El área urbana de Salamanca se coloca entre las diez más innovadoras del país

La calidad de vida y qué entendemos por vivir bien son cuestiones demasiado subjetivas como para tratar de definirlas. Posiblemente cada uno tenga su propia idea de lo que es vivir bien, pero seguro que en cualquier reunión sobre este tema todo el mundo coincide en algunos puntos, como disponibilidad de servicios sanitarios, seguridad, alternativas de ocio, abundancia de zonas verdes o empleo. Y si ya es difícil definir la calidad de vida, ni hablemos de decidir en qué ciudad de España se vive mejor.

El Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas ha elaborado un amplísimo informe en el que trata de responder a estas cuestiones. El estudio, llamado 'Las Áreas Urbanas Funcionales de España: Economía y calidad de vida' fue presentado esta misma semana por sus autores en la Fundación BBVA.

La monografía 'Las Areas Urbanas Funcionales en España: economía y calidad de vida', explican desde dicha Fundación «analiza los efectos de este proceso de concentración de población en aglomeraciones urbanas. En concreto, el estudio, elaborado por los investigadores del Ivie Francisco J. Goerlich y Ernest Reig, en colaboración con los técnicos también del Ivie Carlos Albert y Juan Carlos Robledo, trabaja con las 73 Áreas Urbanas Funcionales (AUF) identificadas en España por Eurostat. Bajo este término se agrupan las aglomeraciones urbanas con una densidad mínima de 1.500 habitantes por kilómetro cuadrado y un umbral mínimo de población de 50.000 personas, así como sus áreas de influencia, es decir, municipios limítrofes en los que al menos el 15% de sus residentes trabajan o estudian en la ciudad de referencia».

Salamanca es una de las áreas urbanas funcionales analizadas y sale bastante bien parada.

Las 73 áreas son tan heterogéneas como cabe esperar. El AUF de Madrid incluye a 166 municipios y supera de largo el millón de habitantes; el de Cuenca, en el otro extremo, incluye a dos localidades y ronda los 60.000 residentes. El área urbana funcional de Salamanca comprende 20 núcleos de población, incluida la capital.

El informe esta divididos en varias secciones.

En un primer apartado mide la calidad de vida de las ciudades a partir de tres indicadores: condiciones socioeconómicas, condiciones generales del medio urbano y condiciones de salud.

La segunda parte se centra en la economía del conocimiento y es precisamente en este apartado donde más destaca Salamanca.

El estudio de la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas sitúa a Salamanca entre las diez áreas urbanas «líderes en innovación» en España. El informe revela que estas zonas «en general presentan abundancia de recursos humanos cualificados y sistemas universitarios potentes; generación de activos de propiedad intelectual medios y con elevada dispersión; y elevadas proporciones de empleo intensivo en conocimiento y alta tecnología –índice de empleo intensivo en tecnología y conocimiento». El monográfico ha ponderado variables como la población.

El informe señala expresamente que «los casos de León y Salamanca -León ocupa el puesto 13 de la lista- están relacionados con el establecimiento de industrias farmacéuticas, además del carácter universitario de esta última área urbana». El investigador del Ivie y profesor de la Universidad de Valencia, Francisco J. Goerlich, coincide en que la peculiaridad de Salamanca «está bastante clara» y es la Universidad y el peso específico que tiene en la capital. Es una ciudad «relativamente pequeña y la Universidad tiene mucha atracción. Al comprobar los indicadores de economía del conocimiento, los años de estudios, las publicación científicas, las colaboraciones internacionales... todos esos son factores que posibilitan la innovación. Salamanca aparece por el peso de la Universidad dado el tamaño del área».

¿Cómo llega el monográfico a esa conclusión? los rasgos que marcan la posición concreta de un área urbana en relación a la economía del conocimiento «son muy diversos», recoge el estudio del Ivie. «Para el caso que aquí nos ha ocupado –el de las Áreas Urbanas Funcionales españolas– el esfuerzo para captar dichos rasgos se ha efectuado en una triple dirección».

En primer lugar, ofreciendo un panorama de la situación del capital humano en las ciudades. Salamanca destaca en este apartado por su «elevado nivel de formación», con «más de 11 años medios de estudio». En segundo lugar destacando «el grado de presencia local de los denominados sectores intensivos en conocimiento. Finalmente, en tercer lugar, calculando un Indicador Sintético de Innovación a escala de área urbana». Dicho indicador, en el caso de Salamanca, es de 0,4 sobre 1. Madrid y Barcelona rondan el 0,6.

El décimo puesto nacional en inovación y el empleo en este campo están muy vinculados. Las manufacturas de alta tecnología generan el 1% del trabajo salmantino (la media de las 73 AUF analizadas es del 0,4%), mientras que los servicios intensivos en conocimiento y la tecnología avanzada aportan otro 0,7% del empleo local (la media nacional es del 0,6%).

Los autores del informe también calcularon los índices espaciales de Gini de especialización regional. El profesor Goerlich explica que dicho baremo revela cuáles son «los sectores más dominantes en el área urbana en términos de empleo». Son los campos «que más pesan y resaltan» en el tejido económico.

En Salamanca, vista la relevancia de la Universidad y los notables indicadores de innovación, está claro cuál es sector dominante. El índice espacial de Gini para Salamanca coloca la educación en el primer puesto, seguida de las actividades sanitarias, la asistencia en establecimientos residenciales, las actividades de servicios sociales sin alojamiento y el comercio al por menor (excepto vehículos de motor y motocicletas). Es decir, corrobora lo que más o menos todos sospechamos en nuestra ciudad: que la Universidad y todo lo que arrastra son el cerebro y el motor de la capital. No sólo se trata de docencia pura y dura, sino de investigación y de transferencia del conocimiento.

Toca volver al punto de partida. El primer apartado de la amplísima monografía (300 páginas) analiza la calidad de vida que se disfruta en las 73 AUF a través de los ya citados tres indicadores básicos: condiciones socioeconómicas; condiciones generales del medio urbano y condiciones de salud. Cada uno de ellos es el resultado de combinar muchas otras variables.

«La variedad de facetas o dimensiones que abarca la idea de calidad de vida no se limita a aspectos directamente vinculados a la capacidad de consumo o a la riqueza de las familias, como la renta media de los hogares o el valor de su patrimonio inmobiliario, sino que comprende también otros aspectos como las condiciones de salud de la población, el dinamismo del mercado local de trabajo, la presencia o no de bolsas de pobreza y marginación social, la seguridad ciudadana, las posibilidades ofrecidas por el uso de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones en la relación entre los ciudadanos y la administración local, y los tiempos requeridos para los desplazamientos desde el lugar de residencia al de trabajo», apunta el estudio.

¿Y qué tal se vive en Salamanca, visto lo visto? Podríamos decir que bastante bien, en término generales. Las condiciones socioeconómicas nos relegan a un discretísimo puesto 44 de 73. Salamanca nunca ha destacado por ser una potencia económica y no parece que vaya a empezar ahora, por mucho conocimiento que genere la USAL.

La situación mejora en el segundo índice que determina la calidad de vida de las ciudades: las condiciones generales del medio urbano (delincuencia, grado de participación ciudadana en procesos electorales...) nos llevan al puesto 18, con un índice de 0,31 sobre 1. En este grupo«relacionado con las condiciones generales de habitabilidad o confortabilidad del medio urbano, las posiciones más destacadas pertenecen a Barcelona y Madrid, aunque también destacan algunas otras de las ciudades de mayor tamaño del sistema urbano español (San Sebastián, Sevilla, Bilbao y Valencia), más dos importantes destinos turísticos (Benidorm y Palma de Mallorca) y una serie de ciudades de dimensión intermedia del País Vasco, Navarra y Cataluña. También Granada, León, Guadalajara y Salamanca aparecen en buena posición».

La mejor posición salmantina está en el tercer indicador, el de las condiciones de salud, determinado por variables como las tasas de mortalidad, la incidencia de suicidios o la esperanza de vida, entre otros. El monográfico concede a Salamanca un índice de 0,82 sobre 1 y la sitúa en el 10º lugar nacional. En este tercer grupo «que refleja las condiciones de salud» es «más difícil encontrar una pauta geográfica definida que caracterice a las ciudades que obtienen las mejores puntuaciones. Las más destacadas forman un grupo bastante heterogéneo, entre las que aparece en los primeros lugares Toledo, junto con Guadalajara, Madrid, Murcia, Vitoria y Albacete. De las 16 mayores ciudades aparece también en este grupo, además de Madrid y Murcia, la ciudad de Barcelona».