Universitarios que aprender a enseñar a miles de kilómetros
El campus María Zambrano acoge una jornada sobre cooperación
quique yuste
Segovia
Miércoles, 3 de abril 2019, 12:25
El sueño de la mayoría de estudiantes de Magisterio es formar a las generaciones del futuro. Un objetivo que suele idealizarse en aulas equipadas con mobiliario moderno, material escolar abundante y niños atentos deseosos de aprender. Pero en el caso de Cristina Segovia, una estudiante de tercero de Magisterio en el campus María Zambrano de la Universidad de Valladolid, el escenario en el que querido impartir docencia es radicalmente diferente: falta de libros y lápices, instalaciones más que deficitarias, casi medio centenar de alumnos de 6 a 12 años en una sola clase... Son algunas de las condiciones en las que esta universitaria ha realizado sus prácticas, durante tres meses, en una pequeña localidad de Ghana (África).
A pesar de las dificultades que sabía se iba a encontrar, la joven estudiante no dudó ni un segundo ante la posibilidad de formarse como profesora en el país africano. Lo tenía tan claro que incluso antes de matricularse en la universidad ya conocía el programa de prácticas que desde 2012 se realiza junto a la ONG Adepu. «Es justo lo que quería. No he dudado en ningún momento. Supongo que será por mi personalidad, pero sabía que era el proyecto perfecto», explica.
Antes de comenzar sus prácticas en octubre no sabía muy bien qué se iba a encontrar en Ghana. «Tenemos mucha desinformación sobre lo que ocurre allí, con ideas sueltas de pobreza, hambre y ruinas...», explica. Un escenario desconocido al que acudía con dos objetivos claros: aprender y ayudar. «Me preocupaba si iba a encajar y poder demostrar lo mejor de mí».
Una vez allí encontró una escuela en la que las cosas no funcionan bien. Cuenta que hay profesores que no van a clase al tener salarios bajos o que los alumnos, al vivir en una economía de subsistencia, priorizan muchos días acudir a la granja o a cultivar al ir a la escuela para aprender. «La escuela todavía no se contempla como una opción para el futuro. Por eso es tan importante trabajar allí», incide.
Las condiciones obligaron a Cristina Segovia a explotar al máximo su creatividad. Ante la falta de material, tuvo que improvisar para enseñar a sus alumnos utilizando piedras para que aprendieran a sumar o restar, o usando el suelo para pintar con la tiza por la falta de pizarras. También fue necesario aprender nociones del idioma local por el poco conocimiento que los niños tienen del inglés. «Te encuentras en una clase con niños que no te entienden y sin material. Adquieres un rodaje increíble y al final todo se acaba consiguiendo», afirma Cristina Segovia, convencida de que lo aprendido en Ghana no lo podría haber asimilado en una clase de la universidad.
Además, también tuvo tiempo para involucrarse en la vida de la comunidad más allá de las clases, en una experiencia que recomienda y que tuvo que financiarse personalmente (la UVA colabora con una beca). «No solo iba a trabajar. También quería ser una más en la aldea. Daba paseos por el pueblo, hablaba con las mujeres, les ayudaba a cocinar... Al final se convirtieron en mi familia y amigos». Tal fue su integración que cuando concluya la carrera promete regresar.
El testimonio de esta joven fue uno de los reclamos del desayuno solidario organizado por Adepu en el campus María Zambrano para recaudar fondos, dar a conocer los proyectos en los que están trabajando y animar a la gente a colaborar con la ONG. Actualmente, y tras haber concluido la construcción de un pozo, tratan de levantar una escuela infantil y de enseñar a la población (especialmente mujeres) diversas actividades con las que subsistir.
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