Raúl y Mar, con sus dos hijos en la tienda de artesanía de cuero que tienen en Ayllón.

Raúl Gradillas y Mar Martínez, de educadores en Madrid a artesanos en Corral de Ayllón

El matrimonio conoció el proyecto Abraza la Tierra y decidió cambiar de aires a finales de 2006

Elena Rubio

Lunes, 2 de noviembre 2015, 11:16

Raúl Gradillas y Mar Martínez son uno de los casos de éxito del proyecto Abraza la Tierra. Tienen su residencia en Corral de Ayllón y han montado una tienda de artesanía con taller de cuero artesanal en Ayllón. Esta pareja vivía en Madrid, donde ambos trabajaban como educadores sociales. Hasta que decidieron dejar a un lado esa forma de de vida para apostar por su afición, realizar artículos de cuero. Tras un primer año entre Madrid y Ayllón, se trasladaron definitivamente a Corral de Ayllón a finales de 2006.

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Nueve años ya en los que disfrutan de una mejor calidad de vida. «Antes para llegar a trabajar tardaba una hora y media y ahora llego en diez minutos», afirma Mar. Menos estrés y más tiempo libre que les permite tener una vida completamente diferente, en la que «sabes a la hora que llegas a los sitios, incluso si vas a quedar a tomar algo con unos amigos».

Desde que se instalaron aquí no les va nada mal. Gracias a mucho trabajo y esfuerzo viven de su trabajo, con su establecimiento denominado El Hada Leanan( www.hadaleanan.com), en cuya tienda venden todo tipo de productos de cuero, además de otras elaboraciones de otros artesanos como colchas estampadas, jabones o mantas de ganchillo. Además, también participan en muchas de las ferias de artesanos que se realizan en Castilla y León y en otras comunidades autónomas.

En cuanto a su vida social, los vecinos de Corral de Ayllón les han acogido perfectamente. «La gente es muy maja, somos parte de aquí. Somos madrileños de nacimiento pero segovianos de adopción», asegura Raúl.Incluso han formado una familia al adoptar a dos niños desde que trasladaron su residencia. Los pequeños también pueden disfrutar de una forma de vida más tranquila que no tendrían en Madrid, con una mayor libertad y seguridad porque «pueden ir al parque solos, por ejemplo, y si les pasa algo todo el mundo ayuda. En Madrid eso no es posible», puntualiza Mar.

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