No se conoce en el mundo del fútbol el hecho de proclamarse campeón o de descender de categoría en el mes de noviembre. Sin embargo, ... es claro que ya en estas fechas hay equipos que apuntan maneras muy notables para conseguir ambos 'logros'. Algo que solo se alcanzará de continuar su tendencia positiva en el caso del campeón o bien negativa, como es nuestro caso; es decir, que la competición finalmente no suele equivocarse en demasía.
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En el Real Valladolid, es claro que los signos preocupantes los venimos detectando desde antes de comenzar la competición; tanto como que el caso Boyomo, con ella ya iniciada, fue el detonante final que confirmaba la sospecha. Aquellas erráticas gestiones por parte del club en su versión económico-deportiva nos han traído estas consecuencias. En castellano puro: de aquellos polvos, estos lodos.
La situación no era la ideal para iniciar un campeonato de confirmación del equipo en la máxima categoría, pero es obvio que no somos los entrenadores los dueños de la última palabra aunque sí los obligados a la primera gestión del grupo. Y ahí es donde Paulo Pezzolano carga con la mochila, tras el anterior descenso y el posterior y contestado ascenso, de una gestión que no ha sabido, al menos hasta el momento, realizar con mínimo éxito.
Llegados a este punto, con el equipo en el fondo de la tabla y la afición encrespada con unos y desencantada con todos, la pregunta del millón es clara ¿qué hacemos? Obviamente, apelar a la valentía y razonamiento lógico del técnico. No hay otra.
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«La pregunta del millón es clara, ¿qué hacemos? Obviamente apelar a la valentía y razonamiento lógico del técnico. No hay otra»
Pezzolano tiene que darse cuenta que ha variado hombres, puestos y sistemas agitando la coctelera en busca de no se sabe bien qué, siempre con el ingrediente del dato, el equipo contrario y el miedo escénico, como gotas de angostura que proporcionasen el toque final de distinción. El resultado es que el cóctel no sabe a nada. ¿Entonces…?
Es imperativo ir a lo práctico a través de lo lógico; aferrarse a un sistema valiente y equilibrado que mejore el balance defensivo en todas las zonas del campo, juntando líneas y hombres en distancias lógicas para sacar al equipo de la cueva de tu área; y de paso quitarle el miedo.
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Y junto a ello, olvidarse de esos absurdos y letales cambios finales que destruyen al equipo y matan los resultados. El cambio es una posibilidad, no una obligación; de modo que a veces no realizarle es la mejor noticia posible.
Para que todo esto comience a tomar forma, lo primero y principal es que los mejores comparezcan en el terreno de inicio. Y apretar a los veteranos, con el verso fluido que posee, para que colaboren a muerte con el empeño. Vamos a dejarnos de pruritos y chorradas con Juric y Amallah. El uruguayo, como jugador que ha sido, sabe que esto va de palo y zanahoria, y que es mejor convencer que guerrear; no son tiempos de prescindir sino de sumar; o si lo prefieren de tolerar lo justo y exigir hasta la extenuación.
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La coherencia pide que comparezcan Moro e Iván Sánchez de salida en derecha e izquierda. Estoy seguro que Lucas y Selim se lo agradecerían y el juego fluiría mejor por esa banda. Y si en defensa Juma parece que está fuerte y Javi Sánchez se reafirma, pues hombre la línea junto a Rosa y Pérez no ofrece duda. Del mismo modo que Kike, Stanko y Selim son los volantes por obligación, Marcos André parece el mas dotado para el '9'. Hay equipo; justito, pero lo hay.
¡No dudes míster! Ni tienes más titulares ni la peor plantilla, ni te queda margen. ¡Sé valiente y juégatela!
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