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El Nava tira de garra y sale del descenso con un triunfo sanador
La parada final de Buda premia la resistencia de los naveros, que suman su segunda victoria de la temporada gracias a un gran despliegue colectivo
Pocas victorias han sabido mejor en Nava de la Asunción que la que aseguró anoche Buda con una parada de ogro a Rajmond Toth, solo ... en seis metros tras la pizarra final del Cuenca, la de vaciar la portería con siete jugadores para buscar el empate. El mismo héroe y el mismo final de la única victoria segoviana del curso en Asobal, el 18 de septiembre, en otra estación. Tras dos temporadas felices en la mitad alta de la tabla, los de Álvaro Senovilla tuvieron la garra de empezar la octava jornada en descenso y salieron de él llevándose un encuentro agónico en el que no mandaron nunca por más de un gol.
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Balonmano Nava
rais González, Edu Reig (8), Alfredo Otero, David Fernández (3), Davide Pugliase, Gonzalo Carró (2), Óscar Marugán, Josu Arzoz (1), Dzmitry Patotski, Javi Carrión (3), Joao Bandeira (8), Nico Bonanno, Tahu Lufuanitu (3), Buda y Pablo Herranz (5).
33
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32
Balonmano Cuenca
Santiago Mosquera, Manuel Lima (8), Nacho Pizarro (2), Álvaro Martín (2), Pedro Tonicher, Alfonso Mendes (2), Sergio Antúnez (1), Rajmond Toth (7), Fede Pizarro (4), Daniel Arguillas, Guilhereme Tavares (3), Pedro Manuel Matos y Diego Gándara (3).
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Parciales: 2-1, 4-4, 8-8, 10-10, 13-13, 15-16 (descanso), 17-20, 22-23, 25-24, 28-29, 31-30 y 33-32.
La igualdad que presidiría el encuentro empezó a la baja, con el tiro desviado de Brais González tras un plomizo ataque inicial de los segovianos y un Cuenca incapaz de batir a Buda en sus tres primeros tiros. Total, el marcador lo abrió Edu Reig convirtiendo un penalti que provocó Adrián Fernández, la primera internada del lateral que vuelve a vestir la camiseta segoviana una década después. De irse como un talento que llegó a ser internacional a volver como un jugador cuestionado tras su divorcio con el Caserío Ciudad Real. Repescado en una época de carestía por las lesiones de Pasquet y Roca, el pucelano hizo gala de un compromiso total, agotando minutos en la pista, siempre con un rol protagonista, buscando rupturas en una plantilla falta de genios con Rui Baptista sancionado por su descalificación hace tres semanas ante Puente Genil.
El Nava siguió con problemas en la creación en estático: mucho ataque sin avances significativos que acaba con tiros sin esperanza desde nueve metros. Eso sí, el más desviado llegó en la otra portería y lo firmó Manuel Lima, que casi buscaba los palos de rugby. En esa apatía general, el Cuenca se limitaba a un ejercicio de suma cero y fue el cuadro local es que se disparó en el pie con las primeras pérdidas. Estaban todos los ingredientes para un parcial, pero Mendes y Toth estrellaron dos contras a la madera. Sin una figura estelar desde el lanzamiento exterior, la anotación era un duelo entre dos extremos, Toth y Reig, que se marcharon al descanso con cinco goles. El húngaro hacia gala de técnica y táctica, desde un amago genial para convertir un supuesto tiro en apoyo para quedarse solo con un apoyo más a colarse por el centro y lanzar desde nueve metros con su 1,77. Mientras, el navero aseguró los penaltis: Senovilla mantuvo en él la confianza pese a mandar fuera el tercero, algo poco frecuente, pues los equipos suelen tachar a los lanzadores tras el primer error.
Así que los ataques fueron despertando. En cinco minutos –entre el 10 y el 15– se anotaron tantos goles, ocho, como en los diez anteriores. Un despliegue de pelea de Gonzalo Carró, que firmó un gol de mérito tras un bloqueo frontal que le permitió recibir la asistencia de Fernández. El gallego se quedaba balones imposibles, incluso en media pista, cazando en el aire una parara de Tonicher, el fantasma que decidió a favor de los manchegos el duelo del curso pasado y que llegaba con un imponente 32% de paradas en lo que va de liga.
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Las bajas llevaron a Senovilla a retrasar los cambios hasta el minuto 17. Ahí salió Herranz, que embocó desde los seis metros una de las mejores jugadas del Nava en toda la temporada tras una triangulación con Bandeira y Fernández, que, a falta de exhibir el lanzamiento exterior de antaño, trazaba asistencias por doquier. El pivote navero cazaba con dos rivales encima un pase de Javi Carrión, que gestionó con valentía la responsabilidad de ser el único central disponible: con errores, pero sin timidez. El intercambio de goles dejó alguno de resumen como el de Manuel Lima, con un movimiento de muñeca tan extremo que marcó desde nueve metros como si estuviera en una bolera. Y malentendidos como el que tuvo el Cuenca a la hora de decidir quién iba al cambio para que volviera el partido y cubrir la portería vacía.
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El cuadro manchego convirtió su anecdótica ventaja al descanso (15-16) en real con una salida poderosa. Manuel Lima se adueñó del partido, con Álvaro Martín como escudero en el pivote, y en un suspiro los visitantes mandaban de cuatro (17-21). Momentos críticos en los que el Nava encontró fórmulas para defenderse como gato panza arriba. Robos clave de Ferández y Lufuanitu, el máximo goleador de los segovianos, que exhibió una punta de velocidad de miedo en una transición más propia de un corredor de 100 metros. El tino de Arzoz cazando un rechace en seis metros o la pillería de Reig robando un balón con su salida furtiva desde el banquillo para anotar a puerta vacía. Así llegó el empate a 24 en una acción de pizarra: bloqueo de Herranz para una autopista de Fernández por el centro, que sacaba el puño emocionado tras su primer gol en casa en su regreso.
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Los lanzadores hicieron su aparición en la segunda parte y el duelo era ahora entre Lima, un prodigio de recursos, y Bandeira, que nunca rehuye un lanzamiento. El portugués del Nava fue cogiendo temperatura y acabó firmando el latigazo de la temporada, levantándose desde unos once metros para ponerla en la esquina contraria. Lo que empezó como un partido de errores terminó en uno de aciertos. La pizarra de Senovilla, la versatilidad de Toth o de los dos Pizarro. Un intercambio a la espera de la ruptura, pero no llegó. El último +2 lo tuvo Cuenca (28-30), pero Fernández volvió a empatar, esta vez a 30, tras una colgada de Lufuanitu. Llegaron los minutos calientes y el pucelano asumió la responsabilidad como si no hubiera salido de Nava de la Asunción desde 2015. Marcó el 32-31 abriéndose hacia fuera, con el espacio justo y en aviso de pasivo. Pero Nacho Pizarro volvió a empatar y la cosa llegó en tablas al último minuto, un final que se olía desde la primera parte.
Cada técnico gastó su tiempo muerto para los ataques definitivos. El del Nava lo culminó Carró, encontrando el hueco entre tanto brazo hostil en seis metros. Todavía quedaban 32 segundos para la pizarra de Lidio Jiménez, que funcionó a la perfección, a falta de un detalle, Buda. El brasileño paró, se quedó la pelota y sus compañeros agotaron el reloj avanzando hacia puerta rival, asegurando una victoria que no solo vale dos puntos, sino la confianza para seguir conjuntando a un grupo con una docena de recién llegados.
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