Eibar vs Real Valladolid: Ya no sirven los datos, solo vale ganar

Aceptemos los argumentos de los teóricos del Big Data. Seamos objetivos y repitamos la premisa –convertida en mantra esta temporada– de que el Real Valladolid fue mejor que el Málaga, que el Girona en Zorrilla, el Zaragoza en La Romareda, aceptamos el Fuenlabrada, que vapuleó al Almería hace un mes, y que fue infinitamente superior a la Real Sociedad B hace unos días. Incluso que arrojó unos datos fantásticos en todas esas fechas en las que se dejó trece puntos por el camino.

Obviemos dónde estaría hoy el equipo de Pacheta sin todas esas injusticias, y olvidémonos por unas horas del GPS, sensores y dispositivos biométricos que a estas horas dan a los blanquivioleta como equipo de Primera. Seamos subjetivos durante un par de horas.

¿Hay alguien que no cambie hoy la victoria en el campo por un triunfo moral en el ordenador? Son tantos los tropiezos que se han ido sucediendo, y salpicando la temporada, que la realidad ha terminado por arrinconar al Real Valladolid, que esta misma tarde inicia su particular 'play-off' de cuatro partidos sin margen siquiera para el empate.

Es hora de ganar y cualquier resultado que no sea regresar esta tarde de Ipurua con los tres puntos será una derrota y un fracaso anticipado en una campaña en la que se fijó el objetivo del ascenso directo –por plantilla, presupuesto, límite salarial, masa social, y también, por qué no recordarlo, por el discurso ambicioso de Ronaldo Nazário antes de comenzar el campeonato–.

El escenario que tiene por delante se lo ha ganado a pulso el equipo de Pacheta. Está obligado a ganar hoy, y a repetir marcador contra Ponferradina, Ibiza y Huesca si quiere albergar alguna esperanza de ascender por la vía rápida. Todo lo que sea dejarse algún punto por el camino le condenará inexorablemente a reservar la mejor butaca posible para afrontar las eliminatorias de 'play-off'.

Y en ese empeño, Pacheta recupera a todos los lesionados y sancionados, a excepción de Óscar Plano y Sergio León, que cumple su cuarto partido de sanción y podrá entrar en la convocatoria de la próxima jornada ante la Ponferradina. La expedición, por lo tanto, viajó ayer al completo con 23 jugadores y alguna duda sobre la forma de encarar el encuentro desde la pizarra.

Su respuesta al debate suscitado por el dibujo invita a pensar que Pacheta insistirá con los tres mediocentros y un sistema, 4-3-3, en el que Toni Villa y Gonzalo Plata tienen el puesto asegurado por sus prestaciones y la amenaza generada el pasado lunes ante el filial donostiarra. Dando por hecho que Luis Pérez y Nacho volverán a ocupar sitio en los laterales, y que El Yamiq retornará al centro de la zaga junto a Joaquín, la mayor duda reside en el centro del campo, donde la vuelta de Roque Mesa tras sanción obliga al técnico a elegir entre tres jugadores (Aguado, Iván Sánchez y Monchu) para dos puestos.

Las alternativas pasan por dotar al centro del campo de más piernas con la entrada de Anuar o de apostar por un 4-4-2 y situar a Cristo junto a Weissman. El israelí lleva tres partidos sin marcar (300 minutos), y sus goles –también remates– se han echado en falta sobremanera.

Si dejamos el balance de puntos a un lado (5 de los últimos 12 posibles), especialmente preocupante resulta la desconexión del equipo en general y los extremos en particular con el delantero centro, y máximo realizador, Shon Weissman. La capacidad de desborde y de eliminar rivales demostrada por Toni y Plata en el último partido debería invitar a la reflexión ante la nula efectividad cara a portería.

Es una de las asignaturas pendientes en las últimas fechas, pero no la única, ya que los blanquivioletas vienen pecando de falta de concentración de medio campo hacia atrás, donde han concedido demasiados goles absurdos en situaciones evitables, y ante rivales con muy pocas llegadas al área.

Enfrente tendrá el Real Valladolid un ambiente festivo, no solo por la celebración de las tradicionales fiestas gallegas, sino por todas las acciones que ha preparado el club armero durante la semana. Se espera en Ipurua la mejor entrada de la temporada –el tope lo marcó el Mirandés, con 6.023 espectadores–, en un partido que empezará mucho antes por las calles engalanadas para la ocasión, y con un 'bufandeo' convocado para recibir a la plantilla eibarresa en las proximidades del estadio.

Al Eibar en particular, especialista en marcar con pocas llegadas y menos posesión, de poco le ha servido los datos para alcanzar el liderato que ayer perdió a manos del Almería (3-0 ante el Amorebieta).

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