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elena rubio
Lunes, 28 de noviembre 2016, 11:15
Es una de esas tantas calles de la ciudad que comunica dos arterias principales, lo que hace que sea muy utilizada por vehículos y por peatones para acortar distancias. Es la calle de Los Arroyos, que comunica la calle José Zorrilla y finaliza en la Avenida de la Constitución. Tiene un solo sentido de circulación, el de bajada, en el que muchos segovianos aparcan sus coches en uno de sus lados, por la cercanía a estas calles principales y porque es un espacio libre de zona azul. Muchos vecinos incluso dicen que «tiene mucho tráfico para lo estrecha que es». Por las aceras, que también algunos dicen que son pequeñas, también se cruzan muchos peatones, que acuden a los diferentes establecimientos que allí se encuentran, muchos arraigados desde hace varias décadas, como el Restaurante Cafetería La Alhambra, que se ubica desde allí en 1979 y que recientemente ha sido remodelado.
Uno de los accesos a este establecimiento es por la calle Los Arroyos, por el que sus clientes acuden a todas las horas del día debido a sus buenos desayunos, una amplia carta de raciones, platos combinados y un buen menú fin de semana. Los sábados y domingos este local también se convierte en espacio donde muchos se reúnen para ver los partidos de fútbol gracias a sus grandes pantallas e incluso para disfrutar de espectáculos temáticos, por ejemplo, de flamenco.
A lo largo de la vía se levantan numerosos bloques de viviendas, donde se da la circunstancia que conviven los que fueron edificados hace varias décadas junto con otros de reciente construcción y alguna casa baja que sobrevive entre estas edificaciones. En los bajos de uno de estos edificios se encuentra el que es el establecimiento más joven de esta calle, el Bar Tapitas, que regenta Monica Pachnika, procedente de Polonia. De hecho, los segovianos están descubriendo la riqueza gastronómica de este país porque allí se pueden degustar platos tradicionales y dulces típicos los fines de semana, y a diario se puede probar el chorizo polaco y beber bebidas de Polonia, donde la estrella es «la cerveza», reconoce Mónica. En el local tienen cervezas grandes, de medio litro, pero también vino caliente, elaborado con especias, o la conocida cerveza caliente, que se prepara con yema de huevo, miel y azúcar.
Al igual que este local de reciente creación, esta calle hace apenas cien años se encontraba situada completamente a las afueras de la ciudad, ya que en el espacio no había más que campo. El crecimiento de esta zona de la ciudad lo atisbaba hace casi un siglo el escritor Mariano Sáez y Romero en su libro Las calles de Segovia, de 1918. En aquel entonces, este segoviano aseguraba que por esta parte de la ciudad podría comenzar «el resurgimiento de Segovia, respetando así la parte vieja, la de calles típicas, monumentos históricos, antigüedades y recuerdos, pues si no se construye nuevo, por lo menos, respétese lo viejo», decía.
En la actualidad, nada queda de un pasado relativamente reciente, cuando esta parte de la ciudad era un barrio de labradores. Pocos pueden pensar que en esta calle y, en las de alrededor, vivieron entre los siglos XVII y XX personas dedicadas al campo, cuando el desarrollo urbanístico aún no había llegado.
Pero, ¿por qué un nombre relacionado con el agua, cuando no hay río? La respuesta es sencilla. La zona estaba «rodeada de tapias de algunas huertas», también había «regatos y pequeños arroyos que discurren por este sitio, siquiera actualmente se ha mejorado y se han encauzado estas corrientes de agua, procedentes del arroyo Clamores que pasa cerca de la calle». De hecho, el Clamores cruzaba las verdes praderas de la Dehesa procedente desde Valdevilla y descendía hacia la plaza del Quinto, hoy plaza de la Universidad. Por esta zona vivían personas humildes, «labradores, gente proletaria y de pocos recursos, que tienen que vivir en alguna parte», explicaba Sáez y Romero. El escritor describía las pocas viviendas de esta zona como «casas de labor con sus corrales, sus establos y las habitaciones dispuestas para aperos y gente del campo». La calle Los Arroyos está situada en el Cristo del Mercado. De hecho, desde la parte final de esta calle, la más próxima a la calle José Zorrilla, se divisa una parte de la ermita del Cristo del Mercado
Hace un siglo, la celebración de San Antonio Abad, o San Antón, era una fiesta muy arraigada en esta parte de la vieja Segovia. La gente se agolpaba en la calle de San Antón, en la plaza de Santa Eulalia y en la calle del Mercado (José Zorrilla), a lo largo de la cual desfilaban los carruajes engalanados y las bestias, que lucían lazos y mantas jerezanas. El público aplaudía a rabiar al paso de la concurrida caravana. «Los alrededores de la iglesia hervían con una inquieta y rumorosa muchedumbre que daba al cuadro el más sugestivo aspecto», escribió el periodista Vicente Fernández Berzal (1852-1928).
Hoy en día, los vecinos de esta calle también siguen viendo como el 1 de mayo acude numerosas personas a la subida del mayo, el primer día de ese mes.
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