Enrique Pérez Díaz, futbolísticamente conocido como Pachín y que fuera entrenador del Real Valladolid en la temporada 1978-79, falleció ayer tras una larga enfermedad ... .
Nacido en Torrelavega, comenzó su carrera como jugador en el equipo de su localidad natal, pasando después al Burgos, Osasuna y Real Madrid, donde jugó 9 temporadas en las que conquistó 2 Copas de Europa, 7 Ligas, 2 Copas de España y 1 Copa Intercontinental. Asimismo, fue internacional en 8 oportunidades y formó parte de la selección española que participó en el Campeonato del Mundo de Chile 1962. Tras su paso por el Real Madrid, jugó en el Betis y en el Toluca mexicano, donde colgó las botas para iniciar su trayectoria como entrenador en el Real Madrid C, Getafe, Osasuna, Ceuta, R. Valladolid, Albacete, Hércules y Granada.
Al club vallisoletano llegó siendo presidente Gonzalo Alonso y secretario técnico Ramón Martínez, que pusieron a su disposición una plantilla muy competitiva, que se quedó a un gol de la final de Copa y a un gol del ascenso a Primera División. El Valencia impidió a los blanquivioletas el paso a la final y el Betis ascendió a Primera por mejor 'golaveraje' que el Valladolid.
Pachín dejó, pues, un buen recuerdo de su estancia en el banquillo vallisoletano y un montón de anécdotas divertidas que ayudarán a quienes le conocimos, a superar la noticia triste de su fallecimiento, a los 82 años de edad.
Aunque solo permaneció una temporada en el banquillo del Real Valladolid, a juicio de todos fue aquel un gran año en lo deportivo y en cuanto a vivencias personales también.
Por lo demás, en ese curso se celebró el 50 aniversario de la fundación del Real Valladolid y la llegada de Pachín aportó innumerables situaciones ocurrentes. Desde la misma pretemporada en la que el equipo se desplazaba a Bulgaria para realizar la preparación de 15 días, en un hotel de cinco estrellas de allí, de bastantes cucarachas de aquí, en la que la comida era escasa, la carne brillaba por su ausencia, y pese a que los organizadores se preocuparon de tratar a cuerpo de rey a la expedición blanquivioleta, se pudo observar las diferencias en cuanto al nivel de vida de ambos países. Y eso que España estaba en los inicios de la democracia.
Un rosario de anécdotas
Acababa de llegar Pachín a la ciudad cuando el Valladolid se desplazaba a Bulgaria en lo que iba a ser la primera toma de contacto del entrenador con los jugadores. Seriedad plena, formalismos al máximo, nada más llegar al destino Pachín comunicó uno a uno a todos los jugadores que a las siete había una charla en el hotel de concentración. De nuevo, máxima predisposición, orejas y mente abierta, todos dispuestos a recibir la primera charla técnico-táctica del nuevo míster que les dirigió las siguientes palabras: «Señores, lo que he visto aquí no lo he visto en ningún sitio. 'Invidentemente', esto 'exclama' al cielo (Pachín metía bastantes patadas no sólo al balón, sino también al diccionario)», dijo. «Quiero preguntarles una cosa, ¿quién ha sido el que me ha robado el Interviú que tenía en el autobús? A partir de ahora, Interviú que vea, Interviú que requiso». Allí concluyó la charla. Hasta otro día.
Conocido era también su discurso cuando jugaba con la camiseta del Real Madrid. «A mí el Madrid me fichó como a Marquitos para dar patadas atrás y poner moradas las rodillas al rival –comentaba–. Y cuando robaba lo tenía muy claro, se la daba a 'La Saeta'».
Ya de entrenador en el Valladolid sus modos de 'chulapo' madrileño le acompañaban allí donde fuera. Con su pantalón negro su americana azul y su porte altivo se le solía ver paseando henchido desde la cafetería Lucense donde desayunaba hasta el José Zorrilla cuando el equipo había ganado el domingo: «¡Qué bonito es el fútbol cuando se gana! A ver qué dice el enano ese del periódico…, –repetía–»; pero si había perdido hacia el mismo recorrido hasta el estadio en un viejo Seat 131 para que nadie le viera y, por supuesto, tampoco se preocupaba de leer ese día la prensa.
Su espontaneidad la expresaba en los entrenamientos con sus jugadores. Moré, Gilé, Toño, Ruski, Llacer, Minguela, Borja, Santos, Gail, Lorenzo, Botella escucharon en más de una ocasión quejarse de uno de los grandes del fútbol: «Hay que ver el mal que ha hecho Johan Cruyff al fútbol. Ahora todos queréis dar a la pelota de chanflee (exterior) y así nos va».
El fútbol era más básico para Pachín, sencillo, sin tantos ambages. Práctico. El era el alineador: «Con el uno Llacer, con el dos… A jugar, con coj…». Quizá el partido más interesante que disputara ese año el Valladolid fue las semifinales de Copa del Rey ante el Valencia. En el comentario prepartido se le escuchó decir: «ese Bonhof debe ser un chaval de la cantera porque no me suena de nada».
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