Las quejas de los usuarios empañan la reapertura de la piscina de Garrido
La temperatura del agua no baja gracias a dos improvisados grupos electrógenos y una rápida mano de pintura oculta el óxido
Ricardo Rábade
Lunes, 1 de febrero 2016, 12:18
Permaneció cerrada al público durante 13 días desde el 11 al 24 de enero y, sin embargo, su esperada reapertura no ha colmado ni las sanas aspiraciones de mejora ni los profundos anhelos de sus bañistas habituales, que se habían venido quejando de forma insistente a lo largo de los últimos meses por el evidente y palpable deterioro de sus instalaciones. La piscina cubierta de Garrido, cuyo titular es el Ayuntamiento y cuya gestión diaria corre a cargo de una unión temporal de empresas rebautizada bajo la acuática denominación de Piscis, vuelve a situarse en el ojo del huracán. Y todo ello envuelto en un clima de incertidumbre y recelos entre su plantilla, cuya evidente expresión es la negociación de un expediente temporal de regulación de empleo, auspiciado sin aparente posibilidad de marcha atrás por los sindicatos UGT y CC OO a través del Comité de Empresa de los trabajadores de las piscinas municipales.
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El domingo 24 de enero quien quería estilizar sus músculos en la piscina cubierta pudo colmar sus expectativas, dado que la temperatura del agua, según el discurso oficial esgrimido por el Ayuntamiento, había alcanzado los 24 grados, unos dígitos exigidos por la normativa vigente para permitir el baño de los usuarios. La avería en una caldera, que obligó a la sustitución de una pieza y desencadenó la posterior demora hasta conseguir que el agua contabilizara la temperatura requerida, obligó a la clausura temporal de la piscina. Sin embargo, tras su reapertura sus usuarios se han tropezado con una desagradable sorpresa, como son los dos grandes tubos que penetran en el interior de la piscina cubierta, que están conectados a otros dos grupos electrógenos que, asumiendo el rol de unas bombas de calor, tratan de mantener controlada la temperatura para no desanimar a los usuarios en su zambullida cotidiana. Los tubos en cuestión han dado pie a una espiral de ácidas críticas y comentarios irónicos entre los usuarios, que se preguntan por las razones de su colocación y dan por sentado que la reapertura se ha acometido de forma precipitada, tal como se desprende de los testimonios recogidos entre los destinatarios de esta piscina cubierta del barrio de Garrido. Para colmo, estas estrambóticas mangueras en forma de tubos han obligado a extender corcho y cinta aislante.
Los bañistas pusieron el grito en el cielo a lo largo de los últimos meses por el avance del óxido y, especialmente, por el desprendimiento y la caída de esquirlas y fragmentos de la cubierta de la piscina. Todo ello amparó la materialización de situaciones de riesgo para los nadadores habituales, especialmente por la precipitación de estas esquirlas al fondo del vaso y por la peligrosa acumulación de óxido. Precisamente, la empresa adjudicataria de las piscinas municipales aprovechó los 13 días de paréntesis propiciados por el cierre temporal de las instalaciones para dar «una capa de pintura» sobre el óxido reinante, según desveló uno los usuarios, quien, tras su reapertura el 24 de enero, volvió a a nadar en sus aguas.
Al superficial e improvisado manto de pintura hay que agregar este problema añadido las citadas esquirlas, cuyo desplome ha sido habitual en los últimos meses. El testimonio de uno de los bañistas consultados, que prefirió permanecer en el anonimato, no deja lugar a dudas cuando, en un derroche de sinceridad, reconoce que «si apoyas el pie en el fondo de la piscina te podías cortar por las esquirlas que estaban cayendo de la cubierta».
Por su parte, el Ayuntamiento se apresuró a aclarar que, aprovechando el precinto temporal, se efectuó una revisión global del estado de las instalaciones, acometiéndose diversos trabajos de mantenimiento y de mejora de la piscina. Además, la empresa concesionaria se comprometió a devolver a los usuarios las cuantías correspondientes de los cursos que no se impartieron durante los 13 días del controvertido cierre.
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Previsiblemente y salvo sorpresas y cambios de última hora, el Consistorio aprovechará el próximo periodo estival para ejecutar las obras de remodelación y los trabajos de arreglo de la piscina cubierta, que cuentan con un presupuesto aproximado de 350.00 euros. Para que la demandada reforma se pueda materializar, resultará precisa previamente la autorización del pleno municipal del Ayuntamiento.
El deterioro, el cierre y la reapertura de la piscina de Garrido engarzan con las carencias y deficiencias detectadas en otras piscinas municipales, que han obligado e impulsado al Consistorio a convocar y sacar a concurso público más proyectos de mejora. No en vano, actualmente se encuentran en fase de licitación los planes de remodelación de las piscinas de Pizarrales y La Aldehuela, en el marco del proceso global de acondicionamiento de las piscinas. Desde las filas de la oposición se ha culpado al grupo de gobierno del PP de la falta de control sobre la anterior empresa concesionaria, argumentado que todas estas obras supondrán y acarrearán un desembolso adicional de seis millones de euros para las encogidas arcas consistoriales.
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