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Cuenta la leyenda que Úrsula peregrinó hasta Roma porque no quería casarse con Ereo, que la pretendía. Después de consagrar sus votos de virginidad perpetua, retornó a Colonia, donde fue martirizada por los hunos, con Atila al mando. De ahí, de esta historia, nace la obra 'Santa Úrsula y las once mil vírgenes 'del Maestro Benito, que ayer fue mostrada -tras quitarle un manto granate- en la catedral de Palencia, después del trabajo llevado a cabo por el Taller de Restauración de la Diputación y la Diócesis de Palencia. Han sido restauradas un total de 39 obras de patrimonio artístico palentino, entre las que se incluyen piezas de autores tan significativos como Alejo de Vahía, Juan de Valmaseda o Juan de Villoldo. No solo han trabajado con pinturas, sino que también hay esculturas, sagrarios o piezas textiles de veintiuna localidades. «Este taller permite que muchas obras sean restauradas devolviendo su dignidad para el culto y para valorar lo que significa el arte y las raíces de los pueblos», señaló ayer el deán de la catedral, Ángel de la Torre, en el acto de clausura de la sexta edición del taller.
En estos seis años, han conseguido recuperar 227 obras en total. Trabajan normalmente en el Seminario Menor -aunque la restauración del cuadro del Maestro Benito comenzó en la misma catedral-, donde trasladan las piezas para trabajar en ellas. El equipo -que suele trabajar seis meses al año- lo conforman diez restauradores titulados, ocho especialistas en pintura y escultura y dos especialistas en textiles. La Diputación volverá a destinar en el ejercicio de 2020 unos 120.000 euros a esta iniciativa.
«En el taller sentimos mucha emoción porque nos gusta mucho lo que hacemos. Estas piezas nos vienen porque están en mal estado de conservación y para nosotros, cuanto más tenemos que trabajar, mejor aún», señaló ayer Celia Rosa, coordinadora del Taller de Re stauración.
En la memoria de todos -al hablar de restauración- está el Ecce Homo de Borja. «A nosotros nos persiguen los famosos 'ecce homos' y nos dan valor a nosotros y a nuestro trabajo. Nosotros hacemos una serie de pruebas, y sabemos con qué materiales podemos trabajar», añadió.
La protagonista de ayer, la que se llevó todos los flashes y casi todas las explicaciones, fue Santa Úrsula, pintada al temple en 2,70 por 2,30 metros y que data del primer tercio del siglo XVI. Y además se cree que inicialmente era más grande aún y que está «mutilada». La ubicación original de la pintura, hasta su traslado en el siglo XVIII al trascoro de la Capilla Mayor, fue la Capilla de Santa Úrsula -en la girola-, actualmente Capilla de San José.
Lo primero que hicieron Virginia, Estela y Laura, las técnicos encargadas de esta obra, fue consolidar el soporte -estaba deteriorado- y tratar los xilófagos, que son los insectos que roen la madera. También descubrieron que la pintura del Maestro Benito, discípulo de Juan de Flandes, había sufrido muchos desperfectos y repintes al limpiar el barniz.
Las capas añadidas de pintura se consiguen ver a través de luz ultravioleta. «El reloj estaba totalmente repintado. Era rojo y marrón en el repintado, taparon el original. Había distintos repintados, aunque el reloj era lo más cantoso», señaló ayer Laura Cabeza, mostrando en su móvil el antes y el después de la restauración. El material con el que trabajan en el taller no puede ser el mismo del cuadro, no puede ser temple, porque «lo nuestro tiene que ser discernible y reversible, por eso usamos pigmentos al barniz para distinguirlos», añadió.
La restauración de la obra, que será una de las grandes joyas en el séptimo centenario de la catedral del año que viene, se fraguó en dos meses y poco, aunque entre medias pararon por la pandemia. La obra del Maestro Benito, ya sin manto encima, fue rodeada por una cinta para proteger el recinto y que nadie se acerque demasiado. Entre los descubrimientos que hicieron los técnicos de restauración al trabajar sobre ella, destaca unas inscripciones que se encuentran en las espadas de los hunos, que aún no han podido saber el significado de las mismas. «Pero de eso se trata, de seguir investigando», concluyó Celia Rosa.
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