Arturo Francisco Barbero. A. Tanarro

«El problema es que ni siquiera puedo empezar las clases prácticas»

Arturo Francisco Barbero recurre al Procurador del Común tras casi seis meses de espera

Carlos Álvaro

Segovia

Lunes, 30 de junio 2025, 12:26

Arturo Francisco Barbero, joven de diecinueve años, lleva seis meses esperando para comenzar las clases prácticas del carné de conducir, y el retraso le está ... complicando la vida sobremanera. Aprobó el teórico el 10 de marzo, pero el colapso en la Jefatura Provincial de Tráfico derivado de la falta de examinadores le ha impedido avanzar. «Ojalá fuera solo el examen; el problema es que ni siquiera puedo empezar las clases prácticas por el cuello de botella que hay», explica visiblemente frustrado.

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Como vive en Trescasas y estudia en Madrid, Arturo depende del transporte público para desplazarse. El calvario es diario. «Para ir a la facultad, que está en Vicálvaro, tengo que coger dos autobuses y dos líneas de metro. Es insostenible», se queja. A punto de terminar la carrera, necesita el carné para poder realizar prácticas en una empresa. «El transporte público en mi zona es muy limitado. Sin coche, estoy atado de manos».

La espera, que ya supera los seis meses, afecta a sus planes inmediatos y pone en riesgo la validez de su examen teórico, que caduca a los dos años, al igual que el psicotécnico. «Si se me pasa el plazo, tendré que empezar de cero, y no es mi culpa. Es algo bastante injusto». Harto de la inacción administrativa, Arturo ha elevado una queja formal al Procurador del Común, paso que ha hecho público en su cuenta de Twitter, donde comparte el texto de su reclamación. «No me hacían caso, así que redacté una solicitud y la envié. Hay que hacer algo. Esto no puede seguir así», afirma.

Arturo admite que las autoescuelas están igual de afectadas que los alumnos. «Después de tanto tiempo esperando, se te olvida lo que estudiaste para el teórico y hay que repasarlo todo». Su caso no es aislado: en Segovia, 1.717 personas esperan para examinarse, una cifra desproporcionada para una provincia de casi 160.000 habitantes. Trasladarse a Madrid tampoco es una opción. «Allí también hay retrasos, y encima tendría que pagar más». El joven no oculta su indignación: «Es tremendo que llevemos años con este problema. El año pasado, las autoescuelas se manifestaron como medida de protesta, pero nada ha cambiado».

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