Montserrat Marín, comisaria jefe de Palencia: «He tenido algunas zancadillas en la Policía por ser mujer»
Montserrat Marín destaca que ha creado un grupo de menudeo de drogas
ricardo sánchez rico
Palencia
Domingo, 1 de julio 2018
Accesible, cercana y, a tenor de su currículum, brillante en su trabajo. Lleva poco más de seis meses en su cargo como comisaria provincial de Policía Nacional, pero Montserrat Marín ha desarrollado en ese escaso tiempo cambios que están teniendo resultados en forma de operaciones satisfactorias y más seguridad aún en una ciudad que ella misma considera ya segura.
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–Tomó posesión oficial de su cargo como comisaria jefe el 30 de enero de 2018. ¿Qué balance hace de este primer semestre?
–Llegué con poco conocimiento de Palencia. Sí a efectos de criminalidad, pero no conocía mucho lo que era la ciudad y el entorno. Me ha sorprendido la hospitalidad de la gente, me han tratado muy bien, he sentido hasta una especie de discriminación positiva, un apoyo extra de gente por la calle que me dice que qué bien una mujer comisaria. Me he encontrado una Comisaría en muy buenas condiciones, porque hay otras que no están tan bien, y gente muy profesional, pensaba que había gente con mucha edad que después de muchos años en Madrid o en Barcelona ha logrado llegar a casa, pero aquí tenemos un equilibrio en la Comisaría entre gente joven y veterana que nos hace bien a todos. También me he encontrado con muchas ganas de cambio, de evolucionar, y he hecho bastantes cambios en lo que yo pienso que puedo hacer bien, incidir más en el tema de la cercanía con las minorías vulnerables, los delitos de odio, las relaciones con las principales instituciones de enfermos mentales, el tema de la discapacidad intelectual que son víctimas y tema de abusos sexuales que hay que afrontar, porque es verdad que ha disminuido el tema de la violencia de género pero hay una nueva dimensión del abuso a agresión sexual. También he hecho cambios, porque el tema del ámbito de tráfico de drogas afecta sobre todo a los más jóvenes y he creado un grupo de menudeo de drogas y he sacado personal de entre las piedras para que al menos se evite el consumo entre los más jóvenes.
–Sí que le han dado de sí estos seis meses...
–Sí, el otro día bromeaba con alguien, le decía que parece que llevo aquí dos años. Tengo mentalidad de cambio, también a veces puede ser que no tengo la experiencia suficiente, pero hasta ahora todo me ha demostrado que las cosas no están saliendo mal.
–¿Ha notado mucho el cambio de Baleares a Palencia?
–Vengo de Baleares, donde tenía unos 300 funcionarios y a 400 de alguna manera asignados en verano, a Palencia, con una plantilla en la que tengo la mitad y sin embargo a nivel profesional aquí soy jefa provincial. Allí llevaba una brigada, y aquí llevo todo el conjunto. Cambia mucho la idiosincrasia,Baleares está muy significado también por la presencia de personas afines políticamente a la soberanía nacional y otras proindependentistas, lo cual ha generado también facciones; luego está el idioma, el turismo... La temática en Baleares no tiene mucho que ver, allí se toca más a nivel de Jefatura delitos más especializados, aquí se toca más la generalidad de los delitos. Aquí la labor del policía preventivo es mucho más esencial, porque aquí afortunadamente no hay grandes delitos, pero sí esos delitos que molestan y perturban a la gente, como un robo en domicilio o en el interior de un vehículo...
–No es un paso atrás porque aquí es comisaria principal, pero igual si echa en falta actividad...
–Es un escenario totalmente distinto. A nivel de estructura, ser comisaria provincial después de ser un año comisaria pasa una vez entre mil o entre diez mil, y para mí es un reto, porque supone recopilar todas las experiencias que tengo y, aunque tengo el apoyo de Jefatura, aquí estoy sola, mis errores son mucho más grandes. En Palma siempre tiraba por mi brigada, ahora no puedo pensar así, sí quito de un sitio tengo que pensar en otro, y tan importante es la oficina de denuncias como los 'zetas' que salen a la calle, como la UFAM.
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–No es habitual una mujer en lo más alto de una Comisaría...
–Mi caso se ha dado en muy pocas ocasiones, este puesto es indistinto para comisario o comisario provincial. Que yo conozca, comisarios provinciales con menos de dos años de antigüedad solo estamos dos personas en España, para nuestra carrera es como subir a otra división. Yo espero ir paso a paso, no me puedo quejar. He aprobado a la primera a partir de inspectora las dos oposiciones, tanto la de inspector jefe como la de comisaria. A veces se oyen comentarios sobre la ley de paridad e igualdad, creo que me han dado un voto de confianza no por ser mujer sino por la experiencia, y si es por ser mujer y puedo implantar la experiencia y el liderazgo femenino en el que creo, pues también me parece bien, porque alguien tiene que estar ahí visible.
–¿Hay aún cierto corporativismo masculino en la Policía Nacional?
–Teniendo en cuenta que hay mayoría de hombres, evidentemente son los que están en el poder. Es cierto que hay pocas mujeres, siempre se alega que no quieren y es cierto que a veces no es que no quieras, es que las medidas de conciliación es algo en lo que tenemos que avanzar mucho. Es verdad que hay pocas mujeres en los puestos de mando y, cuando miras su expediente, tienen una trayectoria tan merecedora de estar arriba como un hombre. Las mujeres debemos empoderarnos y hacernos más visibles, decir aquí estoy. Yo no he sentido discriminación en el trabajo, excepto casos aislados, que te consideran una becaria siendo de la misma categoría. También es verdad que las mujeres de antes tenían a lo mejor asociado un rol en toda la sociedad mucho más pasivo, y ahora estamos dando guerra y queremos ser lo mismo que nuestros compañeros, queremos ser madres pero nos hemos rebelado un poco. Necesitamos seguir siendo visibles y que se nos mire no como mujeres, sino como mandos, cómo hacemos nuestro trabajo y cómo es nuestro rendimiento, que se nos mida igual. En escala básica entra un número considerable de mujeres, en la escala ejecutiva un número que puede rondar un 20% de mujeres, y según se asciende, el porcentaje se reduce drásticamente, hasta el punto de que hasta hace dos años, comisarias principales teníamos un 0,1%. Esa es la barrera que hay que romper. Somos 31 mujeres comisarias principales, frente a 269 hombres. No es que nadie nos ponga un freno, lo que pasa es que hemos sido poco visibles y hemos ocupado puestos de mucha secretaría general, pero pocos como alto mando. Hay cierta costumbre a rodearse de hombres, también el concepto de liderazgo ha cambiado mucho y ahora hay rasgos de las mujeres que están estudiados, que las mujeres aportamos algo al liderazgo que es distinto. A un hombre se le supone activo, a una mujer se la suponía neurótica o ansiosa, cuando no es así, lo que pasa es que las mujeres tenemos un acercamiento distinto, una empatía distinta. No significa que seamos madres, significa que tenemos una manera de afrontar las cosas diferente y que, junto a rasgos también muy buenos de liderazgo esencialmente masculino, es lo que completa un buen líder, tener también rasgos femeninos.
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–¿Qué valor añadido tiene entonces una mujer como policía?
–Yo no quiero ser más que nadie, pero tampoco quiero ser menos, hay que subir a puestos de mando a las mujeres que más tiempo llevan y que más experiencia tienen y, sobre todo, medirnos por el rendimiento. Si nuestro rendimiento es igual o mejor que el de un hombre, tendremos que ser nosotras las que estemos arriba. Las mujeres somos más directas, sin levantar la voz somos capaces de convencer a alguien y de argumentar, también estamos educadas en eso, somos fruto de la educación que hemos recibido. Escuchamos más de lo que hablamos, y eso, en muchas ocasiones, es lo más efectivo, porque te hace conocer mucho más a la otra persona y saber cómo dirigirte a ella. Yluego también la capacidad de sacrificio y de demostrar que, si somos buenas, tenemos que demostrarlo continuamente. A los hombres no se les exige tanto, pero a una mujer sí, a ver si se esconde en el 'zeta' o si sale, a ver si no va a detener a alguien o va a ser capaz...
–¿Cuánto ha luchado usted para llegar adonde ha llegado?
–Mucho, y no he perseguido ningún fin espúreo. Puedo ir con la cabeza bien alta y decir que tengo que dar las gracias a mucha gente que ha confiado en mí, por supuesto, pero he tenido también muchos momentos malos en los que tenido que demostrar que era una buena investigadora o ser relegada en el trabajo en beneficio del jefe y dar de comer a algún compañero para que él resaltara y subiera y yo estar un poco escondida. He tenido excelentes jefes y compañeros, pero también he tenido alguna zancadilla y ha habido expresiones vulgares de compañeros que he tenido que oír. Las mujeres tenemos que dar esa dosis de normalidad a la presencia de una mujer.
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–Su llegada ha supuesto un soplo de aire fresco en la Comisaría...
–A mí hay algo que me encanta, que es llegar a una Comisaría y que la gente te sonría. Eso se puede fingir o no, por supuesto que habrá gente que no esté contenta conmigo, pero creo que estoy cumpliendo mi función. Me gusta el trabajo policial, esto lo asumo como un reto, el día que me canse y no sea útil, por muy comisaria provincial que sea, seré la primera en solicitar cambio, porque yo me considero libre.
–¿Donde están las expectativas de Montserrat Martín?
–Aquí, y no pienso más allá. Todo el mundo espera de ti que, siendo joven y aprobando a la primera, termines muy arriba, pero yo estoy disfrutando del momento, porque llegar a comisario es muy difícil, y esa es mi expectativa. Estoy cómoda, tranquila, estoy aprendiendo, tengo a parte de mi familia cerca, en Aranjuez, y puedo conciliar la vida deportiva, social, familiar... No tengo expectativas de futuro a corto plazo.
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–Usted ha pisado mucha calle...
–En básica estuve poco, porque aprobé para la escala ejecutiva. Mi primer destino en Palma fue en el grupo de delincuencia económica y obras de arte, y ahí me pegué calle, porque el blanqueo de capitales es investigación pura. En la Unidad Central de Estupefacientes, el grupo 43 de cocaína es quien lleva todo el grupo de Galicia, y de cada mes me pasaba quince días en Galicia... En Seguridad Ciudadana en Aranjuez yo era jefa, pero salía a la calle todos los días; después, estuve en el grupo tercero de Delicias, en Valladolid, de robos con violencia, lesiones graves, que son auténticos profesionales; en la época de la División de Formación, salí menos a la calle, pero ese bagaje me ha servido para saber el perfil de un buen policía, y también para diseñar una formación acorde. Es lo que pasa con los agentes encubiertos en drogas, qué perfil tienen que tener para aguantar y para sacarle a tiempo... De Formación ascendí y llegué a Palma a Seguridad Ciudadana.
–¿Por qué decidió ser policía?
–Yo no tenía ni la más ligera idea de lo que era ser policía. Me robaron un radiocassette, fui a denunciar en Aranjuez y vi un cartel que ponía que si querías ser policía, al terminar le dije que cómo era eso y lo primero que me dijo el señor era que si tenía estudios. Le dije que soy psicóloga y me dijo que valía para eso. Ahora no concibo mi vida sin ser policía, porque tienes tantas posibilidades de pasar por tantos grupos, por tantas ciudades, que no da lugar a la rutina. La gente que me rodea me dice que siempre estoy patrullando, el otro día en Vilnius, en Lituania, en un máster internacional de la Academia Europea de Policía que estoy haciendo, atendí con una compañera griega a dos personas que estaban discutiendo y una de ellas gritando en el interior de un coche porque él le tiraba de los pelos.
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