Guilherme no sobrevive a André y Tomeo
«El guardameta del Pucela mantiene encendida la llama tras la expulsión del brasileño, pero no puede obrar el milagro tras el absurdo penalti del central aragonés»
1
Almada renueva su pizarra y su outfit
Guillermo Almada apareció en Riazor con un traje cuadriculado, grisáceo. Nada que ver con el atuendo de otras ocasiones. A veces, el cambio arranca en ... uno mismo. Outfit nuevo, vida nueva. El técnico borró su pizarra y cambió el dibujo para buscar una vida mejor. El Pucela funcionó bien con dos puntas. Latasa fijó a los centrales y Marcos André brilló con libertad de movimientos. El brasileño se acostó entre las líneas del Dépor y tiró de calidad para romper el orden del conjunto gallego. El criterio, por decirlo de una forma aseada, le duró 49 minutos. Si la lucidez hubiera durado todo el partido, no estaríamos hablando de Marcos André. Cable pelado, entrada sin ningún sentido, una amarilla antes del descanso y semáforo en rojo a los cuatro minutos de la reanudación. Esta vez no se quedará fuera por lesión. Lo hará por sanción. Si yo fuera Almada, le metería un par de encuentros más en la nevera, aunque no creo que la cosa tenga solución.daf dsf dsfa
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2
Ponceau encuentra su sitio junto a Juric
Chuki calentó banqueta. Almada apostó por Ponceau. El Pucela perdió un cuchillo y ganó un metrónomo. El francés se descolgó para fabricar el primer pase. Ahora por dentro, después por fuera. Siempre con criterio, con el balón convertido en un dron bien dirigido. Juric lo agradeció porque pudo centrarse en la destrucción, su verdadera zona de confort. Hasta la expulsión de André, Ponceau se alistó en su mejor versión. El Pucela bailó al compás de sus botas. Tal vez el mejor primer acto del curso, no por la brillantez, sino por la solvencia, el esfuerzo colectivo y el empaque. Federico sigue creciendo. Biuk no detiene la cuesta abajo. Alejo marca la pauta y engancha con su ímpetu al resto. En igualdad, se desplegó como siempre, aunque no atinó con la banana al área. Con uno menos, se aplicó para romper el ritmo del rival con picardía. Celebró hasta los saques de banda. Para algo es el capitán.
3
Guilherme planta cara a la inferioridad numérica
Guilherme lidera al Pucela desde el vestuario. Siempre está ahí. El portugués es el guardián de la última frontera y el leit motiv de sus compañeros. Parece que lleva toda la vida vestido de blanco y violeta, aunque en realidad es un recién llegado. Su compromiso demuestra que la pasión por los colores no entiende de contratos ni nacionalidades. Su manopla es una mina de puntos. Ante el Dépor volvió a ser determinante, sobre todo cuando Marcos André decidió patear a un rival con nocturnidad y alevosía, que diría García. El cuadro castellano se metió en la trinchera cuando se quedó en inferioridad y su guardameta se transformó en el mejor escudo. La parada que hizo en el minuto 85 debería estar ya en el museo audiovisual del club. Solo pereció desde los once metros.
4
Federico corre, Latasa no la suelta y Peter se acalambra
Peter Federico terminó con los gemelos en la garganta. Se tuvo que sentar, coger aire y esperar el cambio. Le suplió Chuki, convaleciente de un cólico. Latasa remató a su compañero en un contragolpe en el que se durmió con el balón en el empeine. Federico le acompañaba por la diestra para finiquitar el partido, pero el madrileño optó por el ego, se atiborró de metros y cuando quiso escapar del túnel ya era de noche. En esa jugada derramó la última gota de gasolina el hispano-dominicano, que parece que va encontrando su espacio en el cuaderno de Almada.
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5
Dos errores graves aplacan la madurez del erasmus
El Pucela es el vivo retrato de un erasmus. Pero un erasmus formal, el típico estudiante que aprovecha el tiempo, estudia y vuelve a casa maduro y bilingüe. El problema es que al conjunto blanquivioleta se le cruzaron dos gamberros por el camino y le estropearon su voluntad de regresar con un sobresaliente. Primero fue Marcos André, que descarriló como un niño de quince años, y más tarde Tomeo, que se disfrazó de alevín para cometer un penalti inadmisible, tanto por la acción en sí como por hacerlo con el tiempo cumplido. Es el Real Valladolid. Posiblemente cinceló una de las mejores actuaciones del curso, pero terminó cediendo dos puntos por una chiquillada y un agarrón vergonzoso. A pesar de todo, tuvo la última contra para haber sumado un triunfo épico, pero Amath hizo como Latasa. Mucha cuerda y poca visión. Cuando se la quiso dar a Chuki era demasiado tarde. Toca seguir currando.
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