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Un barrio de Segovia rendido a su panadero
San José arropa a Fernando Marín, el popular Falele, que el 31 de diciembre se jubilará, al que agradecen su generosidad, su trato y su servicio durante 52 años
Viva mi abuelo!» El grito de Luca, corto, conciso y potente, resonó en la plaza de San José. Tan sincera y rotunda exaltación de cariño ... mereció los rendidos aplausos de las decenas de personas que se habían congregado ante el escenario. Ovaciones que enjugaban alguna que otra lágrima y que jaleaban las sonrisas cómplices de los vecinos que en la tarde-noche de este viernes se han juntado para homenajear a su panadero de toda la vida. Ancianos, adultos y jóvenes agradeciendo con su presencia, con abrazos, plmadas, regalos y de viva voz una vida dedicada a la gente del distrito obrero segoviano. Tal demostración de afecto tenía un destinatario: Fernando Marín, el popular Falele, quien para muchos de los asistentes es mucho más que un tendero, y su comercio, mucho más que un negocio de alimentación.
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Marín es «el punto de reunión» que tiene San José, como apuntó el propio Marín. Es el corazón que late, los pasos que se dan, las historias que ocurren en el barrio. Merce, vecina de Falele en cuanto a que el quiosco que atiende está a escasos metros de la panadería, comentaba la longeva trayectoria del homenajeado porque «cuando nací ya estaba ahí». «Es una institución», destacaba al hablar de su generosidad. También tuvo palabras de afecto para su familia, y en particular para la madre de Falele, Angelines, quien fue «una persona muy especial».
«Fernando es todo: amigo, compañero y jefe. Estoy segura que no hay en Segovia uno como él»
Meli
Empleada de la panadería Marín
Se le va a echar de menos no solo en el barrio, sino en toda Segovia, decían algunas mujeres mayores reunidas en corro y reviviendo algunas anécdotas adelantando la nostalgia por la inminente despedida del panadero que se jubila. El 31 de diciembre, con el año, Marín hará sus últimos servicios. Él mismo confiesa sentir «vértigo» conforme se acerca la fecha. Antes, lo veía más lejos; pero «todo termina llegando» como él mismo apunta.
Este viernes se sentía «abrumado» por tantas muestras de cariño que ha sembrado a lo largo de 52 años haciéndose cargo de la tienda que antes tuvo su padre. La verja no se baja definitivamente y la estirpe Marín va a seguir en este lugar de reunión que tiene San José. María, su hija, recoge el testigo.
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«El desayuno en las fiestas»
Falele, que cumplió los 65 años el pasado lunes, recordó en su discurso que han sido los suyos, su mujer Mari Cruz y sus hijos, los que «más han sufrido toda mi dedicación». Ellos, por su parte, presumen de marido, padre y abuelo. Y el barrio, lo hace orgulloso de su panadero. Juan, otro de los vecinos que quiso arropar y abrazar a Marín, puso de relieve la excelencia humana del jubilado. «Ha encarnado lo que supone ser un ejemplo de caridad en el día a día». Así alaba la solidaridad que ha mostrado durante estos años. Otra Merce, tocaya de la primera, coincidía en destacar la predisposición de dar el mejor servicio que siempre ha tenido. «Aunque tenga un día malo, te trata con una sonrisa».
El protagonista ensalzó también al equipo que ha trabajado con él. Ellos también han hecho que Marín dé lo mejor de sí. Raquel, Rosa, Marisa, Phillipe, Eva, Aitor y Meli, quien emocionada definió a Falele como «el todo: amigo, compañero y jefe. Estoy segura que no hay en Segovia uno como él».
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Alba e Irene, de generaciones más jóvenes, también se sumaron junto con otros veinteañeros al homenaje. Y es que para ellos Marín «es el desayuno en las fiestas del barrio con el pan pizza y el biofrutas» para recomponerse tras las noches de jarana.
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