Numerosas personas se dieron cita en la Plaza para participar en el ofertorio al Santo Cristo y escuchar el pregón. M. J. GUTIÉRREZ

Bailes tradicionales y pregón de Mara Santos Benito en honor del Santo Cristo

NAVA DE FRANCIA ·

Patricia Cortés, como reina, y Estefanía Valle y Paula Marcos, como damas, forman la corte de honor infantil de este año

MARÍA JESÚS GUTIÉRREZ / WORD

Domingo, 19 de agosto 2018, 12:11

Los vecinos de Nava de Francia celebraron ayer el día grande de sus fiestas en honor del Santo Cristo, que se inició con la celebración eucarística a las doce del mediodía, seguida de la procesión alrededor de la iglesia y del ofertorio en la Plaza Mayor.

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La corte de honor infantil de las fiestas, Patricia Cortés, como reina, acompañada por las damas de honor Estefanía Valle y Paula Marcos, fueron las encargadas de sujetar el canastillo, donde los asistentes fueron dejando sus ofrendas, tras la bendición de la imagen por parte del sacerdote, Alfredo Giménez.

Más tarde llegaría uno de los momentos más esperados, como fueron las danzas -incluido un paleo- de un grupo de diez niñas de edades entre los 6 y los 13 años, dirigidas por Carolina Escudero y Raúl Iglesias. Bailes que arrancaron los aplausos de los asistentes en más de una ocasión; y que fueron agradecidos públicamente por el alcalde, Julián González, quien dio las gracias tanto a las niñas como a sus profesores.

A continuación, el primer edil pidió silencio para escuchar el pregón, que siempre se encarga, dijo, «a una persona autóctona de 'La Nava' o amante del pueblo» y en esta ocasión, esa persona autóctona fue Mara Santos Benito.

Pregón

Mara Santos comenzó su discurso señalando que era «un gran honor» para ella dar el pregón, aunque reconoció que cuando el edil de Festejos, Marze Mateo, se lo propuso le dijo que no y le dio «mil disculpas absurdas», después animada por su hermana Ana aceptó porque «muchos de los que hoy estáis aquí sois parte de una vida».

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Una vIda que, como contó, está vinculada al pueblo en el que nació, Nava de Francia, en la casa enfrente de la iglesia. En dicho pueblo se crió junto a sus abuelos, porque sus padres fueron de los que emigraron, y «aquí fui muy feliz». Entre los recuerdos que pasaron por su discurso, habló que fue como Heidi, con un abuelo llamado Pedro y un corderito «que curiosamente desapareció antes de las fiestas y yo me sentí muy triste, que ingenua era entonces». También recordó cuando iba a la escuela, con su estufa de la lata en las manos y el cuadernillo de rayas, que aún conserva, donde tenía los nombres de todas sus amigas, a las que nombró; cuando tomó su primera Comunión y las personas que la vistieron. Y entre aquellos que están en su recuerdo, mencionó al párroco, «don Miguel, que también era vecino» y quizás por él estudiaría más tarde Bellas Artes.

En todo este tiempo, dijo, se sintió «muy querida y muy mimada» no sólo por su familia, también por los vecinos. Por todo ello, está orgullosa de su pueblo, «y sino que se lo pregunten a mis amigos de Madrid», de su belleza, y de la de la Peña, «con esos colores cambiantes que recuerdan un cuadro impresionista».

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Y concluyó Mara Santos su pregón dando las gracias «a los que viven en el pueblo y lo mantienen tan bonito; al Ayuntamiento, que lo ha modernizado; y a todos los que ayudan a preparar las fiestas». «Deseo», manifestó, «que sigamos encontrándonos cada año como una gran familia que somos».

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