
El mercado de las evidencias en el Real Valladolid
El hincha más fiel aún confía en que los Reyes lleguen cargados de fichajes
Juan Ángel Méndez
Jueves, 2 de enero 2025, 23:18
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Juan Ángel Méndez
Jueves, 2 de enero 2025, 23:18
A las puertas de que Melchor, Gaspar y Baltasar traduzcan nuestro comportamiento del año en regalos o carbón, el Real Valladolid se debate entre el deseo infinito del hincha más fiel, que aún confía en que los Reyes lleguen cargados de fichajes, y la cruda ... dictadura del número, ese martillo pilón que brota del club y que suena más a despedida que a otra cosa. El mercado de invierno ha levantado la persiana con más interés en ver cuánto engorda la caja que en los nombres que necesita el equipo para reflotar un barco, que se parece más al amaderado de Chanquete que al nacarado de Ronaldo. Ahí están los aficionados, como si fueran Pancho, Bea, Desi, Tito, Javi o el Piraña, aferrados a la ilusión de que alguien con un poco de humanidad les diga que Chanquete no ha muerto. Y si lo ha hecho, que todo era un sueño y que algún día volverá Chanquete, u otro que le mejore, para renovar el lustre que ha perdido el club en los últimos años. «Del barco de Zorrilla, no nos moverán».
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Entre tanto, la dirección deportiva prosigue con la tortura que significa acudir al mercado con la billetera seca, mientras la propiedad remata la venta. El mercado de invierno va a enseñar las costuras de la entidad blanquivioleta. Es 'all in'. Aquí ya no valen medias verdades. En verano, el mensaje era salir al verde, confiar en la plantilla, competir con lo que hay y llegar vivos al zoco de enero. Catoira es como el cuñado de Nochevieja, que va palmando al mus y espeta el clásico, «ya tenemos la partida donde queríamos, ahora os vais a enterar». Pues ha llegado tu momento, Domingo. El problema es que no le veo, al menos públicamente, muy preocupado por las mejoras que, por otro lado, son imprescindibles si Cocca no quiere perder el prestigio en un suspiro. Porque hay una evidencia clara, al Real Valladolid no le da con lo que tiene. Si volvemos al cuñado, el mío no para de decirme que el Pucela está en Segunda. Bueno, mi cuñado, los colegas del fútbol de los martes, la prima de mi hermana, el panadero y hasta el conductor del Uber. «¿Es usted de Valladolid?». A mucha honra. «Mala pinta tiene el Pucela este año». El soniquete de estas fiestas. Una tortura.
Y lo peor es que intento refugiarme en la ilusión, trato de tirar de mi innegociable condición de optimista, pero me doy de bruces, una y otra vez, con la tozuda materialidad. Espero que el mercado, con las cartas bocarriba, nos permita confirmar de una vez las evidencias que tratamos de convertir en parapeto de nuestro ánimo para seguir confiando en que Ronaldo venderá bien y que no desplumará a la esquelética plantilla actual para compensar balances y rubricar un secreto a voces. Llámeme loco, no sé, pero algo me dice que la operación está hecha. El mercado será el juez. Si Catoira no mejora el vestuario, Moro y algún otro valor cambian de escudo, y nos vuelven a marear con mensajes encriptados sobre el límite salarial, será cuestión de días que Ronaldo se siente ante los medios (o no) y presente a su sucesor. Si se da la situación contraria, llegan refuerzos y alguien demuestra, más allá de Cocca (que ha llegado con ganas), que vamos a pelear con todo, cambiaré mi idea. Mientras tanto, la sensación es que la venta está hecha y da igual la categoría. Con euros, las penas son dulces, como el carbón que se ha ganado el Pucela.
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