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Arriba, de izquierda a derecha, Helenio Herrera, Vicente Cantatore y Pacho Maturana. En la fila de abajo, Pancho Ferraro, Paulo Pezzolano y Diego Cocca. El Norte

Real Valladolid

El estadio Zorrilla como puerta de Europa

Varios entrenadores hispanoamericanos desembarcaron en Valladolid como primera experiencia en el fútbol español. Solo triunfó Vicente Cantatore

J. C. Cristóbal

Vallaodlid

Domingo, 13 de julio 2025, 08:38

Noventa y siete años y diecisiete días de historia son suficientes para que el Real Valladolid repita unas pautas que se han convertido en seña ... de identidad. Con la llegada de Guillermo Almada a Zorrilla se escribe un capítulo más en el libreto de entrenadores hispanoamericanos que viven su primera experiencia en el fútbol español a orillas del Pisuerga. Además, salvo excepciones, que las hay, son nombres desconocidos para el gran público, incluso en estos tiempos de fútbol globalizado, y su paso por Pucela fue efímero y con más sombras que luces.

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Helenio Herrera

(1948-1949)

La relación comienza con una trampa al solitario, pero la tentación de incluir a HH es demasiado grande. Si hay que hacer caso a las muchas leyendas con que adornó su vida, la familia del niño Helenio emigró desde su Buenos Aires natal al Marruecos francés, donde se formó como futbolista; de Casablanca a París, donde se moldeó como entrenador del Stade Français hasta llamar la atención en España. Parece que el Atlético de Madrid, el equipo fuerte del Régimen en la posguerra, tiró la caña y dejó la pesca en Valladolid para que se oreara durante un curso.

En Zorrilla arrancó la carrera internacional del primer entrenador mediático, más Mourinho que Guardiola. Solo estuvo una temporada, la del estreno del Real Valladolid entre los grandes, reemplazó a Antonio Barrios tras su doble ascenso de Tercera a Primera, mantuvo a los blanquivioleta y cogió a las maletas para ser campeón de Liga con el Atlético y el Barça y de la Copa de Europa con el Inter. Regaló a los aficionados futboleros sentencias como la de 'ganar sin bajar del autobús' o 'se juega mejor con diez que con once'. Con 38 años, dirigió 27 partidos al Real Valladolid.

Vicente Cantatore

1985-1986 | 1987-1989 | 1996-1998

Argentino de Rosario, como Leo Messi, como Marcelo Bielsa, aunque fue en Chile donde hizo carrera, de futbolista en el Wanderers y de entrenador en el Cobreloa, al que llevó dos veces a la final de la Libertadores. Allí tendió sus redes Ramón Martínez, que coció a fuego lento su fichaje en la temporada siguiente a la conquista de la Copa de la Liga y en la del debut europeo, fugaz, contra el Rijeka.

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Cantatore cruzó el Atlántico para ver dos veces al Real Valladolid en el Zorrilla, contra el Betis y la Real Sociedad, y nadie reparó en ese hombre de 50 años, con gafonas y aspecto de profesor de instituto; una vez que se salvó la categoría en un agónico partido en el Pizjuán, Ramón Martínez voló a Chile con un contrato en la maleta, y con él ya firmado, Cantatore se dio a conocer a Valladolid en un partido de Copa de la Liga contra el Real Zaragoza, con Fernando Redondo todavía en el banquillo; por cierto, arbitró Enríquez Negreira, que expulsó a Gail y Moré. En su presentación ante los medios ya dejó claro un código ético que chocó en ocasiones con el palco del Zorrilla.

El legado de Cantatore, don Vicente, es de tal magnitud que hay consenso en colocarle en lo más alto del podio entre los entrenadores del Real Valladolid. El juego que desplegó durante su primera etapa es el mejor que se recuerda en las más de cuatro décadas del nuevo Zorrilla, con Yáñez, Aravena, Fenoy y el salto de canteranos como Eusebio, Juan Carlos y Fonseca. Su primera etapa duró una temporada y un partido, lo que tardó en dimitir por un choque con el presidente Gonzalo Alonso; el sucesor de este, Miguel Ángel Pérez Herrán, no dudó en reclamarle y Cantatore completó dos temporadas íntegras con el colofón de la final de Copa del Rey contra el Real Madrid en 1989.

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El prestigio de Cantatore mereció ofertas del Sevilla y Tenerife, donde su estrella ya no lució tanto, y a finales de enero del 96 respondió a la llamada de auxilio de Marcos Fernández para reflotar a un Real Valladolid que se hundía con Rafa Benítez al timón. La reacción del Real Valladolid fue deslumbrante, no solo se salvó esa temporada, sino que sentó las bases de una plantilla que se clasificó, por última vez, a la Copa de la Uefa; era el Pucela de Víctor, Peternac, Marcos, César Sánchez, Fernando y otra vez Juan Carlos. Un romance que estalló por los aires una noche de radio en plenas fiestas de San Mateo.

Con 174 partidos, Vicente Cantatore es el entrenador con más partidos en la historia del Real Valladolid y planea la sensación de que los dirigentes del club de unas y otras épocas buscan, sin acierto, una reedición de su figura en técnicos posteriores.

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Pacho Maturana

(1990-1992)

Es un caso que se aparta de las demás. Nunca había entrenado en Europa, pero el entrenador colombiano, de 41 años, era una referencia del fútbol internacional para la corriente menottista. Llegaba de ganar la Libertadores con el Atlético Nacional y de dejar una gran imagen con Colombia en el Mundial de Italia de 1990. El Real Valladolid había fichado a una gran estrella, el deseo del presidente Gonzalo Gonzalo, que en el mundo del baloncesto aplicó esa fórmula para alistar en el Forum a Sabonis o y Corbalán.

El primer año fue bueno, en mitad de la tabla, pero el segundo fue un desastre sin paliativos, y eso que Maturana se había reforzado con dos cracks como Valderrama e Higuita, que se unieron a Leonel Álvarez. El equipo estaba roto, el club al borde de la bancarrota y el Real Valladolid se fue a Segunda después de doce temporadas consecutivas en Primera, la más larga de la historia blanquivioleta. Los colombianos aguantaron, o se les aguantó, hasta mediados de enero, después de perder contra el Barça no volvieron a pisar Zorrilla; Maturana estiró la cuerda tres meses más, hasta que firmó su cese e intentó el milagro de la salvación, sin éxito, Javier Yepes. El colombiano, pese al fracaso en Zorrilla, mantenía cartel suficiente para recibir la llamada de un grande, el Atlético de Madrid de Jesús Gil, quien solo le aguantó nueve partidos en el cargo.

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Pancho Ferraro

(2000-2001)

Nacho Lewin buscó repetir la jugada con un entrenador argentino de mucha experiencia a sus 55 años, con paso por históricos como Huracán y Estudiantes, pero que nunca había salido más allá del Río de la Plata, y a donde regresó cuando salió antes de lo previsto del Pisuerga. Nunca se adaptó a Valladolid.

Dispuso de una plantilla repleta de pesos pesados, con Eusebio, Marcos, García Calvo, Caminero o Heinze, pero sin chispa para sacarle el mejor partido; el conformismo dio la etiqueta al Real Valladolid del rey del empate, con hasta cinco 0-0, y una pésima racha de cuatro derrotes consecutivas precipitó su dimisión después de un 1-3 contra el Rayo. Era la jornada 28ª y el equipo estaba a cinco puntos del descenso, pero Ferraro no se vio con fuerzas para buscar la reacción, prefirió hacer las maletas y dejar las libretas, una vez más, a Pepe Moré. Cinco años más tarde, ya con 60, Ferraro fue el designado para dirigir a la Argentina sub 20 en el Mundial que se disputó en los Países Bajos. Quedaron campeones con una delantera formada por la Pulga Messi y el Kun Agüero; por el camino eliminó a la España de Cesc Fàbregas, David Silva y Fernando Llorente.

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Paulo Pezzolano

(2023-2025)

Los dos últimos casos son de sobra conocidos por el aficionado pucelano, al que todavía le sangran las heridas abiertas en la era Nazário. Pezzolano tenía una experiencia testimonial del fútbol español como centrocampista del Mallorca, apenas 241 minutos de juego repartidos en doce partidos, solo de titular en uno de ellos. Llegó con 39 años para sustituir a Pacheta en un Real Valladolid en caída libre, todavía fuera del descenso. Llegó con el aval presidencial desde el Cruzeiro, club que también pertenecía al que fuera un Fenómeno dentro del área, y otra cosa en el palco.

Conectó de entrada con la grada por su talante tribunero y la etiqueta de canchero que se atribuye al uruguayo por el mero hecho de serlo; cuando llegaron las derrotas y las críticas de prensa y afición reaccionó con una actitud hostil que ni intentó atemperar; con un descenso y un ascenso, ha preferido coger las maletas y probar suerte en el fútbol británico, el Watford de la Segunda inglesa.

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Diego Cocca

(2024-2025)

Con 52 años, el argentino arriesgó con la misión imposible de salvar al Real Valladolid; en los dos meses que duró su etapa blanquivioleta, no acertó con el diagnóstico de un moribundo que tenía cuatro tiros en la cabeza. Y eso que tenía una amplia y notable trayectoria en Argentina y México, donde llegó a dirigir a la selección nacional. Después de cinco derrotas consecutivas cogió el avión de vuelta y cedió los trastos a Álvaro Rubio, que todavía presentó peores números.

El Real Valladolid ha tenido más entrenadores de Hispanoamérica, pero a diferencia de los anteriores, todos ellas llegaron con un amplio palmarés como futbolistas y entrenadores en nuestro fútbol. Hablamos del paraguayo Heriberto Herrera (1962), que solo ocupó el banquillo dos partidos, suficientes para devolver al equipo a Primera en una promoción de ascenso con el Español; el uruguayo Héctor Núñez (1975-1976), con el que se dio un salto que llevó al Pucela al cuarto puesto, a cuatro puntos del ascenso; una doble etapa del argentino Felipe Mesones (1982-1983, con solo dos partidos, y 1993-1994, con un ascenso y un cese tras dieciséis jornadas); y el uruguayo Víctor Espárrago (1994), quien no llegó a comerse el turrón en un curso que acabó en descenso en el campo y permanencia en los despachos.

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