Le piden 47 años y medio por maltrato habitual, amenazas y agresión sexual a sus hijos
La Audiencia juzgará a un peruano los días 27 y 28 a puerta cerrada por los hechos contra sus cuatro vástagos, tres menores en el momento de los hechos
La Audiencia de Palencia juzgará a puerta cerrada los días 27 y 28 de este mes a un hombre de nacionalidad peruana, O. M. G. ... F., para quien la Fiscalía solicita una pena global de 47 años y seis meses de cárcel por los delitos de maltrato habitual físico y psíquico, amenazas, violencia física en el ámbito familiar y agresión sexual a sus cuatro hijos: G. M. G. L., de 19 años en el momento de incoarse la causa; S. C. G. L., de 17 años, y los mellizos S. N. G. L. y J. F. G. L., de 12 años. El Ministerio Público solicita también para el acusado una indemnización a sus hijos de 22.000 euros.
Según el escrito del fiscal, el acusado ha mantenido respecto a ellos «una relación tóxica de negligencia, abuso, maltrato y explotación, tanto en Perú como en España».
En cuanto a G. M. G. L., su padre le pegaba y en ocasiones le amenazó con un cuchillo. S. C. G. L. era agredida con frecuencia por su padre. A los 8 años sufrió la primera agresión sexual. Su padre la penetró vaginalmente y le tapó la boca para evitar que sus sollozos fuesen oídos por el resto de la familia. A partir de ese momento, cada vez que la madre no estaba en casa, el acusado penetraba vaginalmente a su hija.
O. M. G. F. agredía a su esposa, por lo que los menores tenían asumido el maltrato como algo normal, habitual y un derecho del cabeza de familia. Vivían con el temor de que su padre se enfadase por cualquier motivo, real o imaginario, y les agrediese si no le obedecían o le daban la razón.
Por lo que respecta a S. N. G. L., su padre, en una ocasión, la golpeó en Perú con un cinturón. Otra vez le bajó los pantalones, aunque no continuó con sus acciones, porque fue descubierto por la madre. En cuanto a J. F. G. L., también recibió bofetadas de su padre, estando en su país de origen.
La entrada de la familia en España se produjo en marzo de 2022. La madre no vino porque no tenía dinero para pagar el pasaje y porque debía custodiar una casa de la abuela materna, vivienda que podría ser ocupada por terceros.
Al principio, la familia residió con la abuela paterna en Madrid. La relación era mala y la abuela los echó de casa. Después, pasaron a residir en una habitación alquilada en otro domicilio de la provincia de Madrid. Luego, vivieron en Torremocha del Jarama (Madrid). Más tarde, se desplazaron a Aguilar de Campoo. En septiembre de 2022 llegaron a Palencia y alquilaron un piso.
El acusado tenía «una actitud patrimonial obsesiva y celotípica hacia sus hijos, con ideas de perjuicio y delirio», subraya el fiscal. «Si se obsesionaba con una idea, no paraba hasta que sus hijos le daban la razón. Esto lo solían hacer los hijos, para 'ser perdonados' y no ser agredidos. A veces, darle la razón a su padre tampoco les evitaba la agresión», agrega.
Los niños vivían en una disyuntiva sin solución: por una parte, su padre les agredía, física y psicológicamente. Les decía que se iba a suicidar, cogía un cuchillo y se hacía marcas superficiales en el brazo. Por otro lado, les hacía creer que era su único apoyo en España (porque no les dejaba relacionarse con nadie más).
El acusado tenía una relación especialmente mala con su hijo mayor. Le envidiaba, porque su hijo era el que mantenía a la familia. El acusado estaba obsesionado con que G. M. G. L. aceptase su autoridad como padre, cosa que su hijo no discutía, dada la forma en la que había sido educado. Cuando G. M. G. L. llegaba a casa del trabajo, preguntaba a sus hermanos si su padre estaba bebido o agresivo y, si le contestaban afirmativamente, se iba del domicilio para evitar problemas. A veces, estando en España, O. M. G. F. ha agredido a su hijo y cuando no consigue que le dé la razón, se va a la cocina, coge un cuchillo y amenaza con suicidarse o con agredirle.
En relación a S. C. G. L., el acusado mantenía una relación caracterizada por celos patológicos e infundados, además de las relaciones sexuales que mantenía con ella. Las primeras sucedieron en Perú y después continuaron en España. La joven de 17 años no se resistía a tener acceso carnal con su padre por vía vaginal porque tenía mucho miedo de él, por haber sufrido varias agresiones cuando no le daba la razón. Después de realizar el acto sexual, el acusado le daba la píldora anticonceptiva del día siguiente, que adquiría en diversas farmacias.
La última vez que se produjeron estos hechos fue el 1 de marzo de 2024. También tuvo acceso carnal con ella por vía vaginal el día anterior.
Estando en España, el acusado golpeaba a la joven dos o tres veces al mes, le daba bofetadas o puñetazos en la cara o en el cuerpo. Buscaba cualquier excusa para ello, desde que la casa no estaba limpia a que se había acostado con cualquier persona (lo cual era falso). Llegó a golpearla utilizando incluso un cargador de una computadora y un cinturón, y en una ocasión cogió una máquina de cortar el pelo y le rapó el pelo al cero con la intención de humillarla y vejarla.
En cuando a S. N. G. L, en algunas ocasiones su padre le ha propinado puñetazos o tortazos en la cara. En junio o julio de 2023 en Aguilar de Campoo, el acusado, con ánimo libidinoso, la besó y le tocó los pechos.
En relación a J. F. G. L, su padre le ha pegado bofetadas en alguna ocasión y en Torremocha del Jarama, alguna vez, le pegó con el cargador de la computadora.
Sobre las 19:40 horas del 1 de abril de 2024, G. M. G. L. volvió a casa del trabajo. El acusado había bebido y le dijo que le iba a enseñar cómo tenía que respetarle. Le dio dos puñetazos en el rostro y un cabezazo en la boca. G. M. G. L. abrió la puerta pero el acusado le cogió de la capucha y le tiró al suelo. La agresión fue en el salón, delante de sus hermanos pequeños. Aprovechando que su padre fue a la cocina a coger un cuchillo de 32 centímetros de longitud y 20 de hoja, G. M. G. L. salió de la casa y el acusado esgrimió el cuchillo contra él. También contra S. C. G. L., e hizo ademán de clavárselo. Después le dio a su hija un puñetazo en la cara, la cogió fuerte del cuello y la empujó. Luego le dijo que se tumbase en la cama y la penetró vaginalmente, eyaculando dentro de ella.
Mientras tanto, G. M. G. L. fue a la Comisaría a formular denuncia.
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