Rafael Martín Hernández, junto la imagen. ANTONIO TANARRO

Los cofrades de Nueva Segovia estrenan Virgen

La cofradía del barrio celebra la bendición de una imagen dolorosa comprada al imaginero sevillano Rafael Martín Hernández en 2019

Sábado, 10 de septiembre 2022, 21:01

María Santísima de los Dolores ha vivido este sábado su presentación en sociedad en la Iglesia de Nueva Segovia. Una Virgen joven para un barrio ... joven. La Cofradía de la Flagelación del Señor, fundada en los años 80 como una de las primeras agrupaciones culturales del nuevo vecindario, ha tenido que esperar tres años para que la obra, adquirida al imaginero sevillano Rafael Martín Hernández, viera la luz. Desde ayer ocupa su puesto de honor en el templo.

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La cofradía recogió la imagen desde Sevilla en octubre de 2019 y no la ha podido bendecir hasta ahora, pandemia mediante. Hasta ahora, la Virgen yacía vestida en los aledaños de la iglesia y recibía las visitas de los fieles. La imagen titular de la cofradía, fundada en 1988, era el Cristo Flagelado, un paso cedido por el Obispado de Segovia. Y seguirá siéndolo. Sus inicios se desarrollaron en unos salones parroquiales junto a un taller de pintura de la calle Calderón de la Barca. Hasta que en el año 2000 vio la luz la actual iglesia, propiedad del Obispado pero sufragada con el dinero de los vecinos.

Una cofradía necesita su Virgen, aunque sea una humilde: es la única segoviana que cobra cuotas por familia (12 euros al año) y no por cofrade. Ahora mismo cuenta con más de 240. El colectivo se financia con un rastrillo anual y organiza una marcha solidaria a favor de la Asociación Española Contra el Cáncer, un evento del que no obtiene beneficio. La identidad del Cristo flagelado les llevó a buscar una virgen dolorosa, que, además, es el tono dominante de los pasos de Semana Santa, a excepción de un Cristo resucitado o una Virgen de aleluya; es decir, una imagen feliz como la Ascensión o la Virgen del Rocío.

De alguna manera, la Virgen llamó a su puerta. La segoviana María Dolores Gordillo se cruzó con ella en un viaje a Sevilla en el que quiso visitar el taller del imaginero Rafael Martín Hernández. A su vuelta, compartió el flechazo y el proyecto se puso en marcha. La junta de la cofradía aprobó la propuesta.

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Después, a la Virgen le empezaron a salir otras novias desde Granada o Sevilla, pero el sevillano mantuvo su palabra por una relación que va más allá de lo profesional, pues acudió a la bendición con su madre, su hermana y sus sobrinas. La cofradía invitó al acto al obispo, que tenía otros compromisos, al vicario y al propio párroco de Nueva Segovia. El detalle de la imagen que más gustó entre los cofrades es su mirada aguada, al borde del llanto. Y su juventud, un rasgo diferenciador frente a las vírgenes castellanas, que acostumbran a ser de más edad.

El imaginero creó la Virgen por «satisfacción personal» para su estudio. «Quería una Virgen que no fuera puramente estilo sevillano. A mí me gusta mucho la escuela castellana, darle más movimiento a la imagen». Eso se traduce, por ejemplo, en una torsión marcada del cuello. Habla de una obra «un poco ecléctica» entre lo andaluz y lo castellano. «Es una Virgen que tiene un dolor muy contenido, que está en una expresión de inclinación, como con cierto desazón o desamparo». Algo que transmite a través de la mirada, de la expresión, con la boca entreabierta. Los ojos tienen una tonalidad doble en el iris: azul y marrón.

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Está tallada en madera de cedro. Es una obra de candelero, con los brazos articulados, y mide 1,79, de bastante envergadura, otro signo de los tiempos modernos. El imaginero empezó su obra en mayo de 2018 y tardó cerca de tres meses en acabarla. Una vez terminada, colgó su trabajo en su perfil de internet. Habla de una Virgen «que puede rondar los 30 años», una elección de edad nada casual. «Yo ya tengo otras de edades más maduras. Y también más juveniles; tengo una Virgen que podría ser adolescente. Me gusta estudiar la fisionomía de diferentes edades y no repetir los modelos». Su obra anterior, la Virgen de la Caridad, que terminó en Valladolid, era más joven. «A esta le quise dar un poco más de edad. Tiene los rasgos más marcados, es más angulosa». Álvaro Abril se encargó de vestirla para la ocasión con la colaboración de Borbados Barber, de Valencia.

Demanda

Esos nuevos barrios que van surgiendo con la ampliación de las ciudades suponen un nuevo nicho de trabajo para el imaginero. En esencia: hay demanda. «Sí, tengo encargos. Ahora estoy trabajando para Pamplona. También voy a trabajar para Cádiz y tengo varios proyectos que aún están pendientes de confirmación. Siempre tengo continuidad». Este sevillano compagina sus creaciones con su labor de profesor universitario. El volumen de trabajo que puede asumir es reducido porque trabaja sin discípulo. Sus encargos son la prueba de que en un mundo cada vez más laico queda espacio para el culto a la imagen religiosa. Recientemente, entregó una Virgen a una capilla católica alemana. Otra de sus imágenes se bendijo en una romería en el sur de Francia. También ha hecho obras para Guatemala. «Hasta fuera de España la cosa sigue viva. Y aquí en el sur hay mucha afición y formaciones nuevas».

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El imaginero ilustra con su presencia en Nueva Segovia su apego por lo castellano desde la adolescencia. Es su tercera visita a Segovia y confiesa su interés por indagar en el arte. «No me imaginaba que iba a tener una obra en Segovia. Y en Valladolid, menos. Esto para mí es como un regalo caído del cielo».

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