«El mercado nos vomita una y otra vez la misma música basura de usar y tirar»
Los madrileños Forastero presentan mañana, dentro del WIC y en la sala Beat, el disco ‘El submarinista en el tejado’
César Blanco Elipe
Viernes, 17 de febrero 2017, 19:20
Que sí, que la música instrumental puede tener un discurso. A Javier Gallego, músico, escritor y periodista, le gana (que no le pierde) la clarividencia sobre lo que Lou Reed cantó una vez de caminar por el lado más salvaje. Directo y crudo como la carne de su programa radiofónico, hace tiempo que se vistió con el hábito de la independencia: en las ondas, en sus poemarios y, por supuesto, en la música.
Forastero no es flor de un día. Es un trabajo de fondo que fructificó el pasado mes de noviembre con la publicación de El submarinista en el tejado, con una imagen de García-Alix en la portada. Y es que el proyecto da mucha importancia a la creatividad, a la innovación y a los nombres propios que los encarnan. Esta banda madrileña la completan Javier Colis, Javier Díez Ena, Daniel Niño, Juan Carlos Chavi Ontoria y Sergio Salvi. Y tal como reza una de las tarjetas de presentación que le ha dedicado la prensa especializada en esos terrenos alternativos, el combo ofrece un menú que casa funk y soul, jazz, rock experimental y folclore «de casi cualquier lugar».
Una de principios antes de meterse en harina. Javier Gallego da una pista del espíritu Forastero, la del «músico que llega de fuera a los distintos estilos y los afronta de una manera distinta a la tradicional. De hecho, descartamos todo lo que nos suena conocido, lo que nos recuerda a alguien». La banda entiende la música «más como una exploración juguetona que sesuda y egoísta y esperamos que el oyente perciba ese disfrute y se divierta tanto como nosotros con la búsqueda».
El reto está lanzado. Y el Winter Indie City (WIC) de Segovia lo ha asumido con sumo gusto. Forastero y el ciclo intermitente de conciertos casan en axiomas y conceptos. Era cuestión de tiempo de que oficiaran su unión en un escenario. Será este sábado, a las 22 horas, en la sala Beat Club de la capital.
Cuando veo todas las referencias musicales que manejan, ¿qué es lo que aporta Forastero para enriquecer la amalgama sonora?
Por un lado, una revisión y perversión de los géneros que hace que no suenen previsibles ni manidos, intentamos darle la vuelta a la tradición, retorcerla y contaminarla, renovarla, en suma. Por otro lado, la propia mezcla, esa amalgama, enriquece cada ingrediente. Si le echas rock a la electrónica, punk al jazz, jazz al rock, los enriqueces como el Avecrem.
¿No es un riesgo caer en la imitación, aunque se haga muy bien?
El arte es imitación y renovación, tradición y originalidad, pero nosotros creo que hacemos todo lo contrario que imitar por lo que te contaba. No intentamos que no nos suene conocido. No es imitación sino reinterpretación.
El toque electrónico y jazzístico les concede una singularidad en el panorama nacional. ¿Por qué no se investiga más en estos estilos?
Esa misma pregunta nos hacemos nosotros. La investigación es divertida, el experimento es lúdico, es un juego. Entendemos la música más como una exploración juguetona que sesuda y egoísta y esperamos que el oyente perciba ese disfrute y se divierta tanto como nosotros con la búsqueda. Quizá para que haya más riesgo, hace falta que la escena responda, que los festivales, las salas, el público apoyen los riesgos y las rupturas, en lugar de ir a lo conocido. Para eso hay que hacer todavía mucha pedagogía, hacer que este país tenga una cultura musical más amplia y menos acomodaticia. Vamos mejorando pero estamos lejos de países como Inglaterra, Estados Unidos, Latinoamérica o el norte de Europa donde se aprecian más las locuras y los atrevimientos.
Son una banda instrumental, que también es algo muy extraño en la escena española. ¿Es una dificultad para hacer llegar el mensaje que quieran transmitir?
El mensaje es la música. La música sin palabras. Las sensaciones, emociones, imágenes que provoca. No es un mensaje verbal pero también dice algo. Nosotros básicamente decimos que mezclar, subvertir, sorprender, sorprenderse, explorar, arriesgar, reír, bailar, está bien, que te salgas del molde, que rompas el marco y mees fuera del tiesto.
También el hecho de ser composiciones instrumentales deja más a la imaginación del oyente. ¿Falta imaginación en la música de hoy en día?
No, creo que hay mucha, muchísima imaginación, creatividad y variedad, pero también hay cansancio y repetición, mucho revival y museo. Pesan los años, la música pop ya no es tan joven y creo que se copian fórmulas pasadas y cuesta más innovar. No es tan fácil escuchar corrientes realmente nuevas, hay más mezcla de lo anterior que originalidad, aunque siempre hay excepciones y no son pocas.
Viendo y oyendo la televisión y las radiofórmulas, ¿creen que se está educando adecuadamente el oído de los jóvenes españoles o hay una especie de sota, caballo y rey que impide ver más allá?
En las radiofórmulas, como su propio nombre indica, sólo hay fórmulas reiterativas, monótonas y clónicas que uniformizan las cabezas, atontan y embrutecen, y en la televisión sólo concursos de triunfitos que son competiciones atléticas de gorgoritos destinadas a lo mismo, uniformizar voces y manufacturar productos de consumo fácil que no te hagan pensar que puede haber algo más allá. Lejos quedan aquellos programas de tele en los que podías ver lo más rompedor y excéntrico del momento, al mismo tiempo que salían las estrellas del pop. El mercado lo ha devorado todo y nos vomita una y otra vez la misma música basura de usar y tirar. El panorama es desolador en los grandes medios, pero afortunadamente hay vida más allá, en radios y prensa alternativa, y un acceso a músicas inquietas de todo el planeta como no había habido jamás. Queda esperanza, aunque hay que buscarla y es difícil que los jóvenes se interesen por buscar cuando lo que reciben les taladra el cerebro para que no piensen.
Cuando ahora se habla de muros entre países, ustedes derriban los que separan géneros y estilos. ¿Se sienten forasteros en la música española de hoy?
Nos sentimos y nos reivindicamos forasteros y mestizos en todas partes y ahora más que nunca. Los muros son antimusicales. La buena música los derriba. La mala es la que siempre se queda encerrada dentro de las mismas cuatro paredes. La cultura es mezcla, intoxicación, migración, ruptura.
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