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La macarronada, lista para servirse y, a la derecha, un grupo de peñistas hacen cola para recoger sus raciones.

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La macarronada, lista para servirse y, a la derecha, un grupo de peñistas hacen cola para recoger sus raciones. Óscar Ccosta

La macarronada de San Lorenzo reparte cerca de un millar de raciones

La amenaza de lluvia y el viento no impidieron la instalación de la lanzadera acuática, una de las actividades que más niños atrae

maría martínez

Segovia

Jueves, 8 de agosto 2019, 12:14

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El día estaba nublado y las primeras gotas de lluvia y el viento dificultaban la actividad, pero eso no impidió la realización de la tradicional macarronada en la Alamedilla Mariano Contreras. Los vecinos de San Lorenzo acudieron en tropel. Aunque la paella popular, que se celebra hoy, suele congregar a un mayor número de comensales, la suculenta pasta logró formar una cola de cerca de 940 peñistas. La mayoría, que llevan acudiendo muchos años, esperaban su ración entre comentarios como «tienen una pinta espléndida» o «venimos desde que se empezó a hacer. Con una amplia sonrisa, Javier González, del restaurante El Portón de Javier y encargado de realizar las comidas durante las fiestas del barrio, iba entregando platos. «Llevamos muchos años haciendo comidas populares, pero es el primero que venimos a San Lorenzo, por lo que esperamos dar el do de pecho y que nos siga llamando la asociación», señaló. González cocinó 93 kilos de macarrones –uno por cada diez personas– y, como no, hubo quien repitió.

Los peñistas tratan de inculcar las costumbres del barrio a sus hijos desde la infancia. «Traemos a la niña para que conozca esta actividad y pueda disfrutar de ella desde pequeñita, le gusta», comentaba Raúl Otero.

Había niños en la comida, pero sobre todo en la lanzadera acuática instalada en la calle Santa Catalina desde las cuatro de la tarde bajo un cielo nuboso que amenazaba lluvia. Era imprescindible llevarse un flotador, una colchoneta o una tabla para disfrutar a lo largo y ancho de los más de 100 metros de lanzadera. Los padres fueron madrugadores para intento de que los más pequeños aprovecharan antes de que llegaran los jóvenes de las peñas. En la cola de la lanzadera, Noemí Antón, explicaba lo mucho que le gusta esta actividad del programa de fiestas: «Ahora tengo 10 años y llevo viniendo desde que era chiquita. El tobogán es bastante divertido y este año bajo muy rápido... Suelo venir a las cuatro menos cuarto porque luego se acerca más gente y no te puedes tirar tantas veces. Me da igual el tiempo, viene el aire a ratos, pero no me importa».

Aunque predominaban niños, adolescentes y jóvenes, los había también de más edad, Alejandro Roberto Martín, de 45 años. «Es el primer año que me animo a lanzarme por el tobogán en este sitio de San Lorenzo. Soy corredor de montaña y no me da miedo nada. Al verlo me he animado y me lo he pasado igual de bien que los niños. Las verdaderas fiestas de Segovia son las de San Lorenzo».

Para poder llevar a cabo la lanzadera acuática, había un grupo de personas con mangueras que se sumaban a los chorros que salían del tobogán. Sergio García es uno de los encargados del mantenimiento y lleva haciendo la labor tres años, desde que empezó la actividad. En el lugar se encontraban también miembros de la peña Los intratables, a la cual, por sorteo, le tocó labores de vigilancia para evitar cualquier incidencia. «Es duro estar de cuatro a ocho de la tarde, luego hay que hacer más cosas, que si los encierros y demás. Se junta un poco todo pero bueno... es un año. Lo que más me gusta es ver a los niños cuando se tiran y se lo pasan bien, es satisfactorio», señaló Álvaro Sanz, encargado de la peña.

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