Entre trillos y estrellas en Castrillo de Villavega
La localidad mantiene su tradicional fiesta de La Trilla y citas para todos los públicos
Lara Arias
Castrillo de Villavega
Martes, 29 de julio 2025
El verano en Castrillo de Villavega no se mide en grados, sino en emociones. Con la llegada del mes de agosto, este municipio se transforma en un hervidero de actividad y tradición. Actividades en las que los vecinos se vuelcan para mantener vivo su legado con creatividad, esfuerzo e ilusión. Desde la esperada fiesta de La Trilla, que recupera las tareas agrícolas de antaño, hasta la animada escuela de verano para los más pequeños, pasando por eventos deportivos como Rutavones. Todo en Castrillo de Villavega late con una energía que desafía a la despoblación. Aquí, cada jornada estival es toda una celebración del pasado, del presente y de las ganas de futuro. Una época para disfrutar, poner en valor las raíces y trabajar para que esa esencia siga muy viva en las nuevas generaciones.
El verano en este municipio palentino tiene muchas citas especiales. Del 9 al 11 de agosto, Castrillo de Villavega se transforma con La Trilla, una de sus fiestas más representativas. Este año, el programa arranca el viernes 8 por la noche con el tradicional 'pancehuevo' —una degustación de panceta y huevo— y un concierto del grupo The Tablets, que ya conquistó al público local el año pasado durante Rutavones.
El sábado es, sin lugar a dudas, la gran jornada. A las once de la mañana comienza un desfile de maquinaria agrícola antigua y animales, con mulas y burros incluidos. Todos recorren el pueblo hasta llegar a la finca, donde se realizan demostraciones de siega, arado, acarreo y trilla como antaño. Tras este viaje que retrotrae en el tiempo, el día continúa en el plantillo a orillas del río, con una comida popular de cocido castellano para mil personas, paseos en trillo para grandes y pequeños, y juegos tradicionales.
En horario nocturno, la fiesta se anima con un concierto de Jimenos Band, una formación muy conocida por sus versiones de Joaquín Sabina; seguido por el grupo local Tabones, que aporta el toque de rock autóctono, y el DJ Vallejo, habitual de las celebraciones veraniegas del pueblo.
En lo que se refiere a la jornada del domingo, se reserva para la emoción y el recuerdo. A la una del mediodía se celebra una misa en honor a todas las personas que han colaborado en la organización de La Trilla durante sus 25 años de historia. Este año será especialmente solemne, con la presencia del obispo y la música de los marceros de Cervera de Pisuerga. Después, una charanga acompaña a los asistentes desde la iglesia hasta el plantillo, donde se ofrece un vermut y una comida de alubias con pato y chorizo para 600 personas. Por la tarde, los talleres para niños toman el relevo, antes del concierto final de DJ Vallejo que cierra la fiesta con el último 'pancehuevo' del fin de semana.
Escuela de Verano
Crecer entre estrellas y talleres, es la esencia que guarda la Escuela de Verano de Castrillo de Villavega. Durante todo el mes de agosto, el pueblo se llena de vida gracias a la escuela de verano, una iniciativa pensada para los niños que pasan sus vacaciones en Castrillo de Villavega. Jóvenes del municipio se encargan de organizar actividades tanto por la mañana como por la tarde: talleres de arcilla, pintura, cine al aire libre, excursiones, juegos y rutas por el entorno. Pero la actividad estrella es, sin duda, la noche de las estrellas.
Cada verano, la localidad palentina celebra su particular homenaje al cielo con la Noche de Estrellas. Una actividad que ya es tradición entre los vecinos y los visitantes. Se apagan las luces del pueblo, se sacan mantas y sillas al campo, y bajo un cielo limpio y generoso comienza el espectáculo. La mirada hacia planetas, constelaciones y lluvias de meteoros. Pero más allá de lo científico, la Noche de Estrellas es una experiencia compartida. Se trata de la perfecta excusa para reunirse, para escuchar historias del cielo y para recordar que, incluso en los lugares más pequeños del universo, hay espacio para lo infinito.
A partir del 10 de agosto, coincidiendo con la festividad de San Lorenzo y las famosas lágrimas que lleva su nombre, niños y mayores salen al campo, se tumban en las eras y observan el cielo. Esta costumbre, nacida tras la pandemia, se ha consolidado como un momento mágico del verano. «Lo que más les gusta a los niños es tumbarse y mirar el firmamento», señala Carlos Herrero, vicepresidente de la Asociación Cultural La Trilla.
Bicis contra la despoblación
La prueba cicloturista Rutavones, celebrada el pasado 5 de julio, ha reunido este año a más de 400 participantes. Nacida de forma modesta como una vuelta en bici entre amigos, ha ido creciendo hasta convertirse en un verdadero hito veraniego. A pesar de haber abandonado el circuito provincial de BTT para centrarse en su vertiente lúdica, Rutavones sigue atrayendo a decenas de aficionados que recorren dos circuitos —uno corto y otro largo— atravesando pueblos vecinos como Santa Cruz del Monte, Villalcazar de Sirga o Villameriel, «pequeños núcleos que durante el año apenas ven pasar a nadie», señala Carlos Herrero, vicepresidente de la Asociación Cultural La Trilla.
El objetivo consiste en poner la bicicleta al servicio de la convivencia y de la lucha contra la despoblación. «Ilusión contra la despoblación» es su lema y su filosofía. Tras la prueba, los participantes comparten una paella para 600 personas, participan en una mesa redonda sobre la despoblación, disfrutan de un concierto y rematan el día con un 'pan de huevo', el broche musical que se repite como símbolo festivo en muchas de las celebraciones.