Misa del Bautizo del Niño. Manuel Brágimo

Palencia recibe al Nuevo Año sin el baile del 'Ea' ni la tradicional pedrea de caramelos

Casi doscientas personas siguieron la misa en San Miguel para festejar el Bautizo del Niño en un fiesta mermada por la covid

Sábado, 1 de enero 2022, 22:18

No se bailó el 'Ea', aunque sí se cantó. Y no solo en San Miguel, sino que el tradicional villancico del Año Nuevo palentino sonó ... también en la mañana de ayer en otros puntos de la ciudad. Desde el balcón principal del del Palacio de la Diputación, un grupo de música tradicional interpretaba la pieza al más puro estilo antiguo, con decenas de palentinos embelesados con los sones del «Niño como una perla»...

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Poco antes, los compases del 'Ea' habían sonado también en la iglesia de San Miguel, en donde, como es tradicional en esta redonda fecha del calendario, los palentinos se concentran para celebrar el Bautizo del Niño, la fiesta de la imposición del nombre de Jesús, que sirve además para dar la bienvenida al Año Nuevo y que en Palencia ha sido además declarada de Interés Turístico Nacional. Así, el Bautizo pudo celebrarse, más o menos, en sus términos habituales, con la celebración religiosa del mediodía, aunque la fiesta no pudo verse competada por la tarde con sus elementos más populares, la procesión en torno al templo, en la que se mece y baila la pequeña talla de Jeús, y la pedrea de caramelos.

Por segundo año consecutivo la covid llevó a la cofrades del Dulce Nombre de Jesús a suspender las celebraciones más populares del Bautizo del Niño, conscientes de que, en el caso de llevarse a cabo, no podrían evitarse las aglomeraciones de personas, dado que todos los años se arremolinan cientos de palentinos alrededor de las andas para sumarse a la procesión e intentar cargar la imagen del Niño a hombros. Como tampoco es posible celebrar una pedrea de caramelos de forma ordenada y con la recomendable distancia social en estos momentos de auge de los contagios.

«Hemos sido responsables y prudentes. La decisión era nuestra, no de las autoridades, y hemos tomado la decisión que considerábamos mejor, tal y como está la situación. El Bautizo del Niño se ha celebrado y únicamente se suprime la parte más popular. Nos duele, pero era lo más responsable, y así nos lo han agradecido todas las autoridades que se han acercado», explicaba ayer el hermano mayor de la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús, Ángel Gutiérrez de la Torre.

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Los obispos de Palencia y Santander participaron en la celebración religiosa y rogaron por la unidad de las cofradías palentinas

De esta forma, únicamente se celebró la misa, con un aforo limitado a 195 personas. Los palentinos renovaron así las promesas del Bautizo y adoraron la talla del pequeño Jesús, colocada en su peana de gala ante el altar mayor de San Miguel. Sin embargo, en esta ocasión, le habían sido retirados los brazos a las andas, «para evitar tentaciones, porque así nadie puede bailarlo», explicaba Ángel Gutiérrez, indicando que se había decidido suprimir este acto que sí se celebró el pasado año, en el que también se establecieron restricciones por la covid. «Las cosas están muy mal y lo sabemos. No hemos querido ni que se baile delante del altar, como se hizo el año pasado, para mantener las máximas precauciones», indicó el hermano mayor, quien destacó que al menos el coro había podido interpretar el villancico del 'Ea' al finalizar la misa.

Lo que sí volvió a repetirse fue la presencia en la eucaristía de dos obispos, el titular de la diócesis de Palencia, Manuel Herrero, y el prelado de Santander, Manuel Sánchez Monge, originario de Fuentes de Nava, y asiduo año tras año a la celebración del Bautizo del Niño. Y como en esta ocasión no pudieron participar en la tradicional pedrea, fue el obispo de Palencia, quien intentó levantar el ánimo de todos los asistentes. «Este año no hay caramelos, pero sí podemos dar un aplauso al Niño con todo el cariño», recalcó Manuel Herrero en la parte final de la misa.

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Los cofrades suspendieron también la posterior recepción en la sede de la hermandad, en la que compartían un apertitivo con los representantes institucionales que asistían a las celebraciones, con lo que la fiesta del Bautizo se vio mermada a la mínima expresión por segundo año consecutivo.

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