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El Rey Melchor saluda desde su trono a los salmantinos. MANUEL LAYA

La ciudad reta al mal tiempo y aclama a los Reyes Magos de Oriente

La persistente lluvia no impide que miles de personas acompañen a Sus Majestades en una fugaz cabalgata

DANIEL BAJO / word

Viernes, 5 de enero 2018

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La cabalgata de 2018 pasará a la pequeña historia de la ciudad por la lluvia impenitente que acompañó a la comitiva durante casi todo el recorrido y que, sin embargo, no impidió que miles de salmantinos se echasen a la calle para hacer fotos a Sus Majestades, tratar de pillar algún caramelo y echar el cierre definitivo a estas navidades.

A las 19:00 la tarde pintaba muy mal. La avenida de Mirat, llena a rebosar todos los 5 de enero, estaba semivacía, con más gente refugiada en los soportales y en las cafeterías que guardando el sitio en las vallas. La lluvia, que tanta falta ha hecho estas semanas, se presentaba precisamente la tarde del desfile de Reyes.

El Ayuntamiento ya había anunciado por activa y por pasiva que la cabalgata saldría a la calle, pese a las previsiones de las agencias de meteorología que aseguraban que llovería durante todo el trayecto. Y llegado el momento de la verdad, las carrozas se pusieron en marcha.

Y aunque el paseo estuvo escoltado por miles de paraguas, el ánimo fue el mismo de todas las cabalgatas. Los balcones volvieron a llenarse de gente, todos los que se guarecían en los soportales se acercaron a coger golosinas y los niños, que después de todo son los protagonistas de la historia, miraron las carrozas con los ojos como platos como pasa cada 5 de enero, aunque la dichosa lluvia deslució parte del atractivo del desfile. No paró de jarrear ni un minuto, pero la cabalgata de reyes sólo sale una vez al año.

Sus Majestades, que este año se daban un aire al sargento de la Guardia Civil, José Carlos Calvo, el Policía Nacional, José Hernández Mangas, y el misionero Anselmo Alfandega, aguantaron el aguacero estoicamente y cumplieron con su cometido, aunque varios chavales de público se quejaron porque algunos jóvenes pajes no eran capaces de lanzar los caramelos con fuerza y se quedaban en medio de la carretera.

Los Reyes Magos sabían que se avecinaba una noche ajetreada repartiendo regalos y que la lluvia no invitaba precisamente a estar en la calle y ordenaron a su comitiva que no se entretuviese demasiado. La cabalgata tardó menos de una hora en alcanzar la Plaza Mayor (antes habían pasado por la calle Alamedilla, paseo de Canalejas, plaza de España, avenida de Mirat, Puerta de Zamora, paseo de Carmelitas, plaza de la Fuente, calle Peña Primera, calle Iscar Peyra, calle Prado, calle Juan del Rey y plaza del Corrillo) y Sus Majestades prefirieron no subir al balcón del Ayuntamiento para pronunciar su tradicional saludo. Una vez completada la ‘vuelta de honor’ a la Plaza Mayor, las carrozas continuaron por la plaza del Poeta Iglesias, calle San Pablo, plaza del Peso, calle San Justo, Gran Vía, plaza de España, avenida de los Comuneros y, finalmente, de nuevo el Parque de la Alamedilla.

Melchor, Gaspar y Baltasar estuvieron acompañados por un séquito de 400 personas y escoltados por ocho carrozas distintas (dos mas que el año pasado), desde las que se lanzaron 4.000 kilos de caramelos. El Centro Comercial el Tormes, El Corte Inglés, el Museo de Historia de la Automoción y el Rotary Club colaboraron con el Consistorio en la organización de la cabalgata.

Junto a los tronos reales y las carrozas desfilaron siete actores de la compañía salmantina Kamaru Teatro interpretando el espectáculo ‘Los exploradores’ y siete actores de la compañía Maracaibo teatro interpretando ‘Al Andalus’, un espectáculo que recrea dos imaginarios cortejos del sol y de la luna, con estética árabe de fantasía.

Además, dos zancos galácticos, seis caballos de luz, diez medusas, un dragón blanco y un triciclo navideño, entre otros acompañantes, se unieron a lacomitiva real. La Agrupación Musical La Expiración no pudo participar por culpa de la lluvia.

La carroza de Baltasar marcaba el final de la cabalgata. En cuanto pasaba por una calle, los espectadores se desperdigaban. Unos se adelantaban para volver a ver a los Reyes Magos, otros regresaban al calor de las cafeterías o los menos entraban en alguna de las tiendas que aún estaban abiertas para comprobar que los pajes reales habían recogido sus cartas y que esta mañana iban a tener todo lo que habían pedido. Hoy toca abrir cajas, comprobar que Sus Majestades no se han equivocado en las tallas y empezar a preparar la lista del año que viene. A ver si al menos no llueve.

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