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el norte
Lunes, 29 de mayo 2017, 19:50
España es, desde hace años, un referente en esta industria de la magia, con importantes ilusionistas que han llevado su nombre por todo el mundo. Cientos de premios internacionales y espectáculos en las más importantes avenidas del planeta han hecho de la escuela de magia española un exponente internacional. Y tal vez el padre, o al menos uno de ellos, de este salto cualitativo a la globalización del país en esta disciplina, sea el genial Juan Tamariz, que el próximo sábado, 3 de junio, a las 20:30 horas, llenará de magia y humor el teatro Gonzalo Menéndez Pidal, de El Espinar, en el que ofrecerá los mejores números de su carrera.
Magia potagia y más es el título de su última apuesta, un espectáculo cercano y familiar en el que muestra sus habilidades y simpatía de una manera íntima y cercana, dejando patente que la magia precisa de muy poco para dejar a cualquiera con la boca abierta. La representación está compuesta por siete bloques en los que se sucederán diferentes números de magia, que van desde juegos colectivos hasta trucos pequeños e íntimos. Una cámara conectada a una pantalla enseñará los detalles de los trucos en directo, para que sus especta-actores vean lo que sucede en el escenario.
Además, contará con la participación de la maga colombiana Consuelo Lorgia, la más prestigiosa de su país. Es hija, hermana y madre de magos (en Colombia, el apellido Lorgia es sinónimo de magia). Con más de 30 años de carrera profesional, ha recorrido su país natal y también España, Italia, Austria, México o Brasil, entre otros. Casada con Juan Tamariz precisamente, la boda se celebró en el Ayuntamiento de Segovia en 2008, ha actuado en numerosos programas de televisión y es poseedora de tres Premios de Magia Femenina.
Como él mismo Tamariz afirma: «lo único importante es amar apasionadamente lo que se hace y disfrutar al compartirlo con las gentes a las que, por cierto, también amo», según indican fuentes de la organización, que destacan que «solo él fue capaz de mezclar, de un modo tan particular, magia, telepatía, misterio, improvisación y emoción, con humor y sencillez, haciendo parecer sus complejas técnicas un juego de niños, que hacen, aún si cabe, más entretenido el espectáculo. Sin redoble de tambores, sin músicas épicas y sin juegos a media luz, Juan pone sobre el tapete o las tablas las más complejas e increíbles ilusiones, en un espectáculo único e irrepetible».
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