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La festividad de San Antón continúa teniendo sus fieles entre los amantes de los animales en Palencia. Y es que más de un centenar de ... mascotas recibieron este viernes la bendición en la iglesia de San Miguel de la capital palentina, en una jornada marcada por el cariño hacia esos compañeros de vida en los hogares. El acto estuvo precedido por la tradicional misa, que congregó a alrededor de un centenar de personas, dando paso, con algo de retraso, al tradicional rito de bendiciones a las puertas de la iglesia palentina.
El párroco, Fernando Salomón, derramó agua bendita sobre decenas de perros de todos los tamaños y razas, tres gatos y los dos caballos que, fieles a la cita, descendieron nuevamente desde el Monte el Viejo. Atadas a sus correas, en brazos de sus dueños o incluso dentro de algún bolso, fueron desfilando durante más de media hora todas las mascotas. Entre los asistentes se respiraba el ambiente cálido de una tradición muy arraigada, con dueños que esperaban pacientemente en una larga fila que se extendía por las inmediaciones de la iglesia de San Miguel de Palencia.
Una fecha más que señalada en el calendario para todos los amantes de los animales. En su mayoría repetidores, aunque la tradición siempre deja hueco para otros dueños que se estrenaban este año en este hábito de bendecir a sus mascotas. Entre tanto perro, los gatos cobraron un gran protagonismo al ser apenas tres, todos ellos en brazos de sus dueños. «Vengo con el gato de mi suegra, ella sí lo ha traído más años, pero yo es el primer año que vengo», señalaba María Ribeiro. En cuanto a los motivos para acudir cada año con las mascotas a la iglesia de San Miguel, el más repetida era el de pedir por la salud de todos estos animales de compañía que forman parte de las familias como un miembros más. »Tiene diez años, tiene asma y venimos a pedir que nos dure muchos años más sano», explicaba.
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La atención en las inmediaciones de la Iglesia de San Miguel fue un año más para los dos caballos, repetidores en este ritual. Ángel Torio y Elena Infante, la segunda a lomos de 'Lucho', descendieron desde el Monte el Viejo para disfrutar de esta tradición. «Llevamos tres años consecutivos viniendo, lo intentamos siempre, aunque dependemos del trabajo. Bajamos del Monte el Viejo y para nosotros se ha convertido en algo especial este día», afirmaba Elena Infante. Uno de los equinos llevado por las riendas y el otro montado por su dueña, fueron también bendecidos al pasar por delante de la entrada del templo palentino. «El motivo es pedir salud para los dos caballos. Uno por jovenzuelo y el otro, por mayor. Ojalá nos dure muchos años más porque tiene 30», subrayaba.
El día de San Antón también sirvió para revivir encuentros entre amigos y conocidos que comparten un vínculo especial con sus animales. Para muchos, esta cita es mucho más que un simple ritual de bendición: es una oportunidad para socializar y reforzar lazos en torno a una pasión común. «Aprovechamos siempre San Antón para quedar y esperar la cola todos juntos. Es como una pequeña reunión anual. Nos cruzamos con los mismos de siempre y aprovechamos para ponernos al día», comentaba Javier López.
La celebración también se convierte en una forma de rendir homenaje al vínculo especial que une a los dueños con sus mascotas. María del Pilar González, quien acudió con sus dos perros, destacaba la importancia de esta tradición. «Llevo varios años viniendo con mis dos perros. Antes incluso de tenerlos, con mi anterior mascota ya había estado. Después de tantos años, es un día especial porque al final son parte de la familia», explicaba. Un ritual muy apreciado y con mucho significado, como una forma simbólica de proteger a sus animales y demostrar el cariño que siente por ellos.
El acto contó con la presencia de la alcaldesa, Miriam Andrés, y de la presidenta de la Diputación, Ángeles Armisén, quienes acompañaron al párroco durante el rito, que se prolongó durante más de media hora. La jornada culminó con un detalle tradicional para todas las mascotas que acudieron un año más a celebrar San Antón. Una galleta como recompensa por su paciencia tras esperar durante ese tiempo en la fila, pese a algún enganchón perruno solucionado rápidamente antes de volver a la espera de recibir las bendiciones. Una tradición que, año tras año, sigue atrayendo a decenas de personas dispuestas a renovar su fe y pedir protección para sus fieles compañeros.
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