Para vivir en un pueblo del tamañano de Fuente de Santa Cruz, con 120 habitantes censados, hay que querer, tener voluntad y gustarte el campo y la soledad. Y ese es el principal problema de los pueblos, que la gente prefiere habitar en la ciudad o localidades más grandes, donde hay servicios; así, es la pescadilla que se muerde la cola, porque no hay servicios al no haber gente y no hay gente, porque no hay servicios.
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Fuente de Santa Cruz: La fuente que nunca deja de dar agua
Fuente de Santa Cruz vive de esta manera, como todos los pueblos de la España vacía, el drama de la despoblación. Pero aún así y con todas las dificultades, procuramos aprovechar las ventajas del mundo rural y movernos. Como lo hace la asociación, cuya actividad retomó hace cuatro años y que organiza sobre todo reuniones gastronómicas.
La historia de Fuente de Santa Cruz es pues la de muchos otros municipios. Del millar de habitantes que tenía a principios del XX pasó a la mitad en los años 60 y a unos 250 a finales de siglo; ahora estamos en la mitad, pero orgullosos de nuestras tradiciones y de nuestro patrimonio. Y, por supuesto, de la fuente de la que toma nombre el pueblo y que nunca ha parado de dar agua, aunque sea un chorrito pequeño en tiempos de sequía.
La fuente es nuestra seña de identidad y a pesar de que el agua procede de un manantial y no está tratada y siempre es más cómodo la utilización del grifo de casa, todavía hay quien viene a beber. Son costumbres entrañables, que no se deben perder.
Si la fuente nos identifica en el nombre, la iglesia de la Santa Cruz, también. Está muy cuidada porque se realizaron arreglos en varias fases a principios de este siglo, entre ellos la restauración del retablo, que es muy bonito y es obra de un discípulo de Churriguera;el altar lo preside la cruz, muy venerada entre los vecinos.
Fuente e iglesia forman el nombre del pueblo y ganas y voluntad de vivir aquí es la actitud de sus habitantes.