Meseguer, bigote de miseria y gloria
«El murciano abre el infierno y toca el cielo en tres minutos. Una filigrana le condenó en su área y la misma frivolidad, en la otra orilla, le permitió terminar el partido en paz»
1
Cuando el fútbol se acomoda en una baldosa
El Zaragoza se presentó sobre el césped como la horma del zapato del Real Valladolid. La presión en campo contrario como primer argumento. El espacio ... se estrechó hasta que la batalla acortó metros y se trasladó a los aledaños del círculo central. Muchos futbolistas, poco verde y el balón como una bola de acero en una máquina de pinball. El fútbol en una baldosa, un escenario en el que el Pucela no se mueve con soltura. El planteamiento de Almada necesita que el rival se acogote en la salida para robar con celeridad y atacar con filo. El Zaragoza no descubrió sus costuras. Solo Iván Alejo fue capaz de conectar alguna banana, pero el corazón del área maña lucía más de blanco que de albivioleta. Al duelo se le puso cara de empate a cero desde que los dos equipos se enzarzaron en un bosque de piernas difícil de desentrañar. Meseguer rompió el conjunto vacío.
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2
Los extremos patinan en la gambeta
Amath y Biuk se aplicaron mejor en el repliegue que en la gambeta. Más velocidad para presionar que cintura para desbordar. Con los extremos obturados, a Latasa solo le quedó la pelea. El madrileño necesita gasolina, pero recibió agua. Los laterales intentaron el desdoble sin mucho éxito. Alejo tiene más sensibilidad que Bueno para ponerla con ventaja en la cabeza del ariete, aunque ninguno de los dos tuvo muchas oportunidades de posar el taco en la línea de fondo. En el dibujo de Almada, cuando los extremos no galopan, el balón gana kilos y el ataque se acartona, pierde acero.
3
El poder de la precisión para escapar del agobio
Cuando la presión aprieta, el pase preciso se convierte en el mejor argumento para escapar del agobio. Si la bota se tuerce, la salida se convierte en tiniebla. Y en esa escena de juego denso, el Pucela necesita imaginación y velocidad para que el rondo no se convierta en un chotis sin salida. Juric se afanó en su papel de coche escoba. Es lo que le toca y lo hizo fenomenal. Chuki y Meseguer son los que tienen que cambiar el paso, meterse entre líneas y descubrir el espacio que el contrario intenta esconder. El canterano no recupera el feeling de la primera jornada y el murciano tampoco encuentra su sitio para abrir el abanico de opciones ofensivas. Sin fluidez ni profundidad, el Pucela se acomodó en la trinchera. Mejor un punto que salir desnudo.
4
Tomeo firma su mejor actuación como blanquivioleta
A la espera de Jaouab, Tomeo y Torres se acomodan en el eje de la zaga. La caja fuerte del Pucela esconde su combinación. En los costados de la retaguardia, Alejo y Bueno también ganan solvencia. Tomeo firmó su mejor actuación desde que viste como blanquivioleta. Estuvo firme, sin fisuras. Mandó desde atrás y tuvo valentía para incorporarse al ataque. Pisó el área del Zaragoza en las dos entregas y estrechó la distancia entre su espalda y Guilherme. Torres crece a su lado y la defensa aparece como el punto de apoyo de la pizarra de Almada. Un once reconocible y fácilmente memorizable también ayuda a la armonía coral que propone el preparador uruguayo.
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5
Meseguer, el arte de caer y levantarse en un suspiro
Meseguer se embolicó en el peor escenario, donde el pelotazo se impone al entretenimiento. Ante la duda, patada a seguir. El tacón le condenó. Estuvo lento en la filigrana y el delantero del Zaragoza le retrató. El plan de Almada se emborronó por un error individual. Todo el esfuerzo camino del desagüe por un atrevimiento a destiempo. El murciano tiró de personalidad, levantó la cabeza y enmendó la plana a los tres minutos. El mismo gesto que le enterró, le sacó de la zanja. Un salto preciso, corto y coordinado, en el corazón del área. El fuera de juego a un milímetro y el mismo tacón que provocó la congoja devolvió las cosas a su sitio. Almada volvió a tardar en mover ficha. Lo hizo en el 82 con un triple cambio, más enfocado en guardar el punto que en buscar algo más, aunque en el epílogo el Pucela rozó el triunfo.
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