El casco histórico, San Millán y San José son las zonas de Segovia con más ratas
Los vecinos del recinto amurallado alertan de una elevada presencia de roedores en zonas como la Plaza Mayor
Los vecinos del casco histórico observan una presencia creciente de ratas en las calles, una situación que trasladan sin alarmismos, pero sí como toque de ... atención. «Antes era bastante complicado ver una rata por la calle. Ha habido toda la vida, pero se mantenían en las alcantarillas. Se tiene menos cuidado, la calle está más sucia… Es más fácil verlas cuando estás dando un paseo», resume su presidente de la Asociación de Vecinos del Recinto Amurallado de Segovia (AVRAS), Clemente Oria. El Ayuntamiento de Segovia apunta a la ciudad vieja como una de las zonas más prolíferas, junto a San José o San Millán, pero defiende como «bastante aceptable» su plan de control de ratas y cucarachas para toda la ciudad.
Los miembros de AVRAS compartieron el martes en una reunión su preocupación por las ratas. «Campan por sus anchas en la plazuela de los Huertos», ejemplifica Oria, que desgrana su lista de causas, empezando por los contenedores de basura. «La gente se está acostumbrando en demasía a dejar las bolsas fuera, no sé si porque no quieren meterlas o porque no caben». También ahonda en la alimentación a palomas o gatos callejeros. «Les dan comida en exceso, los recipientes se quedan en la calle y eso atrae a las ratas. Es cierto que ya se están viendo incluso en la Plaza Mayor». Un mapa en el que cita también San Facundo o San Sebastián. «No es difícil ver de vez en cuanto una rata por cualquier lado circulando tranquilamente por la calle».
«Hay gente que no tiene la paciencia o decencia suficiente de tirarlo en los subterráneos y deja la bolsa apoyada en la pared»
El balance vecinal es que el casco histórico «cada vez está más cerdo», un contexto propicio. «La suciedad atrae a las ratas, es comida». Otro factor con múltiples orígenes. Pone el ejemplo del epicentro de contenedores de la calle Infanta Isabel. «Está asqueroso. Alrededor de él, siempre hay cosas. Bolsas de basura, líquidos, recipientes o cartones. Las asas para abrirlos están pringosas. Yo no quiero acusar a nadie, pero hay otros por la ciudad igual de utilizados y en mejor estado». Si en este punto señala a los bares, en otro, el de los contenedores «de quita y pon», hace autocrítica con los residentes. «Hay gente que no tiene la paciencia o decencia suficiente de tirarlo en los subterráneos y deja la bolsa de basura apoyada. Esto lo hacen mucho los alumnos de la IE». En esa batalla global contra la sociedad, los vecinos lamentan los vómitos o meadas de las madrugadas. «Gente que viene aquí a tomarse copas, coge la melopea y la suelta donde puede. Es un cúmulo de todo».
La presión se acentúa en la prevención según se alargan los veranos, sin lluvias hasta casi el mes de noviembre
El turismo es otro factor ambivalente. «Tiene ventajas, pero también muchos inconvenientes. La gente deja el bocadillo donde pilla y eso es una atracción para las ratas o las palomas». Como la alimentación a los gatos, un tema complejo que el Ayuntamiento gestiona a través de voluntarios que van a alimentarlos. Un proceso que funciona por la guía de buenas prácticas de la mayoría de los gestores de estas comunidades felinas, pero no todos forman parte del sistema, así que algunos no aplican un protocolo que, entre otras cosas, evita servirles comida húmeda por higiene urbana, pues facilita las deposiciones. «Lo fundamental es que el Ayuntamiento se gaste en dinero en castrar gatos porque los veterinarios no lo hacen gratis. No tengo nada contra ellos, me parece estupendo que haya gatos en la ciudad, dentro de un orden. Igual que las palomas». No ayudan, subraya, celebraciones gastronómicas como las fiestas de la hamburguesa en el Salón. Por eso argumenta que la ratio de empleados de la limpieza en relación de los transeúntes reales del casco histórico no es suficiente. «En otras ciudades ves muchos turistas, pero están limpias porque cada cuarto de hora pasa un vehículo de limpieza. Aquí se hace al revés. Esto es Segovia vista como negocio, no como ciudad».
Control de plagas
El contrato de limpieza viaria del Ayuntamiento de Segovia con la empresa FCC incluye el control de plagas. La concesionaria tiene a su vez subcontratado esta parte a otra empresa, Atisa. El concejal de Salud Pública, Gabriel Cobos, distingue dos formas de trabajar. Los trabajos preventivos, sobre todo en época estival, la más propicia para la aparición de roedores o cucarachas. «También trabajamos de cara a las quejas del ciudadano. Si entran llamadas porque hayan aparecido excepcionalmente en algún sitio». O por la app municipal Línea Verde: testimonios –en ocasiones acompañados de imágenes– con el lugar. «Con esa incidencia, se hace una comunicación a la empresa para que hagan sus aplicaciones. Si vemos que en un mismo sitio hay varias quejas, ya se hace un tratamiento más intenso».
El mapa de la ciudad no ha variado especialmente. «Los puntos conflictivos de la ciudad los conocemos porque son todos los años los mismos. Son las zonas más conflictivas de donde nos llegan más avisos». Desde San José, con sus patios y su plaza. Cobos lo explica por circunstancias como el desarrollo urbanístico del barrio. «Las viviendas que se construyeron en esa época tienen unas cámaras de aire que las hacen propensas». Suma a la ecuación San Millán y el entorno del casco histórico. «Hay muchas oquedades y agujeros donde pueden estar estas especies». La bóveda del río Clamores es otro factor. «Sabemos que se utiliza para aguas residuales, pero es un espacio bastante amplio».
La presión se acentúa en la prevención según se alargan los veranos, algo que ha ocurrido de nuevo este año, sin lluvias hasta prácticamente noviembre. «Todos eso alarga la temporada en que son más prolíferas. Ya no son tres o cuatro meses, sino que son más». El contrato de prestación no varía porque haya más meses calurosos; si acaso, será un factor para elevar el coste en el siguiente pliego de basuras en 2030. «Igual hay que tener en cuenta que se haga una limpieza más efectiva o que la campaña de verano sea más intensiva».
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En conversaciones con concejales de otras ciudades, Cobos traza una estrategia parecida. «Hay ciudades costeras que tienen alguna dificultad más. Es algo importante, hay que controlarlo para que su número no se dispare exponencialmente y no afecte a la vida de los vecinos. Hay ratas en Segovia como en todas las ciudades, eso es irremediable, pero creo que tenemos un control bastante aceptable. Esporádicamente se ven cosas, pero no es algo alarmante. Cuando hay un parte, no suele volver a aparecer». La asociación vecinal dibuja el problema en su contexto. «De momento no es una plaga, no es que estemos agobiados por las ratas, pero de no poner cuidado en mantener más limpio todo, irá cada vez a más, como está ocurriendo».
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