Obras en la cubierta del pabellón de Nava de la Asunción. Antonio de Torre

La gotera del pabellón de Nava surgió por un taladro en las obras del techo

«Vamos a empezar y si en dos ataques hay miedo, paramos»

Viernes, 26 de septiembre 2025, 11:54

Las goteras que interrumpieron durante media hora el partido entre Viveros Herol Nava y Frigoríficos Cangas fueron originadas por una grieta en el techo del ... pabellón municipal Guerrer@s Naver@s, que está instalando una nueva capa de aislamiento respecto a la cubierta original y sumará sobre ella placas solares. Como hay que 'taladrar' sobre el techo original, quedó una parte sin sellar y las chapas de esa segunda capa llegaron con retraso, con lo que la obra llegó sin terminar al estreno del equipo como local en Asobal. La cosa pudo sortearse con parches porque llovió lo justo el viernes, aunque siguió precipitando durante el fin de semana y afectó a los partidos de la cantera. Una vez identificado el punto y recibidas las chapas de aislamiento, la previsión del Ayuntamiento es que la obra acabe a lo largo de la semana y no haya nuevos riesgos para el próximo compromiso en casa, la visita del Bidasoa el sábado 4 de octubre.

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El municipio aprovechó una línea de fondos europeos para aislar una cubierta que ya presentaba alguna gotera puntual en los remates originales de una instalación cofinanciada por la Junta y la Diputación que vio la luz en 2018. El objetivo del calendario de obras era emprender la instalación en agosto. «El problema es que no lo tenían terminado. Han estado un tiempo esperando unas placas a la medida», resume el alcalde de Nava de la Asunción, Juan José Maroto, que subrayó a la empresa que cualquier problema que ocasionara suspensión de entrenamientos o partidos correría de su bolsillo como responsable de culminar la obra en tiempo y forma. Como cayeron cuatro gotas y ya no llovía cuando se paró el encuentro, a poco más de seis minutos de su finalización, todas las partes implicadas –ambos equipos y el árbitro– vieron que cada vez se filtraban menos y decidieron esperar a la extinción de la gotera para terminar el partido. De haberse suspendido, habría que ver quién pagaba los costes de volver a traer al Cangas a Segovia entre semana. Tampoco hubo repercusiones en la parrilla televisiva porque no había ningún partido después.

Esas chapas de la capa de aislamiento intermedia entre la original y las placas solares sí llegaron hace unas semanas para cubrir la primera mitad del tejado, que ya tiene instalados los paneles fotovoltaicos. El adosado obliga a unas sujeciones –unos taladros con la forma de la letra omega–, que estaban ya hechas en la otra parte a la espera de recibir las chapas. «Alguno de esos taladros ha sido el que ha llevado el agua hacia abajo», analiza Maroto. Con tan mala suerte de que se acumuló una pequeña bolsa, pues estuvo goteando más de media hora en la pista mientras ya no llovía fuera. «Han identificado el taladro y lo han tapado, pero todavía no han terminado de poner esa parte de tejado».

El lunes llegaron las nuevas chapas –el argumento del retraso es que era necesario hacerlas de fábrica a esa exacta medida– y el responsable de la empresa se disculpó con el entrenador del Nava, Álvaro Senovilla, y su segundo, Carlos Villagrán. «Nos han dicho que lo harán a lo largo de esta semana», prevé el alcalde. «Les advertimos que no podíamos estar tanto tiempo esperando la cubierta. Porque ha llovido poco…» La duda está en cuándo se cubre esa grieta y si el cielo precipita antes de que eso ocurra, algo que perjudicaría a un calendario con entrenamientos casi en cada franja, no solo del primer equipo, sino de la cantera. «Podría pasar. Tenemos el otro pabellón, donde también hemos hecho el tejado con fondos europeos; para entrenar, valdría. Pero vamos, el objetivo es que estén aquí y esté solucionada la papeleta». La instalación también incluye un ascensor y un equipo de aerotermia para los vestuarios. «No debería haber mayor problema para el próximo partido».

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No fue, pues, la condensación que provocó suspender encuentros en la vieja instalación con cierta frecuencia. El más famoso, el de enero de 2016 ante el Bidasoa que necesitó otros dos pabellones para acabarlo: el de Carbonero el Mayor y el Pedro Delgado, ya en la capital, al día siguiente. También ante el Zarautz en Primera Nacional que se tuvo que jugar en Bernardos. Pero la nueva instalación, con siete años de vida, tiene un sistema de ventilación, incluso para días de tanto calor como el pasado viernes. La respuesta, una gotera.

«Vamos a empezar y si en dos ataques hay miedo, paramos»

Cuando Nico Bonanno se resbaló en el minuto 53 del partido del pasado viernes entre Nava y Cangas e identificó agua en la pista del Guerrer@s Naver@s, Carlos Villagran o Tinín Campillo, partícipes de la historia del Nava desde los tiempos del viejo pabellón en la cuarta categoría del balonmano español, empezaron a recordar batallas y batallas contra la condensación. El actual segundo entrenador y el directivo navero lideraron las conversaciones con todas las partes, desde los colegiados al equipo gallego, para que la situación llegara a buen puerto. «Eran gotitas, optamos porque tarde o temprano iba a dejar de salir», resume Campillo, consciente de los riegos. «El paraflex es muy bueno, absorbe muy bien los impactos, todo lo que quieras, pero mojado es una pista de patinaje. Los propios jugadores piden secar en cuanto hay algo de sudor porque se va el abductor o el tobillo al garete en un momento».

En aquel sanedrín improvisado que juntó a los equipos y los árbitros, con la grada espectante, en plenas fiestas, la primera pregunta era: «¿Esto a quién beneficia o a quién perjudica? El primer perjudicado del parón eraos nosotros, que íbamos ganando. Pero para Cangas, venir otra vez a Nava un miércoles para jugar cinco minutos es una puñeta que te estropea una semana de entrenamientos», razona Campillo. Otro escenario era el del caso Bidasoa: esperar al sábado para acabar.

El primer criterio era el de los propios jugadores. «Que os sintáis cómodos de que vayamos jugar sin riesgo. No se puede jugar con agua, ni en un área ni en otra. Vamos a empezar y si en dos ataques consideráis que genera miedo al atacante o al defensor, paramos el partido y ya veremos cuándo lo jugamos». Como cada vez caía menos, el acuerdo fue jugarlo con dos voluntarios que aprovechaban cuando la acción estaba en el campo contrario para secar».

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