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El alcalde de un pueblo pequeño busca en Google respuestas a la despoblación porque ya lo ha intentado todo. Así dieron Prádena, Lastras de Cuéllar ... y Boceguillas con Holapueblo, una de tantas plataformas que sirven de aplicación sentimental demográfica, pues unen lugares y pobladores deseosos de encontrarse. El resultado tangible tras un par de años no cambia el padrón: apenas se han traducido en la llegada de dos familias, principalmente por las carencias de vivienda de los pueblos, sin apenas parque público y con mucha segunda residencia que sus dueños no llevan al mercado. Con todo, repiten en la quinta edición, que arranca estas semanas con un centenar de municipios de toda España.
«¿Qué podemos hacer para que venga gente?», se preguntaba el alcalde de Prádena, Ismael Masedo, que habla de la «sangría» demográfica, reflejada en el colegio: de clases con 17 alumnos en su época a apenas unos cinco ahora. De aquella clase, la de su hermano, solo uno se quedó en el pueblo. «Vemos la necesidad de buscar otras alternativas para que venga gente de fuera; si puede ser, familias con hijos». Porque los servicios se mantienen, quitando alguna cafetería o tienda. «Tenemos farmacia, bancos, peluquerías… Pero la población ha envejecido, la gente joven se ha ido y no se crean nuevas empresas».
Holapueblo, financiada por empresas como Ikea o Redeia, tiene en Castilla y León a un tercio de sus municipios participantes: 33 de 100. La plataforma aspira a que «ganen población y reactiven su economía gracias a la puesta en marcha de negocios por parte de los nuevos habitantes». Frente a otras plataformas como Proyecto Arraigo, el poblador debe ser emprendedor. El municipio envía documentación –desde fotografías a viviendas disponibles o servicios mínimos– y, una vez recibe el visto bueno, empieza sus entrevistas con empleados de la plataforma, que contacta por otro lado con emprendedores. Tras un filtro inicial, ambas partes reciben varios perfiles –unos, vecinos; otros, pueblos– y eligen. Cuando estos intereses coinciden, llega el encuentro.
Masedo tuvo tres entrevistas en Prádena y otras dos 'on-line'. Proyectos desde una empresa de marketing digital al concepto de manitas: pequeños arreglos domésticos en los pueblos de la zona. Finalmente ganó la idea de una familia argentina de crear una escuela de música, algo que no solo ha beneficiado al pueblo, sino a colegios y ampas vecinos. El Ayuntamiento pone el local, compró el piano y ha sumado de golpe tres alumnos al colegio. Y confía en el efecto llamada. «Ojalá, gente que quiera venir a una vida diferente en los pueblos. Si no, el futuro es complicado. Seguiremos metiéndonos en todas las plataformas que hagan falta, a ver si pueden venir una o dos al año».
Boceguillas tiene la voluntad y los medios –desde comercios a comunicaciones, a los pies de la A-1–, pero no ha podido acoger a nadie por falta de vivienda. Su alcaldesa, Cristina Cristóbal, habla del «reto demográfico», de hacer los pueblos atractivos. «Y lo de Holapueblo fue por casualidad. Puse en Google 'programas de repoblación', me salió, rellené un formulario y entramos en la tercera edición». Así presentó a un pueblo con más de 700 habitantes. «Nuestro punto fuerte es la situación. Casi todas las vías de comunicación al resto de municipios salen desde aquí. Eso hace que sea un pueblo de servicios, con mucha pequeña empresa, muy dinámico». Restauración, talleres, tiendas, almacenes y servicios básicos como colegio, guardería o centro médico. «Aquí se puede vivir sin salir de Boceguillas».
Con esas cartas –los candidatos priorizan lugares bien comunicados y con servicios– Cristóbal ha entrevistado solo a tres candidatos en dos años. «No le estamos sacando todo el rendimiento que se podría por el tema de la vivienda. Hay gente que hubiera encajado aquí, pero no se lo hemos propuesto. Como hay mucho trabajo, en cuanto queda algo libre se ocupa en días». Y tienen lista de espera. Eso explica que su padrón haya aumentado entre 30 y 40 vecinos en el último año a la vez que reduce el margen de nuevas llegadas. «Es contradictorio. Estamos hablando de que los pueblos se vacían y luego no hay viviendas para que se puedan llenar». La consecuencia de segundas residencias o casas que no están lo suficientemente dotadas para todo el año. Una carestía urbanística a la que el Ayuntamiento espera responder con parcelas municipales. «Pero claro, una vivienda no la haces de un día para otro».
Pese a todo, Boceguillas ve otros pros en el programa. «Al final, el coste es mínimo [unos 200 euros anuales] e interactúas con otros pueblos, experiencias de las que puedas aprender». Ideas como convertir en cuartel de la Guardia Civil en viviendas. Y el concepto de fondo. «Queremos gente de paso, esto no es un alquiler a largo plazo. Es una primera toma de contacto. Si a la gente le gusta el pueblo, tiene que salir y buscarse una casa. Tiene que haber rotación». O cómo difundir el lugar a través de redes sociales. «Que te puedas posicionar y tu pueblo salga un poco de las fronteras de la comarca».
Lastras de Cuéllar tiene el mismo problema de vivienda con la mitad de habitantes, poco más de 300. El Ayuntamiento ofrece a precios bajos un espacio de oficinas y está arreglando al ritmo que permiten sus modestos presupuestos restaurar viviendas municipales. «Los servicios básicos de cualquier municipio, como digo yo, no los tenemos cubiertos», subraya su alcalde, Urbano Fernández. Porque el pan viene forma ambulante, hay locales vacíos –carnicería, pescadería o un bar–, mantiene un centro de mayores y recibe al médico tres días por semana.
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El pueblo ha pasado en un año de 320 a 350 vecinos porque Cuéllar sirve de imán laboral. «Allí faltan viviendas y van viniendo a los pueblos de alrededor». El Ayuntamiento tiene seis casas, que bien están ya alquiladas o saldrán este mes al mercado. «Viviendas privadas hay muchas, pero bastantes están vacías. La gente tiene miedo a alquilarlas». Fernández no habla ya de segundas residencias de vecinos de Valladolid o Madrid, sino de terceras, así que se ofrece a gestionar directamente la operación y garantiza demanda. «Siempre te viene gente preguntando por casas vacías y te da pena decir que no». Y avisa de las consecuencias de dejarlas varadas. «Luego os cabreáis cuando vaya el Ayuntamiento a decirte que tu casa se está cayendo y el derribo cuesta 12.000 euros».
El proceso con Holapueblo consistió en varias llamadas para actualizar los alojamientos disponibles hasta que llegó un matrimonio malagueño en julio que trasladó allí su mercería creativa: Lazos y Botones. Ideas de todo tipo que suman al pueblo, agradecido de acogerles, pero el ideal del alcalde era una familia con un niño en edad escolar para reabrir el colegio: ahora tienen dos y hacen falta tres. «Quieras que no, con colegio es más fácil que te vengan familias».
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