El Bristol retrata todos los problemas defensivos del Real Valladolid

Bastó con incidir en esos preceptos para castigar y dejar al descubierto problemas defensivos de un pasado muy cercano, y en un once -todo hay que decirlo- que saltó al campo sin refuerzos y con una zaga formada por Koke-Torres-Nikitscher-Garri.

Si bien los cuatro goles llegaron tras errores groseros perfectamente vitables, fueron los dos primeros los que más daño hicieron, encarrilando el partido para los locales y perfilando una tarde cuesta arriba para los blanquivioleta. Ni la mejoría experimentada en el último tramo de la primera parte ni los cambios efectuados tras el descanso sirvieron para inquietar siquiera a un rival que pudo, incluso, aumentar su goleada de no mediar el meta Guilherme.

Esa pájara con la que enfiló el partido el Real Valladolid condicionó el resto, y al mismo tiempo dejó un asterisco en la hoja de ruta del míster para futuros compromisos. Si con algo no transige el libreto del técnico uruguayo, a juzgar por lo visto en su escaso mes en Valladolid, es con la falta de disciplina y de pelea por cada uno de los balones. Y en la puesta de escena en Bristol bastaron cinco minutos para que saltara toda la propuesta por los aires. El primero, minuto 3, en una acción en velocidad por banda derecha que concatena errores defensivos de toda la línea defensiva, y que aprovecha Randell para batir a Guilherme de disparo raso pegado a su palo izquierdo. Y el segundo, minuto 5, por banda izquierda y con McCrorie rematando a placer.

2-0 y la zaga retratada, pendiente una semana más del debut de Pablo Tomeo y añorando la incorporación en plenitud física del marroquí Jaouab.

No fue hasta el ecuador de la primera parte cuando, con el Pucela ya espabilado y trasquilado, se pudo apreciar un dibujo reconocible sobre el campo, con Amath y Biuk activando el juego por bandas, y Chuki tratando de pisar área para crear peligro. Hasta ese momento, el escenario dejaba a Nikitscher achicando el agua que sobrepasaba a David Torres, y a Torres achicando el agua que creaba Nikitscher, con Garri y Koke a punto de agitar la bandera blanca.

Los últimos quince minutos antes de enfilar el descanso fueron lo mejor, ¡y lo único!, que pudo ofrecer el equipo de Almada en su desplazamiento hasta tierras británicas. Ante los problemas en el centro del campo para controlar el partido y generar fútbol -Juric fue un central más prácticamente todo el partido-, Amath y Chuki dieron un paso atrás para tratar de llevar el balón al área rival. Ese movimiento provocó hasta tres ocasiones de gol que bien pudieron recortar diferencias. Una de Marcos André, con rosca dentro del área que se fue arriba; otra en la zurda de Chuki, que disparó muy alto tras acción individual de Amath en banda derecha; y la tercera, el penalti que señaló el colegiado por derribo a Chuki dentro del área. Marcos André, encargado de lanzarlo, lo envió suave a las manos del meta checo Vitek.

Apuntaba a mejoría el Pucela cuando el descanso le pilló a medio camino, con un Bristol enfrente que no perdonó a la vuelta de vestuarios en cuanto tuvo ocasión. También en este tercer gol hubo concesión defensiva, en este caso tras una pérdida de Nikitscher en la salida de balón que Riis aprovecha, solo dentro del área pequeña, después de que hasta tres jugadores combinaran antes de celebrar el gol.

Si había alguna duda, y ya con Almada desesperado en la banda, el 3-0 remató el partido y acabó por tumbar a un Pucela, que tampoco con el carrusel de cambios mejoró sus prestaciones. Saltaron Alin, Xavi Moreno, Alejo, Guille Bueno, Meseguer y Jorge Delgado, y el guion no se movió ni un solo centímetro, ahora ya con un encuentro trabado por el orgullo de los jugadores y el rifirrafe mantenido por Iván Alejo y Mehmeti en la última media hora de juego.

Faltaba el cuarto y este llegó en la última acción del partido, y después de que Jorge Delgado estuviera a punto de marcar el tanto del honor a escasos centímetros de la portería de Vitek.

El pitido final dejó el primer toque de atención en una plantilla con sobrecarga física que ahora necesita pulir los mil y un defectos que arrastra en términos defensivos de la temporada pasada. Cabe relativizar por lo intranscendente de la pretemporada y la 'diferencia horaria' que separa a los actuales titulares de los últimos en llegar, pero el tiempo acecha y el primer balón oficial está a la vuelta de la esquina.