La casa hogar Santa Teresa, 25 años de protección hacia los menores
La institución de las madres Carmelitas Teresas de San José lleva radicada en Santa Marta de Tormes desde 1990
Cecilia Hernández
Jueves, 5 de noviembre 2015, 12:28
«Esto todavía pasa en España, mal que nos pese». La hermana Irene reflexiona sobre la situación de la infancia en nuestro país desde su atalaya de responsable de la casa de acogida Teresa de Jesús de las Carmelitas Teresas de San José en Santa Marta de Tormes. Una institución que ha cumplido recientemente 25 años de existencia en la principal ciudad del alfoz salmantino y que da cobijo, ahora mismo, a diez niños su cupo máximo- procedentes de familias desestructuradas a causa de la violencia de género o de otros problemas.
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En este cuarto de siglo, las hermanas de Santa Marta han cuidado, protegido y ayudado a unos 60 pequeños. «Aquí pueden pasar el tiempo que necesiten, no hay límite», apunta la responsable. De hecho, aunque se supone que la institucionalización de los niños y adolescentes -entre 3 y 18 años- no puede durar más de dos años, algunos en la casa Santa Teresa «lo superan». Y es que este hogar tiene como intención ser la familia de la que los jóvenes carecen. «Con esa idea trabajamos, para ser su familia, rara, porque aquí hay mucha gente, pero familia al fin y al cabo», señala la hermana Irene. Ese vínculo familiar que se crea en la casa hogar sirve a sus habitantes para «defenderse fuera».
No siempre es fácil, claro está. Los niños que llegan a esa institución tienen detrás historias duras y complejas, que en la mayoría de los casos los han herido profundamente. La hermana Irene explica que aquello que vivimos en los seis primeros años de vida nos marca para siempre, consciente o inconscientemente, por lo que es esencial trabajar con los pequeños para que, llegado el momento, sepan «elegir».
«Son muy jóvenes y muchas veces carecen de referencias, así que es muy importante que comprendan su historia y hagan una elección positiva que mejore lo que ellos vivieron». Se trata, a fin de cuentas, de aplicar la inteligencia emocional para aceptar lo pasado y saber lo que no se quiere repetir en el futuro. Porque el gran peligro de estas situaciones es que los menores acaben repitiendo el comportamiento de las generaciones anteriores y entren en la misma dinámica.
Desestructuración familiar
Hablamos de problemas relacionados con la violencia de género, la degeneración personal de los padres por cualquier otro motivo -pobreza extrema, explotación, abandono o desamparo- o la falta de referentes adultos. En realidad, como apunta la hermana Irene, «cada caso que nos llega es un mundo, pero con el tiempo siempre vemos resultados positivos». Algunos de esos resultados positivos, antiguos alumnos de la casa que salieron de ella para continuar con su vida, regresaron con ocasión de la conmemoración del 25 aniversario para dar testimonio de sus experiencias y agradecer a las hermanas todo lo hecho por ellos. De igual modo, se recaudaron fondos a través de un mercadillo y una paella solidaria para acondicionar las habitaciones que ocupan los niños.
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En la casa hogar Santa Teresa de Jesús conviven cuatro hermanas con los pequeños, que están a cargo además de un equipo de educadores. «Nosotras no podemos llevarlo todo, aunque en los domingos y festivos quedan bajo nuestra responsabilidad». Un trabajo de 24 horas que las monjas compatibilizan con sus obligaciones religiosas. «Cuando los niños estudian, nosotras rezamos e intentamos mantener cierto grado de vida comunitaria», comenta con humor la hermana Irene, responsable de la gestión de este centro e integrante del mismo desde los inicios, en el año 1990, cuando el noviciado de la congregación se trasladó desde Madrid a Santa Marta de Tormes y se creó la casa de acogida.
Un centro que difícilmente tiene plazas libres y al que los menores llegan derivados desde el Servicio de Protección a la Infancia de la Junta de Castilla y León. «Nos proponen casos y la verdad es que nunca hemos dicho que no, siempre los hemos aceptado porque para eso estamos», remarca la hermana Irene, que lamenta, como decíamos al inicio, que en España se sigan dando estas problemáticas. «Cuando salimos fuera y nos preguntan nos parece aún más increíble tener que decir que sí, que en España hay niños que viven estas situaciones», explica la responsable de la casa de acogida.
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Y es que en el mes en el que se celebra el Día Internacional contra la Violencia de Género conviene recordar que los niños son, en la mayor parte de los casos, víctimas colaterales, cuando no directas, de los casos de maltrato.
Fundadoras
Cabe destacar, por otro lado, que la casa hogar Santa Teresa de Jesús es la única de estas características que mantiene la congregación de las Carmelitas Teresas de San José en España. Una orden pequeña, fundada a finales del siglo XIX, que mantiene presencia, además de en Santa Marta, en Cataluña, Huelva, Madrid, Burgos y León, y fuera de España en varios países de Hispanoamérica así como en Costa de Marfil y Mozambique.
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Ingente labor y presencia, pese a la modestia de esta congregación que fue fundada por Teresa Toda Juncosa y su hija Teresa Guasch Toda en Barcelona, el 22 de febrero de 1878. La historia cuenta que Teresa Toda fue una mujer maltratada por su marido que se enfrentó a la realidad y decidió luchar por la anulación de su matrimonio para dedicarse posteriormente la vida religiosa y a la educación de niñas huérfanas y pobres. Una tarea en la que fue seguida por su hija, Teresa Guasch, bajo el auspicio del canónigo de la catedral de Tarragona. Ambas han sido declaradas venerables por el Vaticano a través de sendos decretos de reconocimiento de virtudes, primer paso del proceso de beatificación y canonización.
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