El Perrero vuelve a irrumpir en las calles y casas de Nava de Francia para despedir el año

Como manda la tradición, El Perrero volvió a ser el protagonista en el último día del año en Nava de Francia. Una fiesta en la que colaboran todos los vecinos del pueblo, que abren las puertas de sus casas para que este personaje pueda recorrer la vivienda, despierte a quienes aún duermen o les dé con su látigo a los niños y, como no, degustar un buen dulce y echar un trago, además de pedir el aguinaldo.

En esta ocasión, El Perrero fue encarnado por Daniel Silicio Hernando, acompañado por sus dos inseparables alguaciles, Daniel Sánchez López y Pablo Mateo Lázaro.

En la fiesta se implican todos los vecinos, como apuntó el alcalde, Julián González, y no queda nadie por abrirle sus puertas. Es una tradición de hace siglos que se volvió a recuperar hace una treintena de años y, aunque en la actualidad recorre menos de la mitad de las viviendas de antaño, todos disfrutan de este último día tan especial para despedir el año y dar la bienvenida a otro nuevo.

El recorrido se inicia a las ocho de la mañana en El Casarito y desde allí, El Perrero, sus alguaciles y los vecinos que quieren irse uniendo a la comitiva se trasladan a la Nava de Francia, donde el personaje recorre sus calles persiguiendo con su látigo a los que se le pongan por delante y entrando en todas las casas. Todo ello al son de la música de los tamborileros; en esta ocasión, la mañana estuvo amenizada por Manuel Pérez y Chema Corrionero.

Antiguamente, el aguinaldo recogido por El Perrero y sus acompañantes, en forma fundamentalmente de pastas y bebidas, servía para invitar a un convite a los vecinos. Esto se perdió y el Ayuntamiento es el que realiza ahora el convite, una vez celebrada la eucaristía, que tiene lugar tras el fin de las visitas a las casas del pueblo. En la misa, El Perrero ofrece una vela al Niño Jesús y el aguinaldo que hayan recogido, dando paso al tradicional desfile de los vecinos para besar la imagen y ofrecer sus donativos.