Los asistentes a la matanza organizada ayer por Cárnicas Madroñal, junto a los tres cerdos que fueron sacrificados y despiezados.

Una costumbre convertida en fiesta y día de confraternidad en Madroñal

maría jesús Gutiérrez

Domingo, 24 de enero 2016, 12:55

Cárnicas Madroñal celebró ayer, un año más y de nuevo en su pueblo, la matanza tradicional, a la que invitaron a una gran cantidad de personas, vecinos del pueblo y gente llegada de otras localidades.

Publicidad

En esta ocasión fueron tres cerdos de pesos aproximados a los 300 kilos, concretamente 256, 270 y 286 kilogramos cada uno de ellos, los que reunieron alrededor a todos los invitados, muchos de ellos niños que siguieron con gran atención todo el proceso, desde la llegada de los animales hasta su muerte, chamuscado y despiece en una jornada que se convirtió en una fiesta y en un día de convivencia para todos los participantes.

En esta matanza no faltó ningún tipo de detalle y este año, además, contó con una novedad, como ya adelantó Tomás Guinaldo, dueño de Cárnicas Madroñal, como fue la participación de un veterinario que mostró -sobre todo a los más pequeños- como se lleva a cabo el reconocimiento de los animales para comprobar que no tienen triquinosis.

Pero antes de ello, los hombres se dispusieron a matar el primero de los cerdos, mientras que las mujeres recogían la sangre antes de ser colocado sobre los helechos en el suelo de la Plaza. Mismo proceso con el segundo y con el tercer animal, para una vez colocados, realizar un descanso mientras las mujeres repartían dulces y los hombres licores. Tras la fotografía de rigor de todos los asistentes, continuaron con la tarea, es decir, empezó el ritual del chamuscado para seguir con el despiece de los animales: dos a la vez, uno a manos del anfitrión que durante toda la mañana se dedicó a animar la jornada manchando la cara de sangre a cuantos podía, un ejemplo que siguieron otros hombres y también su hija haciendo sufrir a más de una persona. Pero muchos, con la cara manchada y como si nada ocurriera, continuaron con las labores de matanza.

Mientras que los hombres realizaban el despiece, unas mujeres se dedicaban a preparar la comida y otras a desurdir el vientre, mientras que Mercedes Martín -de Cárnicas Madroñal- iba partiendo jamón y otras viandas para invitar después a todos los asistentes.

Publicidad

Y es que las degustaciones fueron una de las tónicas de la jornada, ya que después de ese pequeño ágape, llegó el momento de la comida, que tras las labores de la tarde -el picado de la carne, entre otras-, dio paso a la cena y es que la matanza se ha convertido en Madroñal -de manos de esta empresa chacinera- y en otros pueblos de la provincia en una jornada festiva entorno a las delicias que ofrece el cerdo del que, como todos saben, se comen hasta los andares.

Y si ayer fue un día de reunión y de convivencia en Madroñal, hoy lo será de nuevo, pues es el momento de hacer los chorizos.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

3€ primer mes

Publicidad