Los agricultores esperan pérdidas del 50% en la producción debido al calor
Las altas temperaturas se han «adelantado» y han afectado a la formación total de los cereales en un momento en el que se habían situado a «muy buenos» precios en las lonjas
ricardo domingo
Segovia
Lunes, 20 de junio 2022, 00:21
«Empezó mayo y pensábamos que sacaríamos entre 4.500 y 5.000 kilogramos por hectárea. Iba muy bien la cosa. Pero llegó la ola ... de calor y en dos días cambió el campo. Ahora, en Caballar se oye que se sacarán unos 1.600 kilogramos por hectárea».
Lo cuenta Silvino Sanz, agricultor y ganadero que posee 80 hectáreas de cebada, trigo y girasol en Juarros de Riomoros, en plena Campiña Segoviana. Ángel Adrados, también agricultor —y que trabaja cerca de 500 hectáreas en la zona de Veganzones y Turégano—, coincide con las previsiones de Sanz: «En abril teníamos una perspectiva buena, entre 4.000 y 5.000 kilogramos. Ahora, no creemos pasar de 2.500 kilogramos por hectárea». Es decir, se prevén unas pérdidas en la producción de cereal de entre el 50% y el 65%.
La labranza de Sanz y Adrados es la piedra de toque para conocer la situación actual del campo castellano, el granero del país, ya que produce cerca del 40% del total nacional. 'La peor ola de calor de junio en 20 años' como ya la han calificado medios y meteorólogos, causa estragos a un cereal cuyo grano «estaba prácticamente hecho; el calor ha venido muy pronto, lo ha adelantado», explica Adrados, que apunta que el trigo y la cebada necesitaban madurar 15 días más, «pero con estos dos días de altas temperaturas se han secado».
Esta vorágine de infortunios que arredra al sector primario llegaba en un momento de altas cotizaciones del trigo y la cebada en las lonjas españolas. La guerra en Ucrania mermaba las importaciones de cereal de este país—uno de los principales importadores— lo que tenía repercusión en los precios del cereal español. Por ejemplo, la Lonja de Segovia cotizaba el trigo, a principios de junio de este año, a 364 euros, cuando hace un año su precio estaba a 211 euros. Para la cebada la situación es similar, hace un año se preciaba en 193 euros, ahora está a 354 euros.
Los agricultores esperaban un buen año, pero subieron las temperaturas y, paralelamente, el temor a la especulación. «El precio que rondaba los 350 euros era muy bueno, pero el otro día —tras la ola de calor—los cereales ya venían sin precio en la Lonja… Lo mismo nos dan dos pesetas», cuenta preocupado Sanz. Adrados atisba que otra de las posibles consecuencias de esto sea «que algunos agricultores retengan su producción esperando a que el precio suba». Lo que daría lugar a que aumentasen las importaciones dado que se reduciría la oferta. Unas importaciones que se sobrentienden complicadas en un mercado dominado tradicionalmente por Rusia y Ucrania, cuyo cereal representaba un porcentaje enorme con el que se comerciaba en el mercado internacional. La reducción de la oferta de los países en guerra brindará oportunidades a especuladores que se aprovecharán de la situación de los agricultores para comprar cereal y revenderlo fuera de España, donde inflarán los precios dado que la demanda internacional está en auge. Para el cereal no existe solución porque «ya ha llegado su ciclo de maduración», pero, respecto al girasol, la lluvia aún puede llegar como salvadora. «Con el girasol pasa que, como se recoge en octubre y se acaba de plantar, la tierra se ha quedado muy áspera y seca, y no germina la pipa. Aún hay tiempo de solucionarlo, pero tiene que llover ya», explica Adrados. El girasol era otro de los estandartes de las exportaciones ucranianas y, por tanto, la guerra ha supuesto un incremento en la demanda de girasol patrio.
Pese a que las cantidades que se pagan a los agricultores han subido en el último año, éstos instan a recordar los ingentes gastos de producción a los que han tenido que hacer frente este último año. Cuando a Silvino Sanz se le pregunta por el gasoil agrícola se echa las manos a la cabeza. «Calla, calla…», no quiere ni pensarlo. «Ahora está cerca de 1,30 euros el litro. Por suerte luz no consumimos mucha porque todo lo que tenemos es de secano, no quiero ni pensar los gastos que deben hacer frentes aquellos que tengan campos de regadío». Además, los costes de abonos y fertilizantes también son latentes para el sector. «El precio de los abonos casi se ha duplicado y los fertilizantes también han subido una barbaridad. Pero todas estas subidas ya venían de antes. Ya estaban subiendo los precios a finales del año pasado… Que no lo achaquen todo a la guerra de Ucrania».
Otro quebradero de cabeza en la labranza de la tierra es la constante problemática con la aseguradora. «Cubre muy poco, para pagarte algo tiene que ser un daño catastrófico. Este año las pérdidas están en el límite que estipula la póliza, así que va a ser muy complicado que nos den algo», arguye Adrados. Guarecerse tras las ayudas del seguro no parece una opción. Antes de cosechar, Sanz es cauto y prefiere cerciorarse. «Voy a llamar al seguro antes de sacar las cosechadoras porque si provoco un fuego no sé cómo se va a solucionar. La Junta dice que con 30 o 35 grados ya no se puede cosechar y hemos estado a 38 grados. ¿Quién se responsabiliza de eso? Si la Junta dice eso luego los seguros se agarran a lo que sea».
Que suba el cereal hará que aumente el precio de los piensos, lo que complicará que muchos ganaderos no puedan hacerse cargo de los vertiginosos gastos. La no existencia de unos precios fijados en el sector agrario y ganadero impiden la creación de un mercado estable y seguro tanto para agricultor como para clientes. Pese al calor, no ponen pegas a seguir trabajando. «Aquí en la cosechadora estoy cómodo y fresquito con el aire acondicionado, mientras no me tenga que bajar…», bromea Adrados.
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