Pepín, el guerrero que jugaba con el corazón
Jugó cuatro temporadas en el Real Valladolid y tres en Córdoba, club al que marchó porque en ese momento necesitaba ayuda y Pepín bajó de Primera a Tercera División con solo 30 años
José Anselmo Moreno
Jueves, 28 de agosto 2025, 11:25
Es cordobés y lo dejó todo por volver a Córdoba pero sus fotos de perfil en redes, incluida whastapp, son con la blanquivioleta. Es José ... Calzado Ferrer, Pepín. Su nombre ya nos lleva a un época de gloria del club pero también el recuerdo de su presencia en las calles nos retrotrae a aquellos años 80 en que Pucela se divertía al aire libre, las zonas de copas, las discotecas, las pandillas que nos juntábamos sin necesidad de móvil y, en medio de todo, aquel Renault Fuego de Pepín, verde metalizado y matriculado en su ciudad. El mítico coche y su melena, propia de jugador sudamericano de la época, eran habituales por el centro, donde Pepín vivía o, mejor dicho, residía porque, durante sus temporadas aquí, vivió en el ambiente de la ciudad, involucrado, sumergido y tomando el pulso al día y a la noche.
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Admite que se pegaba sus fiestas pero, eso sí, aclara que jamás faltó a entrenamientos, ni siquiera llegó tarde, y que «aprovechaba las noches que al día siguiente había descanso». Lo de Pepín era 'fuego' en la calle y fuego en el campo. Se mataba a correr y ya se sabe que la afición de Zorrilla adora a ese tipo de jugadores. Metió golazos, además. En su etapa de utilero del Córdoba limpió las botas a futbolistas peores que él.
Es un hombre sencillo, desprendido y bueno. Cuenta que su padre era panadero y la humildad ya la llevaba de serie. Nada de egos. De hecho, su último partido en Primera fue en el Bernabéu con la camiseta del Pucela y el siguiente encuentro lo jugó en un campo de tierra, ya con la equipación del Córdoba, adonde decidió volver motu proprio.
Pepín nunca lo tuvo fácil, hasta le mandaron a hacer la mili al Sahara. Fue famoso, entre otras cosas, por un marcaje a Maradona que el astro calificó como el mejor que le habían hecho. Tras vivir minutos de gloria en su última temporada en Pucela tuvo un gesto insólito con el Córdoba. Bajó de Primera a Tercera, con 30 años, para ayudar a los suyos. «Atravesaban un mal momento económico y deportivo y, tras pensarlo mucho, no supe decir que no», dice.
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Fue un volantazo que solo se entiende con códigos que tienen que ver con los sentimientos y no con la razón. Pasó de jugar un día aquel partido en el Bernabéu ante 80.000 personas a hacerlo en el campo de tierra de Rute, un pueblo a cuyo equipo iban a ver 600 aficionados.
Cuando llegó Cantatore a Valladolid para ver partidos de incógnito preguntó por «el de la melena», pero Pepín ya no estaba. Hacía tiempo que el chileno seguía al equipo porque Ramón Martínez llevaba varias temporadas tras su fichaje. Aunque en el mundillo del fútbol corría el rumor de que Pepín se había retirado, estaba en Córdoba ayudando a los suyos en campos de albero. Es lo que más conmueve de las decisiones tomadas en una vida que ha llegado ya a los 71 años. Pepe se nos hace mayor, como los chavales de Pucela que mirábamos pasar su Renault Fuego igual que los habitantes de Villar del Río miraban los coches de los americanos en Bienvenido Míster Marshall. Por cierto, él me asegura que fue de los primeros vehículos de ese modelo matriculado en España y se ríe porque mucha gente «lo recuerda rojo».
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Llegó a Valladolid en verano del 80 procedente del Getafe, aunque pasó antes por la cantera del Espanyol. Había asombrado la temporada anterior en el viejo Zorrilla, donde los madrileños ganaron 0-2 con Pepín omnipresente, forzando un penalti y dando una asistencia a Pozo en el segundo tanto. Fue una exhibición de tal calibre que llamó la atención en aquel Pucela que ascendió. Como hizo otro partidazo ese mismo año en Castellón, lo primero que hizo Paquito cuando llegó desde Castalia fue pedir su fichaje.
Enseguida se hizo aquí con un puesto de interior, aunque también jugó de lateral. Precisamente jugando ahí protagonizó ese marcaje a Maradona. Al de Córdoba no se le olvidará «nunca» ese partido. «No le di patadas aunque era un crack y en su pierna izquierda tenía un guante». Como anécdota, cuenta que pidió la camiseta al Pelusa tras ese encuentro pero, como la tenía comprometida, le dijo que se la daría en el partido de Valladolid. Maradona nunca jugó en Zorrilla (ni con el Barca ni con el Sevilla) pero antes del encuentro en Pucela, donde Maradona no vino por una hepatitis, el jugador del Barcelona 'Tente' Sánchez le hizo llegar a Pepín un paquete con esa camiseta.
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Fue al acabar aquella temporada cuando Pepín decidió bajar tres categorías para «ayudar» al Córdoba. «El equipo me necesitaba, estaba mi hermano (Litri) y de presidente Campanero, amigo mío, tenía que hacerlo». Y como banderín de enganche de un cordobesismo en crisis, lo subió a Segunda B. Solo tres años antes había querido ficharle el Atlético de Madrid.
No se retiró hasta la temporada 1991-92, con casi 40 años y jugando en el Andorra. «Pagaban bien, por encima de la media de la categoría». Pepín solo había jugado en Primera con el Real Valladolid, con el que también alzó la Copa de la Liga aunque no jugó la final por una amigdalitis. Su presencia posterior en esas categorías abisales del fútbol (Segunda B y Tercera) era un lujo para compañeros y rivales, pero nunca se le cayeron los anillos.
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Reside en Córdoba, ya jubilado. Su hermano, Francisco Calzado 'Litri», fallecido en 2014, fue ídolo del cordobesismo, y Pepín lo fue en Pucela. Antes de ganar dinero con el fútbol, fue camarero y reponedor de supermercado. Le costó al Pucela 6 millones. Yo era de los que se quedaban mirando su Renault Fuego aparcado por la Calle Acibelas, donde vivía. Hablar con él es «iluminar» nuestro pasado.
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