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El fotógrafo vallisoletano Ángel Marcos, ante ‘La mar negra’, una de las instalaciones que presenta en Palacio de Quintanar.

«No sé lo que es el arte, solo sé que me interesa la gente»

La décima edición de SegoviaFoto comienza en Palacio de Quintanar con la exposición del artista Ángel Marcos

Miguel Ángel López

Sábado, 18 de marzo 2017, 11:34

«Me influye mucho el flamenco, escuchar la música, y me influye mucho la gente», declara Ángel Marcos (Medina del Campo, 1955). La gente hace que el fotógrafo abra los ojos, asegura. Así ha sido siempre desde que cogió la primera cámara, la Werlisa Nerasport que le regaló su madre adquirida con una cartilla de puntos, con la que hizo sus primeras fotografías a su sobrina en película de blanco y negro de 127 milímetros. Desde que aprendió a revelar de forma autodidacta con lo poco que le enseñaban en la España de 1970 los fotógrafos de fiestas (muchos empleados de Renfe) que llegaban a Medina para vender las fotos que hacían en los festejos. Entonces hacía fotos «sin ningún afán consciente». Progresó en el piso de estudiantes de Valladolid, donde revelaban de noche, y con honestidad, reconoce que empezó «en la fotografía aplicada» porque, precisa, «soy autodidacta en la fotografía y en el arte».

Ángel Marcos inaugura las doce exposiciones del décimo ciclo de SegoviaFoto, enmarcadas con el título colectivo de Memorándum, y él es el primero de los 31 fotógrafos que mostrarán su trabajo en Palacio de Quintanar, en un intenso programa expositivo del Encuentro de Captadores de Imágenes que organiza Javier Salcedo por medio de la Asociación Fotográfica de Segovia.

Y Marcos, que afirma que «no sé lo que es el arte, solo sé que me interesa la gente», menciona muchos nombres al hablar de sus influencias, como el de Vallhonrat, «un magnífico fotógrafo de boda»; Thompson y la fotografía escenificada; a los que conoció en su etapa de profesor en Cabueñes, como Alejandro Castellote o Eduardo Momeñe y, entre otros, representantes de la Escuela de Canadá de fotografía construida como Jeff Wall. Aunque son referencias que pueden ampliarse con muchos nombres y sitios, pues el fotógrafo vuelve siempre a «los lugares donde se producen las materias primas» y ciñe mucho de su trabajo «a mi territorio, a Castilla y León».

Tiene Ángel Marcos muy presente una frase que le dijo Fernando Castro a poco de conocerle, «que tenga siempre en cuenta que el arte es lo que cuentas y cómo lo cuentas». La recuerda para afirmar que en fotografía «la técnica es fundamental» y para matizar cuando se le pregunta por la dicotomía entre película y digital que «en mi caso soy un agradecido de la imagen digital por la autonomía que me da».

Recuerda sus inicios en Medina, cuando enviar un carrete a un laboratorio, generalmente de Madrid, «era un calvario y estar siempre con una dependencia increíble». Ahora, revela, «con lo digital se ha abierto una doble puerta: soy más autónomo y se produce un fenómeno creativo anterior y posterior a la captura en la pantalla, tienes luego ese proceso de creación».

Series abiertas

Crea el fotógrafo en serie que no cierra, que deja abiertas para incorporar nuevas imágenes y, «por mantener la coherencia», dice, «nunca llegan a acabar». Ocurre con Alrededor del sueño que empezó en Nueva York y continuó en Cuba, Las Vegas y China, como explicó ayer en la visita guiada Marcos, acompañado del delegado territorial de la Junta, Javier López-Escobar, Javier Salcedo y una nube de fotógrafos ávidos de escucharle.

Impacta mucho, en una sala con la luz justa, la serie La mar negra, que sigue abierta y en la que el creador presenta nueve (de los trece de la serie original) rostros captados en Senegal «siempre con su permiso» el lugar de origen de los cayucos de migrantes que llegaban a Canarias; son caras dignas, serenas, que rodean una mesa donde hay fotografías de platos, cubiertos y marisco, fotos de «una fiesta y de los invitados que tienen que estar ahí».

Está también parte de su serie Rabo de lagartija, que habla «de la clonación, de la necesidad de homogeneizar las ciudades», aunque aclara Ángel Marcos que «lo que pasa es que mi trabajo es la esperanza a través de la estética».

Ahora tiene en cartera dos proyectos, volver al Vaticano (antes hablará con José Luis Alonso Ponga, que para él es «un libro de la sabiduría»)y hablar del turismo en Ciudad de vacaciones, para capturar imágenes que den la idea de los «lugares desprovistos de afecto», de «la tramoya triste y desvergonzada que queda cuando ya no está el turismo».

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