Álvaro Rubio y las dudas sobre su continuidad en la estructura del Real Valladolid
El riojano se plantea salir del club para entrenar en otro lugar a expensas de lo que le propongan los nuevos responsables
Álvaro Rubio recibió la noticia este pasado miércoles en una reunión con Domingo Catoira y Bruno Mazziotti, que todavía ejercen como responsables deportivos del Real ... Valladolid. El director deportivo y el gerente global de fútbol le comunicaron que no seguiría al frente del primer equipo blanquivioleta en Segunda División. Rubio tiene contrato como empleado del club y por eso no se trataba de un despido. Sin embargo, la incertidumbre que rodea el próximo desembarco de los nuevos dueños de Ignite y el difícil encaje del riojano en otro rol dentro de la estructura deportiva llevan a Rubio a plantearse la alternativa de salir fuera como una opción «bastante viable», según explican fuentes conocedoras de la situación.
Álvaro Rubio fue jugador del Real Valladolid durante diez temporadas. Llegó en el verano de 2006 y se marchó en 2016. Entonces, esperó hasta última hora la confirmación de una renovación que no llegó. Puso rumbo al Bengaluru y acabó colgando las botas tras un breve paso por el club indio. En junio de 2017, volvió al club blanquivioleta como ayudante de Luis César Sampedro en el banquillo. Siguió en ese rol con Sergio González, José Rojo 'Pacheta' y Paulo Pezzolano, hasta que tomó las riendas del Promesas en noviembre de 2023, tras el abrupto despido de Julio Baptista en el equipo filial. En la temporada recién concluida se hizo cargo del primer equipo de manera interina entre la destitución de Pezzolano y la llegada de Diego Cocca, y ya de manera definitiva tras la defenestración del argentino en febrero.
Rubio asumió el resto casi imposible de enderezar un equipo a la deriva, con una plantilla mal confeccionada y debilitada en cada periodo de fichajes. La exposición y el desgaste han resultado brutales para un entrenador debutante en Primera División. El entorno del técnico señala que ha quedado muy dañado por los pésimos resultados obtenidos por el equipo, incluido el descenso matemático a falta de cinco jornadas para el final. Álvaro Rubio asumió la responsabilidad después de haber encontrado cierta unión previa durante su breve periodo como interino en diciembre, lapso en el que logró una victoria ante el Valencia que entonces se consideró clave en las aspiraciones para luchar por la permanencia. Ahí se generó una buena conexión de la plantilla, a pesar de que todos sabían que la relación era temporal hasta la llegada de un nuevo entrenador. Diego Cocca sólo aguantó siete jornadas y tras la vuelta de Álvaro Rubio a finales de febrero, todo resultó muy diferente: en 14 partidos, cosechó 13 derrotas y un solo empate.
Los análisis del cuerpo técnico del riojano siempre han lamentado que el equipo no lograra algún resultado favorable en momentos clave entre finales de febrero y principios de marzo: por ejemplo, una victoria ante Las Palmas en Zorrilla o sacar puntos en la visita al Valencia o en el partido siguiente como local frente al Celta. Con refuerzos positivos, se habría alimentado la esperanza de evitar un descarrilamiento tan salvaje.
Uno de los desafíos a los que se enfrenta Álvaro Rubio para continuar su carrera como entrenador en otro lugar pasa precisamente por esos números tan negativos. La visión más cercana contempla al riojano como víctima de una situación deportiva que acabó arrasando cualquier posibilidad de que el equipo llegara con alguna opción de salvación a las jornadas finales. Sin embargo, fuera de Valladolid esa idea queda menos matizada y el balance en Primera (una victoria, un empate, 14 derrotas) aumenta el perjuicio a su imagen como entrenador.
En todo caso, Rubio valora salir del Real Valladolid porque muchas de las opciones para seguir en la estructura del club (como dirigir de nuevo al Promesas o volver a un cargo de ayudante con el nuevo técnico que llegue a la plantilla) supondrían un retroceso profesional. Las fuentes consultadas señalan que escuchará cualquier propuesta que le hagan los nuevos responsables aún por desembarcar en Zorrilla tras la venta de la entidad. Sin embargo, el tiempo corre en su contra. Porque el modelo del grupo norteamericano Ignite está por oficializarse y Rubio no quiere que le suceda lo mismo que en su etapa como futbolista, cuando le comunicaron a última hora que no seguiría en Zorrilla. Y, en un entorno de múltiples cambios con la nueva propiedad, el encaje de Álvaro Rubio en la estructura del club puede dilatarse en el tiempo al no ser considerado una prioridad. Y eso siempre que la nueva directiva cuente con él y no decida rescindir su contrato como trabajador de la entidad...
Las personas consultadas indican que Rubio no quiere llegar al mes de julio sin saber cuál puede ser su nuevo papel en el Real Valladolid, así que, aunque prioriza al club al que lleva vinculado 18 años, es consciente de que debe mirar por su futuro. Lejos de quitarle la ilusión, la espina del durísimo descenso a Segunda del Real Valladolid le sirve ahora como acicate para demostrarse a sí mismo sus capacidades como entrenador en otro proyecto y en otro lugar. De momento espera acontecimientos en el club blanquivioleta antes de tomar decisiones, pero crecen las dudas que alberga sobre su continuidad dentro del Real Valladolid.
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