Los presidentes autonómicos y el Pedro Sánchez con el Rey en Salamanca. Alberto Mingueza

Una cumbre de presidentes con recelos por el futuro reparto de los fondos europeos

CONFERENCIA DE PRESIDENTES DE SALAMANCA ·

La ausencia de Cataluña, pendiente de la bilateral del lunes, y los impuestos cedidos al País Vasco alientan la rebeldía de las comunidades 'vaciadas'

Antonio G. Encinas

Valladolid

Viernes, 30 de julio 2021, 07:14

«El diálogo bilateral que mantenemos con España no se puede sustituir por la multilateralidad de una cumbre de presidentes autonómicos». Esta frase que ... podría atribuirse al Pere Aragonés de 2021, presidente de la Generalitat de Cataluña más independentista, corresponde en realidad al Juan José Ibarretxe de 2004, antes de la primera Conferencia de presidentes, antes de que su Plan Ibarretxe, el que proponía una consulta popular para decidir el futuro del País Vasco, se aprobara en el Parlamento de Euskadi, dos meses después, gracias al apoyo de los abertzales.

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En los 17 años transcurridos desde que José Luis Rodríguez Zapatero convocó por primera vez la Conferencia de Presidentes autonómicos, lo mollar ha cambiado poco. Juan Vicente Herrera, ex presidente de la Junta de Castilla y León, ya defendió que era necesario un nuevo modelo de financiación, lo mismo que reclaman ahora Alfonso Fernández Mañueco (Castilla y León), Ximo Puig (Comunidad Valenciana) o Adrián Barbón (Asturias). Las autonomías 'históricas', principalmente País Vasco y Cataluña, amagan con los desplantes y amplían sus exigencias, mientras el resto acude a intentar rascar algo. Herrera llegó incluso a plantear en 2009 una Conferencia de presidentes sin presidente. Se citaron en La Rioja nueve comunidades y se propusieron crear unos encuentros al margen con su propia agenda y modo de funcionamiento. Ahora es Isabel Díaz Ayuso (Madrid) la que advierte, con la aquiescencia de su presidente del partido, Pablo Casado, de que no volverá a acudir a una reunión similar si no se plantea de forma adecuada, en tiempo, forma y contenido.

«Ha faltado trabajo previo», dijo el anfitrión, Alfonso Fernández Mañueco, en 'Espejo público'. No pensará lo mismo Íñigo Urkullu (País Vasco), que antes de sentarse a la mesa ya se ha garantizado la gestión de tres impuestos, entre ellos la tasa Google, que gravará a las tecnológicas por su facturación publicitaria, o la tasa Tobin, que se impondrá en las operaciones de compra y venta de acciones. Estos tributos de nueva creación en todo el territorio permitirán al Gobierno vasco decidir el destino de unos doscientos millones de euros al año, según sus cálculos. Esto, y la reunión bilateral con Cataluña, prevista para el lunes, provoca el recelo de muchos. Javier Lambán (Aragón) lo resumió en su oportuno balance de ecuador de mandato: «Los fondos europeos deben servir para reequilibrar las oportunidades y potencias económicas de todas las comunidades de España. Hay quien tiene una prevención, no sé si excesiva o atinada, respecto a que los fondos europeos puedan ir a parar al País Vasco y Cataluña que son las que, secularmente, han recibido más aportaciones de fondos y atenciones por parte del Estado. Creo que ha llegado la hora del resto de las comunidades autónomas que conforman el resto de España».

Dicho con más campechanía, en palabras de Guillermo Fernández Vara (Extremadura): «Nos quedamos con los que dan la nota, pero no con los que estamos siempre ahí».

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El orden del día, escueto, es tan claro que para Emiliano García Page (Castilla La Mancha) se puede traducir por «toca hablar de dinero» y «no de ideología». «Va a entrar tanto dinero que parecerá que lo vamos a tener para siempre, pero esto es para un rato y hay que gestionarlo bien. Hay que hacer las cosas con cabeza y sin pensar en componendas electorales», añadió en declaraciones recogidas por Europa Press. Lambán redundó en esa idea con un mensaje contundente. «Nos van a permitir tener acceso a unos fondos a los que no estamos acostumbrados. Es un desafío formidable, nunca hemos gestionado tanto dinero». Y terció la riojana Concha Andreu. «Vamos a esta conferencia de presidentes a plantear un futuro de fondos europeos en los que no debemos desaprovechar ni un solo céntimo, ni un solo plazo«.

Una reunión tan crucial, sin embargo, se despachará con mucho protocolo y habrá que ver con cuánto contenido. Desde las 9, cuando comenzarán a llegar las autoridades a la Plaza Mayor de Salamanca, con el recibimiento al rey Felipe VI y la foto de familia, al encuentro previo entre el monarca y los presidentes y la alocución inicial de Pedro Sánchez y Alfonso Fernández Mañueco transcurrirán dos horas. A partir de ahí, comparecencia de Sánchez, intervenciones de los presidentes, que como es tradicional en estas lides intentarán estirar al máximo los cinco minutos -parece que luego prorrogados a diez- de los que disponen cada uno. Y las ruedas de prensa, presenciales y telemáticas, en seis sedes y cuatro turnos, para rematar la jornada.

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Pablo Casado, presidente del Partido Popular, citó este jueves por la tarde a los suyos en Salamanca, sede de la Conferencia de presidentes. «Coincido plenamente con lo que ha dicho Isabel Díaz Ayuso, y también Alberto Núñez Feijóo, Alfonso Fernández Mañueco, Juanma Moreno, Fernando López Miras y Juan Vivas, no se puede utilizar a las autonomías de quita y pon», había dicho por la mañana. Y Pedro Sánchez replicó, a la vista de esto, que no utilizara la conferencia de presidentes «de forma partidista». Las comunidades del PP plantarán batalla por el poco contenido, por las formas, por la ausencia de Cataluña y los privilegios del País Vasco. La frase «hay que rechazar que pueda haber una negociación bilateral, especial, con Cataluña» fue la primera andanada, en la tele, de Fernández Mañueco, a modo de ensayo de lo que puede suceder este viernes.

Zapatero, artífice de este organismo que pretendía reunirse anualmente, convocó cuatro conferencias en siete años. Mariano Rajoy las utilizó dos veces en otros siete años. Y van seis. La última presencial fue la de La Rioja, el año pasado, que hizo la número 21, y la de Salamanca, hoy, será la vigésimo cuarta. Saltos que se explican porque el convocante, Pedro Sánchez, ha incluido en la enumeración las reuniones dominicales por videoconferencia que tan habituales fueron durante la primera ola pandémica. Esas que venían seguidas por una filípica del jefe del Ejecutivo replicada, acto seguido, por las de los presidentes autonómicos en las respectivas teles regionales. De aquella se le ha quedado un deje telemático que ha convertido esta segunda conferencia presencial en un evento criticado por muchos de los que acudirán por el modo en que se ha orquestado, con turnos de palabra escasos y un orden del día poco definido y sin suficiente antelación. Y no porque el tema sea menor: el reto demográfico. Un apartado para el que se destinarán 10.000 millones de euros repartidos en 130 medidas. Y es ese reparto, el modo en que se efectuará, lo que despierta los recelos que protagonizarán la cumbre salmantina.

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