La imagen del Niño de la Bola, con nuevo vestido, a su paso por una de las calles de la villa. Mónica Rico

Fervor en Cuéllar por el Niño de la Bola

Los vecinos de la villa dan la bienvenida al nuevo año con una tradición con más de tres siglos

mónica rico

Cuéllar

Miércoles, 2 de enero 2019, 17:50

Una de las tradiciones más arraigadas en la localidad es la procesión del Niño de la Bola, la primera del año, que ayer reunió a decenas de personas. En esta ocasión, la imagen no solo abrió el año procesional, sino que también estrenó nuevo vestido, principal novedad de la cofradía para este año. El nuevo traje ha sido elaborado y donado a la cofradía por la artesana textil Azucena Fraile San Miguel, que lo ha elaborado con tisú en plata y lo ha bordado con hilos de oro. Se trata de un vestido realizado en una sola pieza, tipo faldón, algo más caído que los trajes que vestía la imagen del Niño en los últimos años, algo alejado del estilo barroco de las piezas que llevaba la talla en las últimas procesiones, aunque e bordado mezcla motivos barrocos y florales.

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El traje se remata con una puntilla en oro con puntas de Castilla, cuenta con un lazo sobre el que portar los exvotos y pequeñas piezas que los cofrades quieren que luzca el niño. Además, en su elaboración también participó la artesana Isabel Saz, colaboradora habitual de Fraile, quien en esta ocasión se ha encargado de la enagua que viste la imagen bajo el vestido, que ha sido elaborada con bolillos.

Ya engalanado por las camareras de la cofradía, el Niño de la Bola presidió la eucaristía que se desarrolló durante la mañana en la iglesia de San Miguel, en la que como cada año participó la cofradía del Niño, que se encarga del grueso de las actividades en esta jornada, como también lo hace de la próxima cita del día 6 de enero, cuando la imagen volverá a recorrer las calles del municipio. Ya por la tarde, decenas de cofrades, pero también multitud de devotos, vecinos y turistas acudieron a la cita ancestral, que cumplió tradiciones entre las que no faltan las típicas danzas procesionales al son de las dulzainas y el tamboril, ritmos que se repiten desde hace siglos, que se suceden durante todo el recorrido de la procesión y que se acompañan con los bailes de decenas de fieles, que danzan, tal y como manda la tradición, mirando de frente la imagen del Niño.

Fue a las 17:00 horas cuando el repique de la campana de la iglesia de San Esteban anunciaba la salida de la imagen del Niño en procesión, desde el templo de San Miguel. Aunque a ambas iglesias apenas las separan unos pocos centenares de metros, el recorrido entre ambas se prolonga durante más de una hora, a la que se suma más de otra hora para regresar de nuevo a la parroquia de San Miguel, donde se guarda la imagen durante el año, aunque anteriormente lo hacía en el interior de San Esteban.

Junto al sonido de las campanas, que se prolonga durante toda la procesión, el de las dulzainas y tamboril, también suenan los cohetes durante todo el recorrido, y uno más, el de las tradicionales castañuelas cuellaranas, similares a las tejoletas y que este año han acompañado en gran número al Niño de la Bola. Ello es en buena medida gracias a la iniciativa de la cofradía, que desde el año pasado viene organizando cursos para que los cuellaranos conozcan la técnica y los toques de este instrumento, sumando así su sonido a esta antigua tradición.

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Llegada a la iglesia

Acompañados por estos sonidos, la procesión llegó hasta la iglesia de San Esteban. El templo en el que originariamente se veneraba la talla, acogió a los fieles, que llenaron el templo para unir sus voces en el canto de los tradicionales villancicos, en esta ocasión dos dedicados especialmente a la imagen, 'Al Niño de la Bola' y 'Niño de la Bola'. Tras ello, el párroco local realizó una bendición, además de tener un recuerdo para aquellos que no habían podido acompañar a la imagen en esta su primera procesión del año. Tras la parada, la procesión continuó, con una nueva danza en la puerta del templo y otras muchas que se sucedieron en el trayecto de la procesión, que llevó a la imagen hasta la iglesia de San Miguel. El recorrido se volverá a repetir el próximo 6 de enero, día de Reyes.

La imagen del Niño de la Bola es una talla de madera de cuerpo entero y sexuada de un Niño Jesús. Se trata de una imagen de estilo barroco, fechada a mediados del siglo XVII, con policromía en brazos y cabeza, que se cubre con una peluca de cabello natural, largo, rubio y con rizos, en la que porta una corona de rayos. La talla recibe su nombre por portar en su mano izquierda una bola del mundo o globo terráqueo rematado con una cruz, mientras que en la derecha lleva una rama, a la vez que parece encontrarse en acto de bendición.

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La cofradía del Niño de la Bola, formada por un centenar de hermanos, cumple este 2019 los 340 años de su existencia conocida, pues no se ha encontrado el acta fundacional de la misma. Sus cofrades se encargan de mantener la devoción al Niño Jesús y mantener viva la tradición dando testimonio de fe en las navidades cuellaranas, un esfuerzo que se ve recompensando con la asistencia de cada vez mayor número de personas a los actos en honor a la imagen, que han suscitado una gran aceptación entre vecinos, curiosos, visitantes y estudiosos en los últimos años.

A la cofradía puede pertenecer la persona que lo desee, así como ostentar el cargo de mayordomo, puesto que este año ha desempeñado Jesús Escribano Espeso, pareja de la artesana Azucena Fraile, por lo que ambos decidieron que en este año tan especial realizarían el traje que ha sido donado a la cofradía.

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