Segovia
El Hospital disminuye un 34% su atasco de resonancias al añadir un horario nocturnoLleva tres meses citando a pacientes de 22:00 a 2:00 horas para pruebas menos complejas que realizan técnicos voluntarios
El Hospital General de Segovia lleva tres meses haciendo resonancias magnéticas en horario nocturno para adelgazar las listas de espera en una prueba diagnóstica crucial ... de la que dependen cada vez más pacientes de un sinfín de áreas, desde traumatología a neurología, otorrino, medicina interna, oncología o cirugía. A falta de contar con más radiólogos o más máquinas, la solución para ganar tiempo al sistema era sumar un nuevo turno, de 22:00 a 2:00 horas, y dar salida a los expedientes menos complejos —los que solo requieren de la presencia del técnico y no del médico—, una cita que para el paciente es voluntaria. Los resultados son hasta ahora positivos, pues la medida ha servido para reducir en un 34% las 2.234 resonancias pendientes en mayo a las 1.477 de finales de agosto y la ratio de asistencia ha sido mayor que en horario diurno. La intención de la Gerencia de Servicios Sociales es continuar con la herramienta hasta eliminar los retrasos, con la duda de hasta qué punto mantener las citaciones cuando llegue el frío invierno.
«Estamos constantemente evaluando las listas de esperas que tenemos a todo nivel, no solamente las quirúrgicas, sino de las consultas y las pruebas diagnósticas, hasta donde nos permiten los recursos propios», subraya el subdirector Médico del Área Quirúrgica, Dayro Gutiérrez, que explica las dificultades para resolver la ecuación, desde plantillas limitadas al mantenimiento de los equipos. «Los presupuestos vienen establecidos, por ejemplo, para recursos humanos, así que tratamos de optimizar al máximo para ganar en eficiencia».
1.477 resonancias
estaban pendientes de cita a finales del mes de agosto, cuando en mayo la cifra ascendía a más de 2.200.
En ese contexto, los horarios nocturnos son una «vía de escape» a esas listas engrosadas. «Teníamos que buscar una alternativa para sacar el mayor número de estudios». El tapón de resonancias existía pese a la realización de pruebas por la mañana —hasta las 15:00 horas— y algunas tardes —hasta las 22:00—, también en horario de fin de semana. «Si queríamos aumentar nuestra capacidad, teníamos que pensar en algún horario diferente», explica.
Con el paso de los años la resonancia se ha consolidado como herramienta de imagen radiológica. «Dan respuesta a necesidades de muchísimos servicios». De hecho, hay subgrupos: tórax y mama, cerebral, abdomen y pelvis o columna. «Permite confirmar y ampliar los hallazgos que se hacen con otras pruebas». Una base para decidir intervenciones quirúrgicas o definir tratamientos. «Pasa en otros hospitales, el incremento de estas imágenes mucho más precisas genera un aumento en las listas de espera. Como gestores, tenemos que dar respuesta y tratar de compensar entre la oferta y la demanda».
Aumento de la plantilla
Otro elemento estructural en el Hospital General de Segovia es la carestía de radiólogos. «Tenemos ofertadas unas plantillas dimensionadas y constantemente tenemos oferta de vacantes que, por alguna razón, no se cumplen». A eso se añaden reducciones de jornada por conciliación. «Radiología ha tenido momentos más difíciles. Gracias a fidelizaciones y concursos de traslados hemos ganado profesionales respecto al año pasado». Precisamente una de las razones de ese tapón de resonancias pendientes está a que en ese tiempo —hubo déficit de cuatro o cinco médicos— se fueron acumulando y ahora, pese a la mejora, hay que dar salida a los excesos.
El modelo nocturno exigía la voluntariedad de los técnicos, pues supone una jornada adicional. Una vez obtenido el compromiso del grueso de la treintena que forman la plantilla, lo siguiente fue coordinar las agendas con los pacientes desde el área de citaciones. La primera noche hábil fue el 18 de junio y ha funcionado ininterrumpidamente: cuatro horas diarias de lunes a viernes. Ante el éxito de la estrategia, no está previsto sumar las noches de fin de semana, una franja más incómoda para todas las partes, mientras no sea necesario.
Los grupos que más han reducido su lista de espera con esta nueva estrategia son los de columna, con un 48%
Radiología es quien se encarga de perfilar los candidatos. «No es lo mismo un paciente complicado que puede requerir al radiólogo o a la enfermera, por medio de contraste. Buscábamos estudios que pudiéramos citar en ese horario». Los grupos que más han reducido su lista de espera son los de columna y extremidades —un 48% y un 44%, respectivamente—, aunque algunas más complejas se han mantenido en horario diurno, con radiólogo y enfermera. El filtro lo hace la jefa del departamento. Hay casos en los que no solo necesitan radiólogo, sino sedación, así que hay que coordinar también agenda con el anestesista.
Gutiérrez admite que el éxito de asistencia lo ha facilitado la benévola meteorología del verano. Con tardes de 38 grados, la noche, lejos de ser un incordio, ha representado un alivio. «El porcentaje de inasistencia ha sido mínimo. Ahora que empieza el frío, puede que la cosa cambie». Habría que ver la respuesta a una cita en una madrugada de diciembre. «Valoramos el cambio de estación. Nosotros hacemos una foto fija mensual. Si sigue habiendo reducción, lo mantendremos mientras haya demora y voluntarios».
Ausencias
El promedio global de ausencias en una cita programada es del 9%, una línea que no ha superado el turno nocturno. Citaciones oferta al paciente la fecha y la hora, pero no obliga. «Hay un porcentaje que rechaza la opción. Obviamente, sigue en la lista de espera, pero se sigue llamando a los demás hasta completar la agenda». Como cada hueco es preciado para justificar el esfuerzo organizativo, las llamadas tratan de hacerse con antelación y también ocurre que el paciente que en un principio ha aceptado llame después para cancelar. Con todo, lo más frecuente es que el paciente recoja el guante, pues cuesta negarse a un diagnóstico rápido, aunque toque trasnochar.
El objetivo de todas las partes es evitar la demora. No es un concepto que pueda definirse en términos numéricos, sino que cada caso tiene unos tiempos. Es, en la práctica, todo lo que retrase el seguimiento pautado por el médico de un servicio. Si estimó revisar el estado del paciente en seis meses, la prueba deberá haberse realizado para entonces. Si no ha sido así, la demora es el tiempo de más, lo que obliga a recalcular todo el sistema, pues cada área tiene que citar de nuevo al paciente y asumir los riesgos de estirar los tiempos sin una foto fija del problema.
«Nuestra prioridad es que sean seis meses y no ocho, diez o doce. Cuando se nos dispara, tratamos de tomar medidas». Por eso Gutiérrez no se pone tanto una cifra para dar la coyuntura por resuelta. «Independientemente del número, cuando esas que tengamos estén en la demora estimada. Siempre vamos a tener peticiones, no se trata de bajar a cero. Si puedo tener 800, pero están en plazo, la estrategia habrá tenido un éxito total», concluye.
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