Ver fotos
El Real Valladolid se estrella contra su propio desatino y perdona a un Betis entregado
El equipo de Pacheta, que acabó con cuatro delanteros en el área (Sergio León, Weissman, Narváez y Guardiola), jugó en superioridad durante 55 minutos por expulsión de Pezzella
Nadie puede garantizar que con más delanteros se remate más a portería, tampoco que acumular defensas mejore tu contundencia –como quedó demostrado en la era ... Sergio–, pero sí que con menos centrocampistas se pierde el control y la posesión del balón. Y Pacheta, en la versión más osada y a tumba abierta que se le recuerda, optó por volcar balones al área para que sus delanteros en campo (tres más Narváez) buscaran el espacio, reducido espacio, para cazar algún balón. No lo hicieron, y el empate hizo más feliz al Betis que a un Pucela tan desesperado como roto en el centro del campo.
Publicidad
La esencia del fútbol, también lo que lo convierte en imán de masas, es que los guiones no están escritos de antemano y lo que minutos antes del comienzo muchos hubieran firmado a ojos cerrados, hora y media después nadie lo dio por válido. Visto lo visto, el punto sabe a bien poco. Con un Betis entregado durante prácticamente una hora por expulsión de su central titular, el Real Valladolid acabó estrellándose contra su propio desatino ante la portería contraria.
El punto no saca de pobre a los blanquivioletas y alivia a los verdiblancos, que se mantienen quintos en la tabla como alternativa a los grandes de la liga.
Real Valladolid
Masip; Fresneda, Joaquín, Javi Sánchez (Feddal, minuto 81), Escudero; Aguado (Weissman, minuto 56), Roque Mesa (Monchu, minuto 69), Kike Pérez, Iván Sánchez (Narváez, minuto 69), Óscar Plano (Guardiola, minuto 81) y Sergio León.
0
-
0
Real Betis
Rui Silva, Montoya (Sabaly, minuto 59), Pezzella, Víctor Ruiz, Álex Moreno; Guido Rodríguez, Carvalho, Luiz Henrique (Ruibal, minuto 59), Rodri (Edgar, minuto 37), Canales y Borja Iglesias (Willian José, minuto 80).
-
Goles: No hubo.
-
Árbitro: Del Cerro Grande. Amonestó a Escudero por los locales, y a Carvalho por los visitantes. Expulsó con roja directa a Pezzella en el minuto 35.
-
Incidencias: Octava jornada de liga, disputada en el estadio Zorrilla con 22.561 espectadores en las gradas.
El partido pedía intensidad para que aflorara lo antes posible el cansancio acumulado por los béticos -ocho jugadores repitieron titularidad de los once que planteó Pellegrini en Roma el pasado jueves-, y en esa hoja de ruta se movió el Real Valladolid en el primer cuarto de hora. Pacheta recuperó a Joaquín y volvió a confiar en Escudero dentro del mismo once de vértigo que sacó los puntos en Getafe -solo el obligado cambio por lesión de Iván Sánchez por Plata-, pero esta vez el rival no estaba por la labor.
En ese otro partido que dirimía con su estado físico y mental, el Betis eligió plantear un partido plomizo. Espeso. Trabado hasta encontrar una vía por la que llegar hasta Borja Iglesias. No le convencía un intercambio de golpes, así que optó por dejarse querer y fiarlo todo al talento que atesora de medio campo hacia arriba (sin Fekir, todo el peso recaía en el propio 'Panda' o Canales.
Publicidad
Ver fotos
Una apuesta de riesgo que bien le pudo sonreír a los dieciocho segundos de juego si Borja Iglesias hubiera hecho lo más fácil, disparar entre los tres palos, después de sortear lo más difícil, torear a Joaquín y quedarse mano a mano con Masip. Fue un aviso y casi un espejismo de lo que los verdiblancos iban a proponer en Zorrilla. Quiso ganar terreno el equipo de Pellegrini en el ecuador del primer acto, pero el partido atropelló su pereza en uno de los avances con mayor intención de los blanquivioletas.
Ver fotos
Un balón a la espalda de la defensa que gana Óscar Plano como interior, cuya habilidad obliga a Pezzella a derribarle cuando se encaraba en solitario la meta de Rui Silva. Del Cerro señala en primera instancia mano de Plano y el VAR, al quite esta vez, desdice al colegiado. Tarjeta roja y 55 minutos por delante del Betis con un jugador menos.
Publicidad
Puerta grande abierta, por lo tanto, a la espera de que el Pucela lo aprovechara. La respuesta del ingeniero Pellegrini, lógica, privó a los visitantes del desparpajo y destreza de uno de sus artistas más capaces, Rodri, para dar entrada a otro central, Edgar, y no romper el equilibrio.
Los siguientes diecisiete minutos, los que le separaban del descanso, dejaron al Betis con vida, gracias en buena parte al paradón de Rui Silva a cabezazo de Sergio León en la acción más peligrosa hasta ese instante -tras centro preciso de Escudero-. Primer aviso, difícil explicar que no acabara en gol. Casi tanto como el contragolpe que levantó a todos los aficionados de sus asientos, en una acción perfectamente lanzada por Plano a Sergio León y que éste, después de internarse en el área, desperdicia por falta de entendimiento con Kike. El manchego, como buen zurdo, se fue al centro a esperar el pase mientras el balón se paseaba por la línea de gol. Segundo aviso.
Publicidad
Con el Pucela ganando metros hasta arrinconar por momentos al Betis, le llegó el turno a Pacheta, que ya al descanso había dado órdenes precisas de prodigarse mucho más en los disparos desde fuera del área. Contrario este año a jugar con dos delanteros para no restar efectivos al centro del campo, el técnico redobló la apuesta ofensiva con Weissman cerca de Sergio León, Narváez en banda derecha y Monchu por un Roque Mesa agotado mental y físicamente.
Para entonces ya solo quedaban veinte minutos de los 55 en superioridad, y se había tragado saliva suficiente en un mano a mano de Canales que Masip, de nuevo en modo salvador, sacó abajo bien posicionado.
Publicidad
Sin embargo, y pese a lo que se antojaba en un primer momento un cambio natural, el movimiento se tornó efecto boomerang y lo que era un partido controlado mutó a ruleta rusa, donde la pérdida del centro del campo dejó una puerta entreabierta a un Betis que, por entonces, vagaba sin rumbo por el campo. Riesgo en esencia que se iba a multiplicar exponencialmente a diez minutos del final. Si de algo no se le puede acusar a Pacheta es de falta de valentía y apuesta por un fútbol directo, y el órdago que tenía preparado no hizo sino confirmarlo.
Ni corto ni perezoso, el de Salas miró a su espalda y decidió elevar la apuesta sin pensárselo dos veces con cuatro delanteros en el campo (Sergio León, Weissman, Guardiola y Narváez) y las dos bandas para Fresneda y Escudero. Más de uno se frotaba los ojos en la grada ante un órdago que iba a acabar en farol por la falta de pegada y presencia de los cuatro puntas.
Noticia Patrocinada
El dibujo, ya deslavazado, añadió confusión y encontró más protagonismo en las bandas, con un Escudero inspirado en sus centros al área pequeña, que delante de la portería, donde los rematadores naufragaron en su intento de cazar al menos un balón. Dos pescó Guardiola, una con el pie y la otra con la testa, y ninguna encontró la red.
La apuesta era de puerta grande o enfermería para Pacheta... y salió cruz.
3€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión