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La sequía llama al aldabón de los embalses de Palencia
La falta de precipitaciones de los últimos meses hacen que el pantano de Aguilar se sitúeal 34% de su capacidad
Nuria Estalayo
Palencia
Miércoles, 31 de julio 2019, 08:13
El embalse de Aguilar de Campoo regala siempre hermosos paisajes y estos días sigue arropando tanto a bañistas como a los amantes del deporte acuático. Sin embargo, la continua bajada del agua durante este verano se vuelve preocupante. El entorno ya da señales de un nuevo estiaje.
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El embalse aguilarense, que tiene una capacidad total de 247 hectómetros cúbicos, tenía ayer martes, un volumen embalsado de 84,4 hectómetros cúbicos, lo cual quiere decir que se encuentra en un 34,2% de su capacidad, según los datos reflejados en la página de la Confederación Hidrográfica del Duero. El año pasado por estas fechas la cantidad de agua embalsada era más del doble, 40 puntos por encima, ya que se situaba en el 75% (184,9 hectómetros cúbicos).
Pero con las altas temperaturas sufridas, a pesar de las tormentas y las precipitaciones de estos días, el nivel del agua este mes de julio ha ido bajando día tras día. Solo en una semana ha caído dos puntos. El pasado lunes, 22 de julio, contaba con de 91,3 hectómetros cúbicos, el 37%. El jueves, día de Santiago, descendió a los 88,9 hectómetros cúbicos (36%), para seguir perdiendo nuevamente. Las compuertas de la presa siguen abiertas para los regantes y el río Pisuerga fluye por la villa aguilarense repleto y veloz.
El descenso del nivel del pantano vuelve a dejar al descubierto decenas de náyades (molusco similar a una almeja de gran tamaño) que yacen a sus orillas cada vez más extensas y cercanas entre sí. También aparecen en los alrededores los restos de peces que han sido totalmente devorados por grandes y pequeños depredadores. La muerte de unos da de comer a otros. Así, nutrias, cangrejos, garzas, gaviotas (de agua dulce) u otras especies voladoras (y terrestres) sin duda se están poniendo las botas.
La bajada de las aguas convierte a las islas del pantano en penínsulas y permite la llegada a pie hasta ellas. Una de estas zonas es el espacio que albergó la antigua ermita de la Virgen de Llano, donde ahora se puede ir caminando. Allí sigue erguida la enorme cruz de hierro instalada en 2011 que conmemora el medio siglo del traslado del templo llevado a cabo en el año 1951. Una zona en la que también ha dejado huella la fuerza del viento que ha tumbado en el suelo a un alto número de árboles arrancados de raíz. Aunque también se nota que se encuentra aislada la mayor parte del tiempo, una gran parte de sus piñas lucen tamaños asombrosos, y numerosas mariposas campean a sus anchas sin ser perturbadas.
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La bajada se nota en todas las orillas del embalse y, aunque aún no se puede ver los restos de los pueblos sumergidos, como la torre de la antigua iglesia de Cenera ni el puente de Villanueva del Río Pisuerga ya se aprecian en esta zona algunas de sus piedras más altas arañando la superficie del agua.
Por el embalse se ven circular todo tipo de embarcaciones, piraguas, hinchables, tablas a vela, y muchos son los que se preguntan si con este nivel tan bajo, sigue estando permitido el uso de los vehículos a motor.
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