla estuvo arropada por decenas de integrantes de la congregación llegadas de las distintas casas, así como varios fieles de la Virgen.
La música llegada desde las guitarras y las voces de las carmelitas samaritanas, acompañaron toda la ceremonia, en la que también se demostró el cariño hacia la nueva hermana, si bien, con limitaciones, debido a la pandemia. La voz de la madre superiora, Olga María del Redentor, fue la que se escuchó en la primera canción, y seguidamente junto a ella se acercaron hasta el altar la hermana Fuencisla y la madre Pilar, que ha sido su maestra durante su postulantado.
Allí tuvo lugar el primero de los actos, en el que la priora preguntó a la hermana Fuencisla sobre qué es lo que quería y si su intención era ser religiosa por su propia voluntad. Tras las respuestas de la postulante, en las que apuntó su intención de acercarse al corazón de Jesús, a la iglesia y de cumplir las exigencias del Evangelio y mostrarse dispuesta a aprender, observar y enseñar, y en las que señaló acudir libremente, se dirigió a un apartado junto a la madre Pilar, donde se la impuso por primera vez la toca y el velo, blancos, debido a su condición de novicia.
De nuevo junto al altar, la hermana Fuencisla recibió, de las manos de la madre Olga María, el nuevo cinturón que lucirá, ahora de cuero, con el que sujetará su túnica de color marrón oscuro. También le entregó el rosario que forma parte de la vestimenta de la orden y que se lleva colgando del cinturón. Por último, la madre le puso el escapulario también marrón, sobre el hábito inicial. Tras una oración, el ritual de toma de hábito indica un abrazo fraterno de acogida a la hermana Fuencisla, si bien, debido a la pandemia, la madre Olga María anunció que no era adecuado, por lo que la nueva novicia fue únicamente abrazada por la prioria y la madre Pilar, como gesto de todas sus hermanas.
Publicidad
Durante la eucaristía continuaron las canciones, las lecturas y los salmos, así como la homilía de Ricardo Quintana, en la que reflexionó sobre la figura de la Virgen María, en un templo mariano como es el de El Henar, y habló sobre la contemplación de la Virgen y su grandeza, haciendo referencia a la festividad de la Virgen de Guadalupe, que se celebraba ayer. También tuvo palabras sobre el tiempo litúrgico actual, que se encuentra en la fase de San Juan Bautista, lo que aprovechó para hablar sobre el bautismo de conversión y de reconocimiento a Jesucristo. En el momento de comulgar, fue la hermana Fuencisla la primera en hacerlo, seguida de las madres Pilar y Olga María. Tras finalizar los ritos y la eucaristía, todos los asistentes que lo desearon pasaron por el camarín para visitar a la Virgen.
«Gozo y alegría»
Al finalizar el acto, la hermana Fuencisla, que llegó de su Honduras natal a España hace un año para introducirse en la comunidad de las carmelitas samaritanas, destacó que para ella era un día «de gozo y alegría», relatando que había sido una semana completa muy especial, en la que también tuvo una preparación de ejercicios espirituales.
Publicidad
Durante todo el día se sintió muy arropada «por la comunidad y las oraciones de las hermanas» y quiso agradecer la decoración especial que realizaron de la casa por el acto, así como los regalos que había recibido, aunque reflexionó que «el regalo más grande que el Señor me da, en primer lugar es la vocación», nombrado después a las hermanas carmelitas samaritanas, «que son una bendición y son reflejo de su amor». Se sintió especialmente agraciada en una jornada en la que «el Señor me ha revestido con el hábito de nuestra madre santísima y me ha revestido de redención», apuntando no tener palabras suficientes de agradecimiento.
3€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión