El matrimonio homosexual se consolida en Segovia con 118 bodas desde 2005
El colectivo LGTBI celebra la «normalización» desde aquellos enlaces con un círculo cerrado a los actuales, «sin diferencias con los hetero», por eso desde 2014 hay un 68,8% más que antes
Pedro Arahuetes era el alcalde de Segovia cuando se aprobó en 2005 la ley del matrimonio homosexual: «Habré celebrado más de mil bodas, pero ... recuerdo cuatro o cinco». La primera, la de sus amigos más cercanos y el histórico enlace en verano de aquel año de dos hombres, la primera unión entre personas del mismo sexo en la provincia. Narra un acto de lo más ordinario, el hito de una norma que perseguía precisamente erradicar diferencias. «Fue muy emotivo, recuerdo la alegría que tenían, como cualquier pareja. Para la ciudad era una boda más, pero era una que no se había podido hacer nunca». Pocos invitados. Los novios, con ropa de calle y flores en las solapas. Una escena que hay que definir, pues no hay fotos. En una época en la que salir del armario estaba lleno de contras –sociales, familiares, laborales– solo su circulo más íntimo lo supo. Dos décadas después, ni siquiera el colectivo LGTBI sabe quiénes son, aunque formaban parte de la vida de la ciudad: uno de ellos trabajaba como docente en un instituto. Los tiempos han cambiado y la provincia ha celebrado 118 bodas entre 2005 y 2023, pero ellos han corroborado a El Norte su deseo de seguir en el anonimato.
Entonces no existía siquiera Segoentiende, la asociación en defensa de los derechos LGTBI que nació en 2007. Su presidente, Marcos Tarilonte, narra como esa lucha por el matrimonio homosexual no se libró en Segovia. «Salíamos en el Orgullo de Madrid, nos manifestábamos con las marchas estatales. Sembrar el germen aquí costó mucho, estábamos totalmente invisibilizados, no había infraestructura». Ellos fueron los pioneros, manifestándose «con cuatro gatos» desde 2008, tras la legitimación de las primeras bodas. «Era necesario avanzar a nivel legal, pero sobre en lo social, que es más lento. Y una cosa es tan importante como la otra». Cuenta, con cierta ironía, que en su caso ganó el derecho a no casarse, que ejerció diligentemente hasta 2021.
El relato de Tarilonte es que el avance real llegó «mucho más tarde», escenas como besos en lugares públicos hoy asumidas que años atrás se evitaban, muchas veces por seguridad. «Mirabas a ver quién había, eso lo hemos sufrido en nuestras carnes, no te sentías cómodo». Entre 2005 y 2023, el último año recogido por el Instituto Nacional de Estadística, se han celebrado en la provincia 55 bodas entre hombres y 63 entre mujeres. La evolución de estos 19 periodos anuales ilustra la normalización de estos enlaces, desde los cuatro celebrados en 2005 –tres de ellos entre hombres– a los 12 que recogieron los ayuntamientos en 2022 y 2023. Hasta 2015 no se superó la decena, pero en ningún año se celebraron menos de tres. Eso sí, la evolución es clara, en los diez últimos años del histórico se celebraron 74, por las 44 de los nueve años precedentes, es decir, un 68,8% más.

Cuando escucha la cifra, Tarilonte, que no esperaba más de 60, se sorprende. «¿Cuántos son segovianos? Seguro que muchas son parejas de Madrid que han venido a casarse a los pueblos». Por privacidad y por la tranquilidad de tener a concejales o alcaldes «LGTBI-visibles» en lugares como Encinillas o Torrecaballeros. El INE no diferencia procedencia, pero él, tirando por lo alto, conoce a unas 15 parejas. «Los activistas se cuentan con los dedos de las manos». Esa es la bolsa de cónyuges reivindicativos. «El problema que tenemos en Segovia es que estamos al lado de Madrid. La gente se va a Chueca, que es lo más LGTBI del mundo, y aquí son 'heteronormativos'. Es normal, es una ciudad muy pequeña, se conocen todos y es muy dura. Mover aquí el multicolor nos ha costado mucho. Y nos sigue costando».
Eso no quita que no valore el camino recorrido. Como prueba, una boda que tuvo hace unas semanas. «Ya no hay gente que se da la vuelta cuando se besan los chicos, hemos avanzado bastante. Se nota que han pasado esos años de cambio, ya no ves diferencia entre una boda hetero y una gay». Más invitados en eventos que antes eran reducidos y suponían más un trámite burocrático que una celebración. Ahora hay compañeros de trabajo –o jefes–, un ámbito en el que antes se ocultaba, aunque supusiera renunciar a las vacaciones posteriores. «La sociedad ha cambiado, la hemos ido educando haciéndoles ver que somos lo mismo que ellos, ni más ni menos». Han ayudado otros cuerpos normativos como leyes nacionales o autonómicas por la igualdad y contra la homofobia. Pone especialmente en valor los delitos de odio. «Es como la violencia de género, esas bromitas te las guardas».
Otros frutos del camino recorrido llegan en cada manifestación del Orgullo en Segovia, programada para hoy «Siempre hay grupos de gente que no conoces, muchos grupúsculos que están con su amigo gay o lesbiana. Y eso es importante porque antes ni estaban ni se les esperaba». Será la guinda a una semana reivindicativa con el lema 'Veinte años por los derechos LGTB, ni un paso hacia atrás'. Para Segovia, le darán un toque propio: «Ser LGTB en el pueblo. Porque serlo en Chueca y en Madrid es muy fácil. Lo complicado es aquí». Ayer hicieron la tradicional gira institucional por la Subdelegación del Gobierno, la Diputación y el Ayuntamiento, aquel lugar en el que Arahuetes asistió a una boda tan ordinaria que, precisamente por eso, fue histórica.
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