La Escuela de Ingenierías Agrarias denuncia la grave discriminación de la mujer en el sector forestal

Así, ponían a disposición de los alumnos y alumnas del grado de Ingeniería Forestal varios papeles en formas de hojas, donde podían escribir sus experiencias y colgarlas en cuerdas dispuestas en el vestíbulo del centro. Divididas en colores para que la percepción fuera más visual, las cartulinas naranjas detallaban situaciones de discriminación, las rojas representaban las humillaciones sufridas, las azules se identificaban con los techos de cristal y las verdes y amarillas hablaban de experiencias positivas o esperanzas cumplidas. Una de las estudiantes del último curso del grado de Ingeniería Forestal, se ha animado a escribir en una cartulina naranja su experiencia. «Me contrataron como segundo capataz, y más adelante me comentaron que como era mujer, igual funcionaba mejor como peón», explicaba

Una actividad que pretende representar la realidad y conocer, a través de las experiencias recogidas en distintos centros del país, cuál es la situación de las mujeres en el sector. «Es un sector muy masculinizado y no encontramos ni información ni datos reales que revelen cuál es la realidad, por eso hacemos esto», comentaba Irene Ruano, investigadora. A pesar de la situación discriminatoria que se presupone en el sector, no quieren tomarlo como un hecho hasta que no se pueda comprobar. «Vamos a recoger esos testimonios porque no queremos partir con la base de la discriminación, sino que queremos comprobarlo y poder llevar la información al Congreso Nacional Forestal para sumar todo y tener un escenario más amplio», comentaba Elena Hidalgo. Para que se puedan iniciar esas medidas deseadas, las expertas coinciden en que es necesario un cambio estructural. «Se necesitan políticas activas que nos permitan que las mujeres no tengamos dificultades para acceder a la vida que queremos desarrollar, porque los hombres no tienen esos problemas», apuntaba Celia Herrero, project manager del proyecto Escalera de Excelencia, programa que busca retener el talento y fortalecer las capacidades científico-técnicas.

Diferencias sutiles

Esas adversidades estarían ligadas al género y es, precisamente, lo que se pretende cambiar. «Las diferencias son muy sutiles en el sector, aunque no se ofrezca diferente sueldo, mi capacidad de progreso y mi prestigio profesional va a ser menor porque las mujeres están más relacionadas, por ejemplo, con la crianza y eso va a hacer que a la larga el hombre va a ganar más dinero», explicaba.

Esta percepción tan asumida por la sociedad y difícil de cambiar, estaría inculcada desde la infancia. «Sigue habiendo mucha presión social para que las niñas respondan a un estereotipo, y por eso con doce años no se plantean ser ingenieras, pero sí, por ejemplo, peluqueras porque tienen un modelo», apuntaba Elena Hidalgo.

Crear ejemplos que sirvan de guía a las pequeñas es el propósito que se sigue persiguiendo para tener una igualdad en las matriculaciones de las carreras científicas y tecnológicas como una vez se logró. «Hubo un momento en el que las mujeres ocupaban un 50% del total de alumnos en estos grados, pero hace unos años cayó en picado», comentaba Elena Hidalgo.

Una bajada de matriculaciones que podría deberse a los movimientos sociales que han emergido en los últimos años. «Nos creemos que hemos conquistado mucho, pero de repente llega un discurso que hace dar diez pasos para atrás», lamenta. Las opiniones más optimistas sí creen en que el progreso y la igualdad real pueda ser un hecho. Por ello, este tipo de dinámicas feministas buscan acabar con los comportamientos machistas en el sector forestal en particular, y también dar portazo a la desigualdad en general. «Estamos haciendo esto porque los privilegios que tenemos ahora son consecuencia de la lucha de mujeres que se dejaron la piel, y ahora nosotras intentamos hacer lo mismo para que el futuro mejore», concluye Celia Herrero.